La crononutrición es una corriente que desde el punto de vista circadiano (relacionado con los cambios fisiológicos derivados del ciclo luz-oscuridad), establece que comer durante el día evita el desarrollo de enfermedades como obesidad, diabetes y síndrome metabólico, expresó Mario Salvador Caba Vinagre, investigador del Centro de Investigaciones Biomédicas (CIB) de la Universidad Veracruzana (UV).
Durante su participación el 11 de octubre en el programa de Puertas Abiertas, organizado por la Facultad de Biología, explicó que los cambios en torno a la evolución y al sol han tenido un impacto sobre las especies pues han tenido que adaptarse a comer a una hora determinada: los humanos durante el día y los animales nocturnos, durante la noche.
El especialista en neuroendocrinología, metabolismo, ritmos circadianos y sincronización de estructuras cerebrales por el alimento, mencionó que dichos cambios circadianos originan que las personas permanezcan despiertos unas horas y dormidos en otras.
En los últimos años, dijo, con el ritmo de vida moderna y la alteración natural de los patrones normales de actividad y descanso, se ha visto que no es lo mismo comer durante el día que durante la noche, pues ingerir alimentos durante este último periodo contribuye al desarrollo de obesidad y una serie de patologías como el síndrome metabólico y diabetes.
“Es una corriente muy interesante y ha llamado mucho la atención en los últimos años, en el sentido de que debemos ser más atentos a las horas en que nos alimentemos.”
Caba Vinagre, Nivel 3 del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), informó que en el CIB han estudiado la crononutrición a partir de un modelo en conejos, ya que esta especie se alimenta una sola vez al día. Esto origina que toda su fisiología tanto periférica como a nivel cerebral se sincronice con relación al horario en que realizan esta acción.
Sin embargo, la crononutrición también presenta una disrupción cuando un individuo se expone a la luz durante la noche y lo fuerza a permanecer despierto y a comer. “Esto no es bueno, finalmente desincronizamos a nuestro reloj biológico, lo cual ocasiona una serie de problemas en diversos órganos del cuerpo”, lamentó.
El investigador también comentó que este hábito puede dañar considerablemente a la microbiota del ser humano, que es el conjunto de microorganismos ubicados en el tubo digestivo.
Se calcula que una persona tiene alrededor de cinco kilos de microbiota, que se encarga de ayudar a digerir los alimentos, pero también secretan diversas sustancias y dependiendo de lo que se ingiera es lo que va a secretar.
Por ello, ingerir alimentos nutritivos ayudará a que la microbiota esté sana, “si le damos de comer endulzantes artificiales, espesantes, dulcificantes, ésta secretará algo que ocasione daño al organismo y a la salud”.
Mario Caba precisó que de acuerdo con información reciente, la microbiota secreta una serie de neurotransmisores de sustancias químicas que van a la sangre o a través de un nervio llamado vago y afectan el cerebro. “Se ha visto que de acuerdo al tipo de alimentos que se ingieren, puede asociarse a una serie de problemas en diversos órganos, como por ejemplo volver al hígado graso e inclusive fomentar problemas de ansiedad y depresión”.
Reiteró que esto es resultado de estudios recientes y se engloba con la crononutrición, en el sentido de alimentarse a una hora determinada, pero no cualquier tipo de alimentos como refrescos, compuestos o comida chatarra, sino productos sanos y nutritivos.
Recomendó cenar temprano, ya que se ha demostrado que si se hace cerca de la medianoche es dañino para la salud.
“Actualmente tenemos una epidemia de obesidad y de síndrome metabólico terrible, controlar la salud está a nuestro alcance, pero poco sabemos de ello y no lo hacemos.”
Al respecto, mencionó otro estudio aplicado en humanos, en el que a dos grupos de personas se les dio a ingerir alimentos con las mismas calorías, a un grupo se les dio en la mañana y al otro durante la noche.
Doce semanas después, los que comieron por la mañana disminuyeron peso, nivel de triglicéridos, colesterol, diámetro de la cintura y se volvieron más saludables, a diferencia de quienes comían por la noche pues aumentaron de peso y los padecimientos que tenían se hicieron más drásticos.
David Sandoval/Prensa UV