Una mañana, tras un sueño intranquilo, la pepa despertó convertida en mariposa. Estaba echada de espaldas sobre un cuerpo que desconocía y, al voltear la cabeza hacia sus costados, descubrió dos alas de tela fina y colorida.
—¿Qué me ha ocurrido?
Supo que no estaba soñando cuando, de manera telepática, las membranas le dijeron:
—Somos tu libertad, ahora deberás aprender a usarnos
Más o menos eso sucederá en Pepamorfosis, el espectáculo que presentará el próximo viernes la actriz estandopera jarocha-colombiana —trovadora de veras, sudadora de la gota fría— Lina Polanco, quien muchos años después, frente a las butacas de un teatro, habría de recordar que no vino a Xalapa porque le dijeron que aquí vivía su padre, sino a encontrarse con un Cucaracho que, cuando intentara irse, la haría volver, volver, volver.
«Llegué a Xalapa en el 2007, ya tiene 11 años, ya soy mexicana nacionalizada y de corazón, y más que mexicana, soy veracruzana, me voy a otro lado y empiezo a extrañar el chile seco, el son jarocho, la música y todas esas cosas», me dijo una tarde sabática en la que llegó a mi despacho rodeada de mariposas amarillas y chaquistes cuenqueños.
Tras recomendarle que se alimentara sanamente y que se lavara las manos antes de comer y después de ir al baño, le pedí que me soltara toda la sopa de su vida, se soltó el chongo y con un cantadito que iba del vallenato al son jarocho y al xalapeñísimo «abrón», me dijo:
«Me llamo Lina Polanco, soy colombiana, nací y crecí en Bogotá. Mi familia es grande, soy la más chica de mis hermanos, son bastante mayores que yo. De niña me metían a muchos cursos de diferentes cosas, incluso en mi stand up digo de chiste que ya estaban hartos de mí y decían que salga de la casa, que se vaya, que haga algo.
«El Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá se hace cada dos años —creo que ahorita ya lo hacen cada año—, van compañías de todo el mundo y hay gente haciendo teatro de calle de compañías muy buenas de Alemania, de China, de todos los países del mundo; desde chiquita me llevaban a todo eso, y cuando tenía como 7 u 8 años, tuve la suerte de ver a Marcel Marceau y me quedé totalmente deslumbrada.
«Desde niña me metieron a un curso de teatro, ahí tuve mis primeras experiencias arriba del escenario y me gustó mucho, entré al grupo de teatro de la escuela y empecé a formarme como actriz. Saliendo, entré a la ASAB —la Academia Superior de Artes de Bogotá— y ahí estudié teatro, estuve nada más dos años porque yo creía que era muy mala actriz y después del primer año elegí como perfil la dirección en vez de la actuación. En Colombia, la formación actoral es muy dura, muy estricta, muy disciplinada pero además te hacen sentir mal, se meten contigo, yo recuerdo haber tenido ganas de llorar en clase. En México encontré un tipo de formación actoral mucho más laxa y más comprensiva; creo que, de cierta manera, tuve suerte porque mi formación se complementó, hubo un contraste entre la disciplina de allá, que era dura, con la suavidad de aquí, e intenté rescatar lo mejor de cada mundo.
«Mi hermana mayor se vino a vivir a México con su esposo y sus hijos, yo tenía en Colombia una relación sentimental muy mala, tenía veintipoquitos años y mi hermana me dijo si quieres conocer otro país y salirte de la ‹caca› de relación que tienes, vente para acá. Me vine a México, ella tenía unos amigos que vivían aquí y le habían recomendado mucho la escuela de actuación de la UV, vine a conocer, me gustó, presenté el examen, lo pasé y comencé la carrera en la Facultad de Teatro, así fue como decidí estudiar en Xalapa. Justo antes de terminar la carrera, conocí a este tonto (risas) [señala al Cucaracho del Western, su compañero, que está sentado a un lado de ella], mi pareja actual y me quedé más tiempo en Xalapa.
«Hice algo de teatro y hace como cuatro años empecé a hacer actuación para cortometrajes, me gustó mucho y empecé a irme más por ese lado. También entré a La Flor de la Comedia y empecé a hacer stand up.
«Hace como dos años empecé a buscar otras ciudades y me fui a vivir a Guadalajara, allá estuve haciendo stand up con varios standoperos que ya tienen cierta trayectoria y que saben lo que están haciendo, pero a mí me fue muy mal y empecé a perder la fe en que yo podía hacer stand up.
«Estuve un año en Guadalajara y el amor me trajo de nuevo a Xalapa, cuando regresé, empezamos a hacer los especiales de La Flor de la Comedia, ya llegó el momento en el que me toca mí, armé el espectáculo y lo voy a presentar el viernes 19.
«Casi cualquier cosa que yo diga, que allá es normal, aquí es albur o grosería o tiene que ver con algo sexual, por ejemplo, en Colombia la palabra ‹pepa› significa semilla y aquí ya sabemos que tiene otras implicaciones, por eso decidí llamar a mi show Pepamorfosis. Lo empiezo, justamente, hablando de esas diferencias de lenguaje entre los dos países, y la temática que voy desarrollando es la búsqueda de la libertad y, sobre todo, qué hacer con la libertad una vez que la tienes, es de lo que estoy hablando aunque no necesariamente les digo a ver, voy a hablarles de la libertad; pero sí hay una transformación en el escenario y hablo de cómo me cuesta socializar, yo soy una persona muy tímida, y a pesar de que intento salir mucho más y de que soy mucho más oral que otras mujeres, sí me cuesta mucho decidir expresarme, me cuesta quitarme el ay, ¿qué van a decir?, ¿les va a gustar o no les va gustar? Me cuesta mucho que ‹me valga› y el show se trata de esa búsqueda de cómo expresarme, de cómo buscar esa libertad, y voy pasando por diferentes etapas hasta que al final termino mucho más hacia fuera, incluso mi vestuario y mi corporalidad van cambiando.
«No es el stand up convencional de un comediante que solo se dedica a eso, yo soy actriz y vengo del mundo teatral, entonces también tiene un poco de eso, pero sigue siendo stand up, no es teatro, no hay un personaje pero sí hay circunstancias, hay acting y hay transformación.
«Pepamorfosis no es la transformación de la pepa en sí (risas) —ese es un juego de palabras—, es la transformación hacia algo positivo, la búsqueda de la libertad y saber qué hacer con ella.
«El especial es el próximo viernes 19 de octubre a las 9:30 de la noche en Cauz, un centro cultural que está ubicado en Morelos número 1, esquina con Barragán, muy cerca de la Unidad de Artes. Espero que mucha gente vaya a vernos».
Queda un misterio por develar, habrá que ir para descubrir si acaso, cuando despertemos, la pepa todavía sigue ahí.
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