En diciembre de 2010, luego de haber tomado protesta como gobernador de Veracruz y en su primer acto de gobierno, Javier Duarte de Ochoa fue a Tuxpan a dar el banderazo de inicio de obra a la autopista Tuxpan-Ozuluama-Tampico.
Ante el alcalde saliente, Juan Ramón Gánem y el entrante Alberto Silva que tomaría posesión días después, Duarte soltó un choro sobre las bondades de la autopista que llevaría el progreso a aquella olvidada región y conectaría con más rapidez a la zona norte con el resto del estado y la capital de la República.
Hubo aplausos, fotos, apretones de mano y el boato que se genera en esos casos. El gobernador se fue repartiendo sonrisas y la obra quedó abandonada por casi cinco años.
Fue hasta el 30 de septiembre del 2015 cuando nuevamente Javier Duarte, ahora acompañado del Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza y el delegado de la SCT, William Knight Bonifacio, dio el segundo banderazo a la misma carretera, pero no se avanzó mucho y la obra volvió a pararse.
(Todo lo anterior lo comento solo como antecedente de una obra que tardó más de seis años en echarse a andar).
En 2017, ya en el gobierno de Miguel Ángel Yunes, por fin arrancaron los trabajos, pero en el tramo El Higueral la empresa portuguesa Mota Engil hizo un soberano merequetengue que pone en riesgo no sólo el patrimonio, sino la vida de los habitantes de al menos 12 comunidades.
Mota Engil puso terraplenes cuyas descargas de agua van a dar directamente a las comunidades, y al pilotear un puente que atraviesa el rio Tuxpan, los trabajadores taponaron en un 80 por ciento el cauce del río. Además de taponar el cauce de los esteros de Chomotla y Zapotal Zaragoza.
Las comunidades están asentadas en zonas bajas y cercanas a lagos, lagunas, esteros y el mismo río que son de respuesta rápida, y los vecinos temen que tanto los terraplenes como el tapón que tienen el río y los esteros, provoquen inundaciones que no les den tiempo de asegurar sus pertenencias… ni sus vidas.
“Los diques pueden ocasionar que si se suelta un aguacero se desborden el río y los esteros y se nos vengan encima toneladas de agua antes de que tengamos tiempo de reaccionar” han manifestado en varias ocasiones, pero haz de cuenta lector que le están hablando a una caraja pared.
Cansados de que nadie les haga caso, habitantes de las comunidades Buenos Aires, Boca del Monte, Higueral, Juana Moza ejido y congregación; Chomotla congregación y colonia; Chijolar, Frijolillo, Zapotal Zaragoza, Cruz Naranjos y Alto Lucero, bloquearon el tramo carretero a la altura de El Higueral.
La único que lograron fue que los visitara Blanca Aburto, residente de la SCT en Tuxpan, acompañada del proyectista de la obra, pero sólo se limitaron a escuchar y eso fue todo. “Es evidente que no dimensionan la magnitud del problema”, me dijo María de los Ángeles Padilla Cruz, agente municipal de El Higueral.
Los comuneros ya le escribieron una carta al gobernador donde le señalan las anomalías, además descubrieron que ni la SCT ni Mota Engil tienen permisos para hacer las barrabasadas que están haciendo. Es decir, ya lo sabe quien lo tiene que saber pero nadie hace caso. Nadie.
Son cientos de familias las que pueden resultar afectadas si una avalancha de agua provocada por la presión del río y los esteros taponados, ocasiona una inundación de la noche a la mañana; una inundación que incluso podría costar vidas.
¿Quién se hará responsable si ocurre una tragedia?
El gobernador ya se va, Genaro Ruiz Esparza también. Quizá le echen la culpa a Duarte o a Peña Nieto o a Mota Engil y así se irán echando la bolita.
Quizá el nuevo gobierno ordene una investigación y al final suceda lo de siempre: que no haya responsables.
Por lo pronto, nadie hace caso al llamado de unos comuneros para que se evite una desgracia.
Qué le vamos a hacer; así se estilan las cosas en este país.