Koulsy Lamko, dramaturgo, actor y poeta originario de la República de Chad, ubicada en la región centro-norte de África, lamentó que en las corrientes dramáticas y en la creación artística actual predominen la tecnología y el individualismo por sobre la comunicación y la participación.

“Nos dejamos llevar hacia una obediencia por la imposición de cánones estéticos que promueven la segmentación y dejamos a un lado la convivencia con el participante”, dijo durante la plática que ofreció en el marco del VI Coloquio Internacional sobre las Artes Escénicas, que se desarrolla desde el 4 y hasta el 8 de septiembre en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV), bajo la temática “Arte y ciencia de la investigación escénica”.

Planteó que en México el teatro está muy abierto a la recepción de nuevas experiencias y en contacto con una variedad de propuestas provenientes de Europa y Estados Unidos, caracterizadas por la recuperación de la potencia del cuerpo.

Ante los asistentes a este evento, efectuado en el marco del 10 Aniversario de la Maestría en Artes Escénicas de la UV, compartió sus experiencias sobre las artes escénicas en su comunidad y dio una visión global de lo que ocurre en el continente africano.

“La palabra y su escenificación en la comunidad mbay en África”, fue el tema central de la ponencia de Lamko, quien narró que en su país hubo una ruptura con sus tradiciones y raíces como consecuencia de la recepción de la cultura occidental; en el caso del teatro, se dio una crisis ante el surgimiento de propuestas que no interesaban a las personas, pues aparte se hacía uso del idioma francés.

Pero, en la década de los ochenta, hubo una gran reflexión al darse cuenta de que ya no tenían un público asiduo en los actos de alta teatralidad, por lo que se inició una regeneración de territorialización de la gramática acerca de las artes escénicas, adoptándose formas teatrales modernas a partir de las raíces y el principio de participación.

Fue así que interrogando sobre sus raíces, descubrieron que lo esencial del acto teatral es la participación en las culturas profundas e inventaron formas gramáticas desde el teatro ritual hasta un tipo de teatro muy antiguo llamado “El Koteba”, el cual se dejó de lado con la colonización y tiene una vertiente terapéutica.

Poco a poco fueron regresando las personas al acto teatral, pues ahí no funcionan como espectadores sino como participantes que aplauden, gritan e interrogan al que está en el escenario, dijo.

También forman parte del acto creativo que al final se santifica, se sacraliza y representa una comunión.

“Estoy haciendo teatro, cállense y véanme, es algo que nos perjudicó mucho y ahora se está retomando con experiencias muy diversas.”

Subrayó que esto ha generado apreciaciones como la contemplación, la poética y la educación. Además, ha servido para fortalecer al individuo que salió de la comunidad por muchas razones, ya sea por enfermedad o por hacer a un lado su relación con los ancestros, “porque los muertos son quienes nos gobiernan”.

Expresó que durante el acto teatral el individuo se vuelve a integrar a la comunidad y permite que la sociedad funcione ante las adversidades y violencia que se viven, sembradas por el capitalismo y el neoliberalismo.

Al respecto, opinó que al igual que en otras partes del mundo, en África la violencia también se incrementó, sobre todo la violación hacia las mujeres cuando eso no se hacía antes, pues era respetada como madre y fuente de vida.

“Por medio de esta fuerza estética de la participación ofrecemos a la juventud un tipo de potencia regeneradora que vuelve a tejer a la comunidad herida.”

Koulsy Lamko compartió que a los 14 años tuvo su primer acercamiento con el teatro. Eran tiempos de guerra y en lugar de tomar las armas decidió ayudar a su comunidad a través de la escritura de poemas y guiones teatrales.

“Cuando mi país estuvo en guerra entendí la potencia del teatro, ya que invitaba a los alumnos y compañeros de la secundaria a participar en este arte visual.”

Durante esta charla, que fue moderada por Ahtziri Molina Roldán, encargada de la Coordinación del Centro de Estudios, Creación y Documentación de las Artes (CECDA), dio a conocer que desde hace 15 años vive en la Ciudad de México y en 2008 fundó la Casa Hankili, lugar donde vive el espíritu africano y se fomenta el contacto e  intercambio entre artistas e investigadores procedentes de ese continente y los mexicanos.

En 1999, Koulsy Lamko también fue director y fundador del Centro Universitario de las Artes en la Universidad Nacional de Ruanda, en el periodo de reconciliación y justicia que hubo en ese país.

Hasta unas semanas se desempeñó como Coordinador de Difusión Cultural y Extensión Universitaria de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

UV/Claudia Peralta Vázquez