Agua Dulce, Ver.- A sus 54 años de edad, Guadalupe Flores de la Cruz decidió salir de su país e iniciar el viaje hasta los Estados Unidos por primera vez. A cuatro días de comenzar la aventura, tras pagar 1,600 dólares que —le aseguraron— la llevarían hasta la frontera norte, se encuentra varada en el sur de Veracruz acabando, de suerte, de escapar de la muerte, con ropa y una mochila regalada, sin dinero, comida ni agua y todo un camino por delante.
Esta mujer es oriunda de El Salvador, país asolado por la crisis económica, la delincuencia y hasta por las cenizas del volcán de fuego que hizo erupción en semanas anteriores. Su esposo falleció hace tiempo y sus hijos ya están grandes, así que ante la desesperación de vivir entre una mala economía decidió arriesgar su pequeño patrimonio e iniciar el peligroso viaje hasta la Unión Americana.
Para juntar los 1,600 dólares —equivalentes a unos 32 mil pesos mexicanos actualmente—, Guadalupe empeñó su casita: ahora, dice que los papeles ya no le pertenecen y que deberá trabajar arduamente para poder recuperar lo único seguro que tenía en El Salvador.
Pero ella y otras decenas de migrantes indocumentados no contaban con que la mala suerte les jugaría en contra: después de haber salido de El Ceibo, Guatemala, una localidad ubicada literalmente en la frontera con Tabasco, México, se descompuso el sistema de refrigeración del tráiler en el que viajaban, cuando apenas llevaban una hora de camino.
El viaje en la caja, a pesar de ser corto, fue difícil. El hacinamiento en el que estaban casi 300 personas los obligaba a hacer sus necesidades fisiológicas en una cubeta, incluso frente a la vista de todos.
Los ‘polleros’ prefirieron abandonar la unidad en el territorio mexicano, cerca de Tenosique, Tabasco y los migrantes que viajaban, desesperados, comenzaron a golpear la puerta de la caja hasta que la abrieron y corrieron a refugiarse mientras que llegaban policías.
No es la primar vez que ocurre esto: de hecho, el tránsito de migrantes a bordo de camiones se ha incrementado en este 2018 y apenas en enero se aseguraron dos unidades en territorio de Agua Dulce, en la frontera con Tabasco.
Guadalupe recuerda la escena y narra que, cuando se dio cuenta, ella ya estaba corriendo entre la maleza al igual que sus compañeros de viaje de El Salvador, Honduras, Belice y Guatemala. Entre los viajeros había cerca de diez niños y una mujer embarazada que, asegura, murió en el viaje.
Después del fallido viaje en el camión, para seguir el camino debieron subir a “la bestia” en donde, comenta, fueron asaltados por mexicanos y finalmente llegaron al municipio de Las Choapas, en Veracruz, en donde se dividieron momentáneamente para conseguir recursos.
Guadalupe mira sus ropas y explica que perdió todo lo que traía: ahora, deambulando en la ciudad de Agua Dulce, lleva una camiseta negra que dice “Guadalajara” y una mochila rosa que la gente le ha regalado por caridad. Va caminando de casa en casa por las colonias tratando de reunir alimentos o dinero, misma situación que repiten unos 150 migrantes en Agua Dulce y otros 150 en Las Choapas. En los últimos días sólo ha comido galletas y refresco.
Esta quincuagenaria regresó a Las Choapas en donde se reunirá con el resto del grupo migrante que planeará cómo avanzar, si es que lo desean hacer. Hay niños en el grupo y mujeres encintas, insiste, situación que le preocupa.
Ante la crisis migratoria que vive Estados Unidos por las políticas impulsadas por el presidente Donald Trump, centroamericanos como Guadalupe reconocen que es más difícil llegar al país vecino, sobre todo si no cuentan con familia, pues arribarán a su suerte con el único ánimo de trabajar.
“Le pedimos que se compadezca, porque todos tenemos corazón; él es güero, pelos amarillos y desgraciadamente nosotros somos negros, no somos de su color, pero quizá tenemos un corazón más grande que el de él y tenemos sentimientos”, es lo último que implora Guadalupe con la mirada puesta hacia el norte, pues señala con amargura que dejó tras de sí su casa, su único patrimonio, así que ya no se tiene permitido regresar.
Violeta Santiago/Avc