Un mes después de los comicios de presidenciales que convirtieron al PRI en la tercera fuerza política nacional, el Partido creó una Comisión de Diagnóstico  integrada por militantes de todo el país para analizar las causas de la histórica derrota electoral. Y aunque se han encontrado las más diversas razones, la realidad es que fue la exacerbada corrupción la que hundió al PRI; no hay más explicación.

En una sola elección, el PRI perdió la Presidencia, la mayoría en el Congreso, la totalidad de las gubernaturas en disputa, un porcentaje muy importante de prerrogativas, millones de militantes en todo el país, y a sus antiguos aliados –PVEM, Nueva Alianza y hasta el PES-, quienes se han hecho a un lado lo mismo en el Congreso federal que en los congresos locales. El PRI está agonizando solo.

Y aunque se insiste en que las derrotas no son para siempre –aludiendo a que lograron recuperar la Presidencia-, lo cierto es que esta derrota electoral sólo es equiparable a la pérdida del Gobierno de la Ciudad de México. Desde que hay elecciones en la capital del país, el PRI no ha ganado una sola y sus representantes populares se pueden contar con los dedos de las manos luego de dos décadas.

Este sábado, como un adelanto del documento que se presentará en breve, se señala que durante el proceso de 2018, el PRI se convirtió en una agencia electoral de colocaciones que dejó a un lado a sus políticos más valiosos en favor de una camarilla, en franca referencia a las imposiciones hechas por el Presidente de la República, la dirigencia nacional y los gobernadores.

El argumento evade el tema de fondo: la corrupción. En realidad, a los ciudadanos poco les importa el proceso por el cual los partidos eligen a sus candidatos; hay que recordar que Morena implementó un mecanismo de tómbola, -una especie de juego al azar- que no se utiliza en ninguna democracia seria en todo el mundo, y que permitió que cientos de candidatos completamente desconocidos para los electores ganaran abrumadoramente.

Según la Comisión de Diagnóstico del Comité Ejecutivo Nacional, el PRI contendió a partir de una estrategia fallida, anárquica, con la maquinaria partidista desmembrada, fracturada y moralmente derrotada. Eso es medianamente cierto. Al PRI pudo haberle fallado la estrategia, como señalan en su autoflagelación,  sin embargo el enojo social a causa de la corrupción los hubiera llevado al mismo resultado con otra estrategia y otros candidatos.

En el documento se asegura que “la militancia fue sorprendida y sustituida por candidatos de dudosa trayectoria y prestigio», aunque hace poca referencia a la cantidad de familiares directos a líderes políticos, como fueron los casos de Emilio Gamboa y Manlio Fabio Beltrones, entre muchos otros.

Dice Samuel Palma, presidente de la Comisión de Diagnóstico, el PRI no ha dado una en los últimos 18 años, ni como partido de oposición en las presidencias de Vicente Fox y de Felipe Calderón, ni como partido en el gobierno en la administración de Enrique Peña Nieto, “situación agravada por los problemas de inseguridad y los escándalos de corrupción que «acabaron por impactar a un partido en proceso declinante».

En julio pasado, el partido sólo ganó en 5 por ciento de los distritos electorales federales y en mil de las 9 mil secciones antes consideradas como las del voto duro priísta, en medio de una estructura desmantelada, inmersa en pugnas, desconectada y sin recursos.

El PRI no sólo perdió la elección, perdió prácticamente hasta el nombre. Hace unas semanas, la ex velocista y actual senadora por Morena, Ana Gabriela Guevara, propuso la prohibición de que ningún partido pueda utilizar los colores de la bandera. Es un tema que aún está por decidirse.

Los resultados electorales del 1 de julio le dejaron al PRI un saldo oscuro en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores; el GPPRI pasó de 204 legisladores en la anterior legislatura a tener ahora solamente 47 diputados. En tanto, en el Senado, el PRI perdió 74.5% de sus espacios. Ahora solo cuenta con 14 escaños de 55 que tenía en la legislatura previa.

Y no solo se trata de una reducción en número de legisladores priistas, sino que además tendrán menos poder: el PRI solo se quedó a cargo de cuatro comisiones en San Lázaro y cinco en el Senado. De las 9 gubernaturas en juego durante las elecciones pasadas, el PRI no ganó ninguna, y en algunos estados no alcanzó siquiera el 10 por ciento de los votos.

Y lo peor: el dinero. El PRI es hoy la referencia de Carlos Hank González: un partido político pobre es un pobre partido. Durante este 2018 el PRI recibió mil 800 millones de pesos como parte de sus prerrogativas y en el siguiente año se contempla que reciba mil 100 millones. Sin embargo, Morena está impulsando una reducción a la mitad de las prerrogativas para el 2019, y en caso de que se apruebe, el PRI estaría recibiendo unos 400 millones de pesos. Ni para la nómina.

La autocrítica sin castigo podría convertirse en un acto de cinismo.

Las del estribo…

  1. Como aquí se dijo, el Fiscal Winckler debe empezar a buscar una isla desierta donde alojarse; su impericia y arrogancia lo ha llevado a enfrentarse con la próxima administración. Su cabeza será entregada al gobierno de Cuitláhuac García en cuanto inicie la próxima legislatura, es decir, en un par de semanas. Su destino está marcado entre la renuncia y el juicio político.
  2. Se encuentra listo el proyecto para que la comunidad de Tres Zapotes en Santiago Tuxtla se convierta en el municipio 213 del estado de Veracruz. Una municipalización a modo para los partidos políticos. Hay muchas otras congregaciones con más merecimientos pero menos compromisos.