Luego de los resultados electorales del primero de julio, el Partido Revolucionario Institucional empezó a explorar las muchas posibilidades de lo que debe ser su futuro.
El PRI se encuentra en el momento más difícil de su historia por lo que requiere de una reflexión profunda de lo que nos ha llevado a perder de manera sistemática la confianza de los electores.
En Veracruz hemos perdido dos elecciones de Gobernador de manera consecutiva; hoy tenemos la menor representación en el Congreso local y gobernamos en un número muy reducido de municipios.
Los factores son muchos; tratar de encontrar responsables de manera individual sólo sirve a la polarización de un partido que requiere reorganizarse para mantener su membrecía.
Por ello, el análisis no debe hacerse desde la frustración de la derrota. Tampoco puede planearse el futuro del PRI desde la ambición personal de sus dirigentes y militantes.
En el pasado proceso electoral tuve la distinción de trabajar por y para el partido, lo mismo como Comisionado Político del CEN del PRI, que como coordinador de la campaña de José Antonio Meade en el Estado. Lo hice con absoluta lealtad a mi partido y con esta convicción me entregué a la tarea asignada, sabiendo que prevalecía un escenario sumamente adverso, condicionado por el fenómeno electoral que representaba el actual presidente electo y la maniobra del gobierno estatal por llevar a cabo una reelección disfrazada.
Agradezco la confianza que el candidato Pepe Yunes me obsequió en todo momento. Asistí a todos los eventos a los que fui convocado, como el arranque y el cierre de su campaña, el debate en el museo de Antropología y a todos los eventos que Pepe Meade, junto con Pepe Yunes, encabezaron en Veracruz durante la precampaña y la campaña de ambos.
El resto del tiempo lo ocupé operando en tierra en favor de todos los candidatos del PRI a los cargos de Senador, de diputados locales y federales.
Puse a disposición de nuestros abanderados todos los recursos humanos y materiales a mi alcance. Tuve la posibilidad de proporcionarles miles de microperforados para medallones de vehículos; algunos no tuvieron más propaganda que esa.
A pesar de ello hay quienes, sin haber movido un dedo en favor de nuestros candidatos -y escudados en el más cobarde anonimato- han difundido cuestionamientos a mi lealtad y a mi desempeño en el proceso electoral que recién concluyó.
En favor de la unidad interna del PRI, debo señalar de manera enfática que no moví un solo voto en contra de mi Partido, ni el mío, ni el de mi familia, ni el de la asociación política Alianza Generacional a la que pertenezco.
La frustración de la derrota no debe ser el cristal a través del cual se analice un fenómeno electoral que se presentó en todo el país. Entiendo -porque lo he vivído muchas veces en mis casi cuatro décadas de participación política-, que el fuego amigo es más agresivo que el del adversario.
A mis detractores y a quienes comparten conmigo tareas y proyectos les quiero decir que no me van a detener. Seguiré haciendo política y seguiré creciendo, porque esa es mi vocación. Porque sigo convencido de que Veracruz vale cualquier esfuerzo.
El PRI, el Partido al que representaré en la próxima Cámara de Diputados, seguirá siendo mi casa porque ahí me formé y ahí he tenido la fortuna de desempeñar los más diversos cargos de la administración pública y de representación popular.
En política, los vacíos siempre se llenan. No conozco a un partido, grupo o corriente política que no peleen posiciones; y estas se destinan a quienes tienen fuerza y liderazgo; no es coincidencia que nos las hayan dado. Soy leal a mi equipo y a aquéllos que se la juegan con los proyectos que emprendo, de la misma forma que lo he sido con el Partido y quienes me han brindado su confianza.
Como siempre, estaré donde Veracruz y el Partido me necesiten.
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