En enero salía a la luz una noticia alentadora: el daño a la capa de ozono se había reducido. Al cabo de unos meses, los científicos comenzaron a notar que nuevamente estaban emergiendo gases contaminantes en algún punto de Asia. Ahora la respuesta es clara: vienen de China.
Todos los dardos apuntan a los CFC (clorofluorocarbonos). Estos compuestos químicos son altamente nocivos para el medio ambiente y se pueden quedar décadas en la atmósfera. A pesar de que se ha prohibido la utilización industrial, siguen existiendo empresas que les importa más la producción que el impacto al medio ambiente.
La Agencia de Investigaciones Ambientales (EIA) encontró un uso generalizado de CFC-11 en China, particularmente en el sector de la construcción de hogares. El CFC-11 resulta eficiente para la espuma de poliuretano, que se utiliza como aislante doméstico. El gas ilegal se ha utilizado en la producción de estos aislantes, por su valor inferior.
Avipsa Mahapatra de EIA, mencionó a la BBC lo siguiente:
Estábamos absolutamente desconcertados al descubrir que las empresas confirmaron abiertamente el uso de CFC-11 y reconocieron que era ilegal (…) El hecho de que estuvieran tan despreocupados al respecto, el hecho de que nos dijeran abiertamente que estaba generalizado está en el mercado, fueron hallazgos importantes para nosotros.
La espuma de poliuretano producida en China es casi la tercera parte de la que se hace a nivel mundial, por lo que el impacto en la capa capa de ozono podría ser significativo. De momento, se espera que existan fiscalizaciones más fuertes y no se descartan sanciones a China, producto del Protocolo de Montreal.
FayerWayer/César Muñoz