A pesar de que los excesos de su poder –entre los que se encontraban los delitos que le imputaron- eran más que públicos, siempre ha habido la certeza de que el encarcelamiento de la maestra Elba Esther Gordillo no fue más que una venganza política del Presidente Enrique Peña. La lideresa, quien estuvo acusada de delincuencia organizada y lavado de dinero, podrá retomar su vida pública.

La maestra había sorteado con éxito –y lo sigue haciendo- cada sexenio, sin importar quien fuera el presidente. La fuerza de su sindicato era necesaria lo mismo para priistas que para panistas; ella lo sabía y no tenía empacho en enfrentar lo mismo a Ernesto Zedillo o a Roberto Madrazo. Expulsada del PRI, se volvió estratégica para los gobiernos de sus nuevos aliados, Vicente Fox y Felipe Calderón, con los que logró empoderarse como nunca.

En nuestro sistema político, la justicia sólo puede llegar a un personaje de ese calibre por la voluntad del Presidente de la República y de nadie más; lo mismo su absolución. Sólo que aquí, en esta historia que hoy cierra un capítulo para abrir otro, hay dos presidentes: el que está en funciones y el electo. Entonces ¿Quién de los dos liberó a Elba Esther? ¿Fue un acuerdo para la transición?

En ambas hipótesis, sólo se confirma que la justicia seguirá estando al servicio del poder político. Y eso se verá en los próximos meses con el debilitamiento de la Suprema Corte para dar paso al nacimiento del nuevo Tribunal Constitucional. Por otra parte, la decisión del juez también pone en evidencia que Andrés Manuel será presidente al menos seis años y medio. Peña dejó de serlo el primero de julio.

Que Alfonso Durazo, próximo Secretario de Seguridad Pública, colosista y amigo de Elba Esther, diga que Andrés Manuel no presionó para su liberación es irrelevante. Su voz no cuenta en esta historia ajena a él; lo que pesa son los hechos, y en ellos se ve una alianza que se construyó primero para la elección de gobernador en el Estado de México, y más tarde, para la Presidencia de la República. ¿Por qué la urgencia de salir a aclararlo?

Lo mismo pasa con la ex ministra de la Suprema Corte Olga Sánchez Cordero -propuesta para la secretaría de Gobernación-, quien ni tarda ni perezosa dijo que la liberación de Elba Esther Gordillo y la entrega de constancia de mayoría como presidente electo a AMLO en el mismo día es una casualidad, cuando todos saben que en este país, la política no deja las coincidencias al azar.

En tanto, López Obrador sigue sumando facturas políticas con cargo a su popularidad y legitimidad política. Las primeras reacciones a la liberación de la maestra apuntan a un presidente electo que tiene control total del escenario nacional. Peña ya ni siquiera evoca el enojo popular. La propuesta de perdón sin olvido no acaba de cuadrar incluso entre los mexicanos que votaron por él; la libertad obtenida este martes por la dirigente magisterial así lo confirma.

Elba Esther Gordillo, en medio de su encierro de cinco años –la mayor parte del tiempo en hospitales privados y en su lujosa residencia de Polanco-, nunca dejó de hacer política; por eso es tiempo de cobrar facturas, lo mismo a sus nuevos aliados que a sus viejos adversarios.

La maestra anunció que el lunes 20 de agosto (otra fecha emblemática, el inicio del ciclo escolar) dará una rueda de prensa para dar a conocer su opinión y posición respecto de estos hechos; no hay que ser pitoniso para saber lo que va a decir: su encarcelamiento tuvo un origen político y que su relación con el presidente López Obrador será respetuoso e institucional.

Tal vez con el único adversario con que contará Elba Esther en el nuevo gobierno sea Manuel Bartlett, con quien tuvo una de tantas diferencias cuando éste fungió como Secretario de Educación Pública en el gobierno de Zedillo. Sin embargo, el poblano será Director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), por lo que estará completamente ajeno del tema magisterial y su lideresa.

Ante lo consumado, no falta quien dice que los dos escenarios son posibles: Peña es un hombre de palabra que cumplió con liberar a la maestra al final de su administración –logró muy marginalmente el objetivo de ganar legitimidad- o Andrés Manuel López Obrador es un hombre tan agradecido, que el mismísimo día que recibe su constancia de Presidente electo, acuerda la liberación de la dirigente magisterial.

Los hechos muestran que lo primero es casi imposible; lo segundo sólo se confirma. Hoy Elba Esther Gordillo está en absoluta libertad.

Las del estribo…

  1. Sea por un asunto aritmético –no le alcanzaban los votos-, sea por una cálculo político de futuro –que se repita la persecución que ejerció en contra de Javier Duarte- o sea porque hubo sensatez y mesura, el hecho de que el gobernador haya decidido no enviar la propuesta de nuevos magistrados, abre un espacio para la serenidad. Hasta ahora, Cuitláhuac no se ha mostrado belicoso o revanchista, algo que alimenta la desconfianza y preocupación del mandatario estatal.
  2. Impunidad y violencia se originan en la omisión y complicidad institucional concluyeron ayer los panelistas del Foro “Impunidad y Violencia en Veracruz” que organizaron la organización Connectas y AVC Noticias. Lástima que entre los asistentes, no hubiera nadie del actual gobierno ni de la próxima administración.