Hace algunos días dijimos que el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, iniciaría una serie de cambios que difícilmente hubiera hecho cualquier otro presidente. Pero también señalamos que se tratan de ajustes de carácter administrativo, muy lejos de la cuarta transformación histórica a la que ha referido.
Y uno de ellos es precisamente la descentralización del gobierno federal. Las interpretaciones son muchas. Desde el hecho de que su ego y poder son tan grandes que no caben en la Ciudad de México, como el hecho de que la descentralización fortalece el federalismo, aunque aún no se sabe los criterios utilizados para enviar cada una de las entidades del sector privado a su nueva residencia.
El caso es que Veracruz sigue buscando un mejor destino y no lo encuentra. Apostó por sacudirse la malaria del duartismo fiel –con el triunfo de Cuitláhuac García hay dudas fundadas de que lo hayamos logrado-, pero resulta de que a pesar de que nunca había recibido tantos recursos de la federación, estos nomás no se notan; y considerando que el gobernador perdió la elección, pues simplemente no los volveremos a ver porque se fueron a la basura del proceso electoral.
Si bien hay obras, estas no representan ni por mucho los más de 100 mil millones de pesos que se reciben de la federación cada año. Ni Duarte los tuvo, parafrasean al presidente electo.
Pero con el segundo golpe de timón las cosas tampoco prometen. Si Yunes Linares se va el mismo día que López Obrador sea ungido Presidente, entonces no habría porqué suponer que Veracruz sería un estado sujeto al veto del tabasqueño. Por el contrario, tendría que estar agradecido por la gran cantidad de votos que le prodigaron los veracruzanos.
A pesar de que tenemos la matrícula escolar más grande del país, de que somos el corazón energético de México –lo mismo en energía eléctrica, nuclear y petroquímica- que esta es la puerta histórica de México al mundo, y de muchas otras cualidades que se nos reconoce, Veracruz no será sede de la Secretaría de Educación Pública, ni de Energía o de Cultura. Aquí no estará la Comisión Federal de Electricidad, acaso la Comisión Nacional del Agua, pero ninguna otra dependencia del gobierno federal. A Veracruz sólo le tocarán migajas.
Por supuesto que el cambio de sede de las secretarías de Estado no representa en sí misma una inversión; sin embargo, se fortalece en lo institucional a los estados, se acercan los servicios a sus ciudadanos y se generan espacios burocráticos de aquéllos funcionarios y servidores públicos que por cualquier razón decidieran no hacer la mudanza.
El próximo gobierno de Andrés Manuel López Obrador adelantó que ya comenzarán con la mudanza de la Secretaría de Turismo y de Medio Ambiente y Recursos Naturales a Quintana Roo y Yucatán, respectivamente; como parte de la descentralización, a fin de homologar el crecimiento en todos los estados de la República.
Es lógico que la idea de mover las dependencias federales a otras partes del país propuesta por López Obrador, provocó varias suspicacias y reacciones sobre cómo piensa llevar a cabo este plan. Para llevar a cabo este proyecto se prevé un monto de 125 mil millones de pesos en promedio para la construcción, equipos, sistemas, mobiliario y mudanza de las 31dependencias, más otros 22 mil 805 mdp para estudios, evaluación de las dependencias y el costo de traslado. Esta cifra es equivalente al ajuste presupuestal hecho por Hacienda para este año.
Integrantes de su equipo de transición han señalado que el proceso será lento y que se espera que en septiembre se conforme una comisión especial que se encargue de realizar estudios de la situación de cada dependencia y del presupuesto que se requiere para su cambio de sede. Alfonso Romo, quien será el jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, aseguró que el proceso no será «irresponsable» y que cuidarán las fuentes de empleo y al personal que actualmente labora en cada una de las dependencias federales.
No ha sido la primera vez que se habla de descentralización, en la década de los 50 Adolfo Ruiz Cortines propuso llevar los excedentes de población a las zonas costeras con un proyecto llamado “marcha al mar” y luego de los sismos de 1985 también se inició un plan para mover las secretarías; sin embargo, estas propuestas no prosperaron.
Por cierto, tal y como lo hizo Yunes Linares en Veracruz, todas las áreas de comunicación social del gobierno federal desaparecen, bajo el argumento de que son cargos que se duplican –contralorías internas, de sistemas y otras, ¿no estarían en la misma situación?-; más bien, la decisión tiene un tufo a censura luego de que el presidente electo anunciara que se va a concentrar toda la comunicación del gobierno en una sola entidad.
Es decir, sólo habrá una verdad: la de Palacio Nacional.
Las del estribo…
- Si el PRI ha seguido a pie puntillas el librito para perder las elecciones –olvidarse de la gente y de su democracia interna-, ahora muestra una disciplina tibetana para eso de desaparecer a nivel nacional. Ayer se fue su presidente René Juárez Cisneros dejando a merced de los buitres despojos de un PRI que pareciera convencido de su eutanasia.
- Un Congreso a modo que intenta imponer un Fiscal Anticorrupción y a nuevos magistrados; empresarios que entran a palacio de gobierno y amenazan con quedarse a dormir hasta que les paguen; adeudos en muchas de las áreas de gobierno. Nadie imaginó, ni el propio Yunes Linares, que su gobierno terminaría siendo una copia fiel del derrumbe de Javier Duarte.