“La verdad a mí me gustó, sentí que esto era lo mío, me sentí como si esta fuera mi otra casa y hasta la fecha aquí sigo”, dice Juan García, que este año cumplirá 32 en el servicio de Bomberos de Xalapa, como integrante operativa y administrativa de la corporación.
De figura esbelta, recta, sonriente y orgullosa enfundada en su uniforme de Bomberos, recuerda que un día a sus 20 años tenía la necesidad de aprender algo, hacer algo además de estudiar la preparatoria.
Ella ingresó a un curso de primeros auxilios que ofrecieron los Bomberos en aquel entonces y de ahí, se les invitó a los asistentes a unirse como voluntarios a la corporación.
“Yo me paré y pregunté si las mujeres también podíamos hacer y me dijeron que si” desde ese momento inició el entrenamiento básico para portar el chaquetón, las botas y el casco que la han acompañado como uno de los atuendos comunes en su vida cotidiana.
Al sonar la alarma, cuando está como operativa, sale junto con sus compañeros y atiende las emergencias por las que piden apoyo los ciudadanos, desde un enjambre, un animal ponzoñoso, un incendio o una explosión.
Recuerda que cuando ella entró a la corporación otras mujeres también decidieron hacerlo con ella, pero poco a poco se fueron retirando porque sus vidas iban cambiando, hasta que sólo quedó ella de ese primer grupo de mujeres.
Juana cuenta con orgullo que en su familia fue la primera en sumarse al cuerpo de Bomberos, nadie antes lo había hecho, y ahora además de ella uno de sus hermanos y un sobrino han decidido participar también.
Además de realizar sus actividades como integrante del cuerpo de Bomberos, Juana aprovecha el entrenamiento físico que necesita para mantenerse fuerte para portar los de 20 a 50 kilos que pesa el equipo y corre para mantener su condición óptima.
El correr, además, le ha permitido participar en carreras de diferentes longitudes, prepararse para cargar mangueras le ha dado la fuerza en piernas y brazos para recorrer largas distancias y obtener medallas.
Uno de los muros del Museo de Bomberos tiene un nicho especial con su nombre y bajo las letras, dentro de una caja con vidrio, es posible ver sus medallas, muchas de primero o segundo lugar en las carreras.
Una de las preseas significativas para ella es un casco de Bomberos color rosa, el cual ganó por llegar en primer lugar en una carrera organizada para apagafuegos, mismo que tiene en su escritorio dentro de la Comandancia de Bomberos.
“Al principio la gente si se sorprendía de ver a una mujer como Bombero, ahora ya no, ya es más común” reconoce Juana al tiempo que recomienda a las jóvenes a unirse a la corporación, la disciplina, el trabajo en equipo y el compañerismo es un sitio donde siempre hay lugar para más mujeres que quieran ayudar en emergencias.
Una de las experiencias que ella recuerda con cariño es cuando fue con sus compañeros a capturar a una serpiente que se había metido a la casa de una anciana.
Dijo que cuando llegaron la mujer estaba muy asustada y tuvieron que calmarla por el miedo y la crisis nerviosa que presentaba, tras llevarse al animal regresaron a la comandancia y no volvieron a hablar del tema, como en otras emergencias.
Días después llegaron a la comandancia y la anciana les había llevado un pastel y agua, como agradecimiento por llevarse al animal y por haber estado con ella en un momento en que su miedo le había ocasionado una situación de mucha angustia.
Brisa Gómez/Avc