Después de la de Miguel Alemán Velasco, en 1998, las tres siguientes elecciones de gobernador de Veracruz –la de Fidel Herrera Beltrán en 2004; la de Javier Duarte de Ochoa en 2010, y la de Miguel Ángel Yunes Linares en 2016– terminaron impugnadas ante los tribunales electorales, lo que hasta la víspera de su toma de posesión mantuvo en la incertidumbre a los mandatarios electos.
En la de este año, pese al pataleo que la noche del 1 de julio hizo el ex candidato de la alianza PAN-PRD-MC, Miguel Ángel Yunes Márquez –quien todavía dos días después de los comicios se negaba a reconocer su rotunda derrota en las urnas–, el triunfo del morenista Cuitláhuac García finalmente resultó inobjetable gracias a la apabullante ventaja de más de 200 mil votos sobre el primogénito del gobernador Yunes Linares.
Desde entonces se abrió un compás de espera que a muchos veracruzanos les está resultando eterno. Cinco meses entre el día de la elección y el inicio de la nueva administración. Casi medio año entre un gobierno decepcionante, fallido, que todo mundo quiere que concluya de una vez porque actualmente transita sin compromiso ni emoción social, y otro que está por llegar cargando con la esperanza generalizada de que muchas cosas cambien y mejoren realmente en la entidad.
Con el horizonte totalmente despejado, con las circunstancias políticas a su favor –un gobierno federal que será encabezado por un Presidente de la República surgido de su mismo partido, y una próxima Legislatura local con mayoría morenista, igual que en ambas Cámaras del Congreso de la Unión–, García Jiménez está en inmejorables condiciones para preparar un arranque gubernamental excepcional que exige la situación de emergencia en que recibirá el estado el 1 de diciembre próximo, tal como en el nivel federal lo ha venido haciendo López Obrador, quien prácticamente desde su campaña ya tenía definidos a los miembros de su virtual gabinete presidencial y ahora, a través de los diputados y senadores de su partido, ha comenzado a operar el aterrizaje anticipado de una serie de decisiones, tanto en la reestructuración gubernamental como en materia de austeridad y ajuste del gasto público.
En la Ciudad de México Claudia Sheinbaum, quien como Cuitláhuac asumirá el poder dentro de casi tres meses, también ya tiene completo a su equipo de gobierno.
Igualmente en Morelos, Cuauhtémoc Blanco cuenta con todos sus colaboradores, pues rendirá protesta como gobernador el 1 de octubre entrante.
En Tabasco, Adán Augusto López Hernández, también de MORENA, pese a que constitucionalmente asumirá la gubernatura hasta el 1 de enero de 2019, perfiló a su virtual equipo de gobierno este martes al reunirse con el gobernador saliente Arturo Núñez Jiménez y su gabinete, dando inicio formal al proceso de entrega-recepción.
Es cierto, Cuitláhuac no halló en Yunes Linares la misma disposición que López Obrador y otros gobernadores electos sí encontraron en los mandatarios del PRI, PVEM y PRD que van a suceder. Pero eso no obsta para que García Jiménez dé certeza y confianza de que sí sabe y tiene con quién apaciguar al tigre que le dejarán rugiendo en Veracruz.
Hasta ahora sólo ha confirmado a Erick Cisneros Burgos y a Ernesto Pérez Astorga para las secretarías de Gobierno y de Desarrollo Económico, pero faltan otros nombramientos en áreas estratégicas como las de Seguridad Pública, Finanzas y Planeación, Salud, Educación, Desarrollo Agropecuario y otras más.
Y, por cierto, ¿a cuántas mujeres incorporará?