Son de historias-17
La falsa idea que me había formado sobre lo que es el espíritu, impide ver la verdad. Aunque la fuerza de la verdad que esta ante los ojos de algunos, su mente no les permite ver lo racional. Conciben una idea falsa que para ellos es cierta. La mente racional provoca discordia con la mente irracional. Quién sabe que naturaleza les impide ver la verdad. Una naturaleza concebida en un estatus vicioso del ánimo, esta se avienta en ímpetu con turbia insolencia. Estimado Jevs.
Es la indolencia un descarrío querido Aurelio Agustín, porque los pasos que de ella se dan, son el conjuro de los sentidos que silban en la consciencia y por lo tanto en la voluntad de quien la predica.
Pero querido Jevs, lo afirmas como si fuera un inconsciente del ser, cuando estos hechos se avocan a una verdad del entendimiento de quien dispone actuar indolentemente. Quien actúa con indolencia, es consciente de su proceder y de sus actos, porque sabe que esta en busca de un objetivo que se convierte en su interés, que para él es una verdad y por lo tanto de esa verdad, que no es la verdad, surge su voluntad de atrevimiento indolente.
Aurelio Agustín, de alguna manera así es. Es inconsciente y es consciencia. El inconsciente se va adquiriendo durante la evolución, porque nula o poca capacidad es dada al hombre para darse cuenta de lo que, y quienes le rodean. Un todo que lo infiltra en su sistema celular todo y en su pensamiento, acompañado desde la existencia primigenia de la vida y a ello se condiciona. Por eso, las voluntades y los valores varían. Pongo por ejemplo, la vida aquella; en que el hombre o todo ser viviente es concebido; que nace y se desarrolla en un contexto adverso escabroso y árido. Esa condición le provoca la voluntad de sobrevivencia. La condición de esa naturaleza le aguza los sentidos y le fortalecen la voluntad que le permiten ser. Todo aquel hombre o vida, que habita en un entorno amable, donde se requiere de menor esfuerzo para alcanzar los recursos para la subsistencia, el hombre o lo viviente, se vuelve un ser con menos capacidades debilitándole ante la adversidad. Esto le debilita, porque se condiciona a todo lo que le esta dado para sus necesidades vitales. De la condición hostil, surgen las virtudes y la voluntad que impulsa la fortaleza del hombre.
¡Oh Dios Jevs, hablas de las virtudes!, ¡conviértenos a Ti señor, muéstranos Tú rostro, y seremos salvos! (Salmo 79,4). Porque a donde quiera que se vuelva el alma del hombre, fuera de las virtudes, queda fincada en el dolor.
Da la oportunidad Dios, al hombre de hacerse en la virtud, porque en cosas esplendidas esta dado, desde que lo creaste, las cosas bellas son Tú. Porque Tú las hiciste y sin Ti nada serían.
Estas cosas querido Jevs, tienen su aurora y su ocaso. Que al nacer tiende el ser, a crecer, para perfeccionarse. Mientras más de prisa el hombre encuentre el camino de las virtudes apresurará el rumbo del entendimiento del universo y de él mismo. Con la palabra humana, que consta de signos sonoros; completa las frases del entendimiento a condición de lo que alabe su alma.
Aurelio Agustín el descarrío de la indolencia es corrupción. ¿Es Dios el qué mueve la mente y los cuerpos, faltando a la integridad de lo bello, deplorando su ánimo, en una aptitud, que se conduce en actitud, convirtiendo a los indolentes en prevaricadores inconscientes cuando ni siquiera el ser es la causa original?
En parte querido Jevs, en parte. Las manifestaciones de indolencia del hombre son el instrumento de su contexto, de
su entorno. Por ello flaquea y le trastorna, llevándole a la pérfida indolencia, provocándole desequilibrio interior y exterior. Desequilibrio que surge del exterior, su yo social, creado por él mismo, en una constante circunvolución. Un rostro define todo. Las facciones son la arcilla que ha ido moldeando la escultura de ese ser, que se va cerrando en un semblante de vehemencia. Con sus pensamientos en tinieblas, cierran el paso a la razón.
Entonces Aurelio Agustín, ¿Dios creó esta circunstancia progresiva incansable que en todo ser con vida se desarrolla, precisamente para sobrevivir? Siendo la insolencia una forma de desesperación para permanecer, en busca de dominar a los demás. Así se encuentra la estatura del espíritu en la creación de la vida. A la vez, este instinto provoca dolencia a otros por su indisposición. Es una forma vital para la existencia. ¿Es acaso la autodestrucción entre las especies? ¿Una autodestrucción penetrante que causa profunda herida, volviendo despiadado al ser con sus semejantes y su hábitat? ¿Este mal es la substancia que la mente humana con sus condiciones vivientes ha aprendido por la mano de Dios?
No, no todo es causa de Dios, Jevs. También el hombre es creador de su circunstancia, de su condición.
¡Cuánto de teatral tiene el hombre en la obra de su vida! Querido Aurelio Agustín.
Es su origen, porque la condición en que nace le subordina y le limita querido Jevs.
¿Le limita o se limita?, porque bien se sabe que el hombre puede deshacerse de ello, continuando su presencia terrenal no siendo indolente. Este hecho, le corrompe. Por ello Dios a fijado la necesidad de que el hombre, no crea en sí mismo, y se justifique en un ser supremo que le resuelve todo, alcanzando incluso a perdonarse.
Pero ese perdón, querido Aurelio Agustín va atado del no olvido. Y ahí esta el castigo divino que el creador le procura. Una especie de encadenamiento por sus acciones equívocas, que le hacen tener el sentido de culpa, que le somete y le retiene de sí mismo.
Esa culpa, le ata a un Dios que de origen es el hombre mismo. Pero tiene que volver a él en busca del perdón, porque quiere confirmarse. Más el hombre es su semejanza, porque el prójimo Aurelio Agustín, él mismo es el Dios que él creo. Igual que al tiempo. Algo inexistente, pero que lo define como humano que es.
¿Entonces querido Jevs, para ti Dios no existe?
Lo hizo el hombre Aurelio Agustín, a semejanza.
¿Entonces el universo?
Lo hizo el Creador Aurelio Agustín. Es diferente.
Sintácticas
De San Antonio:
Cuando no quieres ver o escuchar lo que es, te niegas a ti mismo.
Cuando un hombre esta derrotado, es porque se encontró a sí mismo.
El pecado es bíblico.
De San Emilio:
Intentar conocerse es un escabroso camino del alma.
Una acción puede ser moralmente correcta, aunque no produzca la mayor cantidad de bien, porque es justa por sí misma.
Sofia Vasheruk. Tchaikovsky: Piano Concerto nr.1. Young Pianist Festival, Amsterdam.