Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Estos son los cuatro planetas de nuestro sistema solar que tienen anillos a su alrededor. El primero que se descubrió que los tenía fue Saturno, ya que son los únicos que pueden verse desde la Tierra.

El primer astrónomo en verle los anillos a Saturno con un telescopio fue Christiaan Huygens en 1659, pero en 1610 Galileo ya se había fijado en los alrededores del planeta aunque, debido a la poca calidad de su instrumento, lo relacionó con grandes lunas más que con anillos.

De este modo, hasta que se pudo comprobar que los otros tres planetas también tenían anillos a su alrededor, Saturno fue todo un misterio. En la actualidad, se han podido observar los anillos de los otros planetas y sabemos un poco más cómo son: “Los anillos de Saturno son los más grandes y bonitos. Los de Júpiter son muy finos; los de Urano son como alambres, mientras que los de Neptuno son incompletos, como fragmentos de anillos”, explica a Hipertextual José Félix Rojas, miembro del grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco (UPV). No obstante, las preguntas siguen ahí: ¿de qué están compuestos esos anillos? ¿Cómo se han formado? ¿Y cuándo lo hicieron? Hoy en día sabemos un poco más y trataremos de dar una respuesta a estas preguntas.

Al principio todo era polvo y gas

Los científicos tienen dos teorías acerca de cómo se han formado estos anillos alrededor de los planetas. Una nos hace viajar a hace más de 4.500 millones de años, mientras que la otra comienza un poco más cerca, a tan solo 100 millones de años.

“Al principio el sistema solar todo era gas y polvo, que se arremolinó hasta formar los diferentes planetas”, explica Rojas. Los que estaban más cerca del Sol, añade, acumularon partículas de arenilla y formaron los planetas de tipo rocoso. En esta zona, al estar tan cerca del astro apenas había gas y fue el lugar idóneo para Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Sin embargo, más lejos había quedado polvo y partículas de hielo, por lo que “la composición de los cuerpos que se formaron allí era un poco distinta”. Estos son los planetas gigantes y están compuestos mayoritariamente por gas.

“El proceso de arremolinarse no ocurrió solo para formar los planetas sino también a su alrededor. Así que parte del material se ve sometido por un lado a la atracción central del cuerpo que se está formando, pero también compite con la atracción gravitatoria de otros cuerpos que están cerca y en ese tira y afloja no llegan a poder condensarse”, explica Rojas a Hipertextual. Estas partículas, que podrían haberse condensado y formar “un satélite” en torno a estos planetas grandes, “pero por esta competencia entre diferentes gravedades no lo hacen y se quedan tal y como son: partículas sueltas”.

Los anillos de Saturno no están degradados

“Pero la cosa no está tan clara”, señala Rojas desde el otro lado del teléfono. “Si todo lo que te acabo de contar fuera cierto, los anillos de Saturno llevarían ahí 4.500 años”, comenta. ¿Cuál es el problema entonces? “El problema es que todo ese tiempo habrían estado sometidos a la radiación solar y a la que proviene del resto del cosmos, y se habrían degradado y se vuelven, en general, oscuros”, explica. “Esto es lo que le pasa a los comentas, por ejemplo. Cuando hemos ido allí y los hemos fotografiado se ha visto que son más negros que el hollín porque llevan 3.000 o 4.000 millones de años en el espacio y su material está degradado”, añade. Siguiendo esta lógica, los anillos de Saturno deberían ser también oscuros, en cambio todavía son de color “muy blanco”. Esto nos lleva ante la segunda teoría.

Algunos astrónomos señalan que los anillos de Saturno “no pueden ser tan antiguos” por esto y que, probablemente, “el hecho de que tenga anillos tan distintos al del resto de planetas, en cuanto a lo extensos que son, y, además, tan blancos, es porque provienen de la desintegración de algún satélite que no estaba muy cohesionado y que en ese tira y afloja de la gravedad, fue despedazado”, aclara Rojas. También señala que eso ha debido de ocurrir hace 100 millones de años. “Al ser menos tiempo, no se han degradado y puesto tan oscuros como los cometas”, afirma.

¿Y cuál es la composición de los anillos? Los astrónomos saben que hay desde diminutas partículas hasta «rocas de 30 metros, es decir, tan altos como un edificio», explica Rojas, que señala que este descubriento de grandes rocas se ha hecho gracias a las «sombras» captadas por la sonda Cassini. Además, todos los anillos giran en el mismo sentido alrededor del planeta. «Siguen el movimiento de rotación del planeta» y esto es un factor que descarta que los anillos se formaran de satélites atrapados por el planeta después de su formación. «Hay satélites que giran al revés que el planeta y eso significa que llegaron después. Pero los anillos giran en la misma dirección que el planeta», concluye Rojas.

Con información de ALT1040