La copiosa e histórica votación a favor de Morena este domingo, fue un desquite del electorado contra los pésimos gobiernos del PRI y el PAN.
Fue más que un grito de rebeldía de millones de mexicanos; fue decir ya basta a tanto atraco e impunidad.
Por eso colmaron las urnas, muy por encima de la votación que hubo en las elecciones de 1994.
En aquella ocasión la gente salió a votar en masa por miedo (habían matado a Luis Donaldo Colosio). Esta vez salió a votar por hartazgo; y tanto fue su hartazgo que le dieron todo a Andrés Manuel López Obrador. Le dieron la Presidencia, la mayoría en el Congreso Federal y en los Congresos locales, las gubernaturas y sobre todo le dieron su confianza.
El vendaval de Morena arrasó con lo que encontró a su paso y uno de los damnificados fue José Francisco Yunes Zorrilla, sin duda el mejor candidato a gobernador que ha tenido el PRI de muchos lustros a la fecha.
Como político, Pepe es dueño de una intachable carrera de más de 20 años que comenzó como alcalde en su natal Perote. Como ser humano es un caballero y un amigo excepcional siempre dispuesto a ayudar y a servir. Pepe es un amigo para presumir.
¿Por qué no llegó a la gubernatura? Por muchos factores. Es y será un buen político y candidato, pero la inercia del descontento y hartazgo popular lo alcanzaron porque pertenece al PRI.
Durante su campaña cargó con culpas que no son suyas como pertenecer a un partido devaluado y rechazado (del que nunca ha renegado). Cargó con el peso de ex gobernadores ladrones, con la desbandada de priistas descontentos y como contrapunto, con duartistas oportunistas que para su infortunio, se le pegaron como lapas y se treparon a la fuerza a su carro.
Hay que sumar además la traición de quienes se dijeron sus incondicionales y lo dejaron a su suerte.
Este lunes Pepe reconoció su derrota, asumió su responsabilidad por los resultados del PRI que calificó de “devastadores” y anunció que hará un alto en su carrera política. “No me verán alzando la mano para ocupar otro espacio que se abra en el partido” dijo.
Es natural, la herida está fresca y sangra profusamente.
Pero si el PRI quiere subsistir, deberá refundarse. No sólo cambiar hasta de nombre, sino valerse de cuadros jóvenes como José Yunes Zorrilla y mandar bien lejos a los que por años han medrado a costillas del tricolor.
La época de los corruptos, ladrones, caciques e incluso asesinos que hicieron fuerte al PRI, debe desaparecer y dar paso a una nueva etapa donde predominen la honestidad y honradez de sus militantes.
Son cientos los que cumplen a cabalidad con ambas virtudes y ya va siendo hora que tomen las riendas del partido y expulsen a las rémoras.
El revolcón al PRI fue de antología al grado que casi desapareció del mapa político veracruzano, por lo que urge una recomposición en todos los ámbitos y “replantear agenda, método y modelo para seguir siendo una opción y una alternativa frente a la sociedad veracruzana” como dijo el propio Yunes Zorrilla.
Ya basta de bandidos grandes y pequeños, de dinosaurios mantenidos, gobernadores impresentables y legisladores corruptos arrogantes e impunes en el tricolor.
Por su bien el PRI deberá refundarse. Y nadie como José Yunes apoyado en hombres de talento como Américo Zúñiga Martínez y Enrique Mendoza (por citar sólo a dos) para encabezar esa gran cruzada en Veracruz.
¿Por qué debe ser Pepe ese hombre? Porque conoce el estado y sus problemas, porque ha solucionado muchos de éstos, porque lo conocen los veracruzanos y saben de su capacidad política, así como de su honradez y honestidad.
Hoy, a 48 horas de la derrota más estrepitosa, es muy temprano para ordenar las ideas. Hay que darle un poco de tiempo al tiempo.
Una vez que eso pase, Pepe Yunes y el PRI estatal deben replantear agenda, método y modelo para volver con más ímpetu a la batalla.
No hay de otra.
Porque darle las gracias al peroteño y dejarlo que se vaya a su casa, será un gravísimo error que el tricolor lamentará siempre.