Según la organización civil Semáforo Delictivo, el crimen organizado en México asesina un promedio de 60 personas al día; tan sólo en el primer semestre de este año, se perpetraron más de 11 mil ejecuciones en todo el país, lo que representa la cifra más alta para un periodo similar desde que se lleva este registro.
La violencia, la delincuencia y el crimen organizado crecieron de manera muy importante durante el gobierno de Enrique Peña Nieto; la guerra contra el narco iniciada por Felipe Calderón sentó una violencia sin precedente, sin que a cambio, por ejemplo, haya aumentado el número de decomisos de cargamentos de drogas o el tráfico der armas; de hecho, hay cada vez más consumidores y la edad en que inician se ubica ya en estudiantes de primaria.
Las políticas se seguridad pública y de prevención de las adicciones han fracasado rotundamente desde hace casi un siglo, como ayer lo reconoció el propio Ernesto Zedillo, durante la presentación del segundo informe de la Comisión Global de Política de Drogas, quien dijo que durante su gobierno se equivocó en la política antidrogas.
Zedillo, como miembro de la Comisión Global señaló que han analizado evidencia suficiente para llegar a la conclusión de que la prohibición ha causado afectaciones graves a los derechos humanos y no ha resuelto los problemas de salud relacionados con el consumo de drogas. “Lo que hemos hecho durante ya casi un siglo está mal. La prohibición está mal, la prohibición está causando mucho daño. Hemos seguido políticas equivocadas”, acusó el ex presidente.
Y lo que ha fracasado para los países latinoamericanos –donde el consumo, la violencia y la delincuencia han alcanzado cifras históricas-, para Estados Unidos ha funcionado muy bien. Para los gringos, el consumo de drogas representa algo inherente a su concepto de libertad, por tanto, no se trata de un conflicto de seguridad, sino de salud pública y de mercado.
Ellos ponen los dólares, los consumidores y las armas, mientras que el resto de los países la producción, la violencia y los miles de muertos. ¿Por qué habrían de cambiar entonces su estrategia?
Tuvieron que pasar casi medio millón de muertes en dos décadas para entender que el modelo de combate al narcotráfico ha sido un completo fracaso. La presencia del crimen organizado representa en muchas regiones del país un Estado paralelo, con más recursos económicos y armamento que los gobiernos locales. En algunos casos, las ganancias de los criminales llegan a ser mayores que los presupuestos oficiales.
México debe afrontar el debate con seriedad y prontitud, de lo contrario, el número de muertes seguirá creciendo. Aunque debe decirse que no todas las ejecuciones tienen que ver con el consumo de sustancias prohibidas, sino con la actividad delictiva de los cárteles, los cuales –efectivamente- iniciaron sus actividades en el tráfico de drogas y luego se diversificaron en una cantidad inimaginable de delitos. Esto quiere decir que la violencia no va a desaparecer sólo por legalizar algunas drogas.
Hay cifras que confirman que la legalización pondría fin a la parte exageradamente lucrativa del negocio del narcotráfico, además de que reduciría dramáticamente el precio de las drogas, al acabar con los altísimos costos de producción e intermediación que implica la prohibición.
Como en el caso de México, legalizar las drogas acabaría con un foco importante de corrupción, la cual aumenta en todos los niveles del gobierno debido a que una substancial cantidad de policías, oficiales de aduana, jueces y toda clase de autoridades han sido comprados, sobornados o extorsionados por narcotraficantes, creando un gran ambiente de desconfianza por parte de la población hacia el sector público en general.
Al mismo tiempo, el gobierno dejaría de malgastar miles de millones de dólares en el combate de las drogas, recursos que serían destinados a combatir a otros criminales y establecer políticas de salud pública. Es previsible que la legalización conducirá a que la sociedad aprenda a convivir con las drogas, tal y como lo ha hecho con otras sustancias como el alcohol y el tabaco.
Si la prohibición y criminalización de consumidores ha fracasado, entonces la legalización de las drogas parece ser un camino inexorable. Pero suponer que el consumo legal acabará con la espiral de violencia es completamente absurdo. El secuestro, la extorsión, el huachicol, entre otras tantas lucrativas actividades delictivas no se acabarán.
Legalizar las drogas sin resolver de fondo el problema de la delincuencia organizada sólo agravaría el cáncer que vive el país.
Las del estribo…
- Con el informe de los resultados de la cuenta pública 2017 el próximo lunes, sabremos quienes serán las reses del mañana. No se esperan muchas sorpresas del primer año de la administración del actual Gobernador; para cuando esté lista la Cuenta Pública del 2018, Morena será gobierno y entonces otros serán los resultados.
- Desempleo y migración es lo que viven hoy muchos periodistas veracruzanos; los medios están en una crisis profunda, producto del cierre de empresas que se sostenían de convenios con el gobierno, pero también, a causa de una sociedad que poco se informa y empresarios que no se anuncian. Muchos –por no decir que todos-, tienen sus esperanzas puestas en Cuitláhuac; pero la realidad es la misma: simplemente no hay dinero para tantos.