Desde que salió a anunciar que la PGR había solicitado la detención provisional con fines de extradición de Karime Macías, ya desde ahí iba mal el gobernador Miguel Ángel Yunes. ¿Por qué?, porque no tiene ninguna autoridad jurídica para dar ese tipo de noticias.
Para colmo, el ruido del petardo mediático duró menos de treinta minutos antes de que la PGR saliera a desmentirlo.
Yunes Linares reviró al asegurar que había platicado el 4 y el 11 de este mes con el encargado de la PGR que “muy amablemente” le explicó la situación de Karime y los pasos a seguir.
“Yo no miento”, subrayó el gobernador y como sé que la mentira no es su fuerte y que no se le da, le creo.
Pero creencias aparte, sus ansias por ser ajonjolí de todos los moles le jugaron una mala pasada porque quedó en ridículo. Además, le dio un sopapo a la campaña de su hijo el candidato.
Mientras Karime se sigue paseando por el súper chic barrio de Belgravia con altas posibilidades de convertirse en súbdita de Su Majestad, acá de este lado del mundo Miguel Ángel Yunes Márquez ve cómo se le está yendo el trono en poder de su papá.
Hace unos días un analista político dijo que el gobernador es capaz de todo con tal de heredarle a su vástago la gubernatura. Quizá por eso este jueves viajó a Houston (con Rogelio Franco Castán que de seguro le sirvió de traductor), al exclusivo barrio de Woodlands y desde ahí soltó otro choro.
“Aquí Duarte y sus cómplices compraron decenas de casas; literalmente decenas de casas. Hoy probablemente recuperemos dos, e iniciaremos tratos para recuperar diez más”, dijo.
Uta madre, entonces ya no fueron decenas, sino doce casas de las cuales “probablemente” se recuperará apenas el 10 por ciento.
Sea por Dios.
Pero el abogado de los esposos Duarte-Macías, Ricardo Antonio Sánchez Reyes Retana, lo bajó de la nube al manifestar que ni Karime ni Javier Duarte tienen propiedades en Houston. Tan es así que la demanda presentada contra el ex gobernador en esa ciudad fue desechada por un juez por ser “notoriamente improcedente y carecer de sustento”.
“Cualquier ardid publicitario que haga el actual gobernador de Veracruz nada tiene que ver con mi cliente. Sostengo que tiene propósitos distintos a los jurídicos y legales, situándose en el ámbito político electoral”, dijo el abogado y Yunes Linares no contestó.
Miércoles y jueves fueron fatales para el gobernador que ya no sabe qué hacer para que su hijo se empareje con Pepe Yunes y vuelva a tener posibilidades de seguir en la pelea por la gubernatura.
La faramalla de las “adhesiones” ya no cuaja y menos cuando los adherentes son el vividor de Antonio Luna y los venerables ancianos de la CROM, confederación que con más de 100 años se creía extinta de muerte natural.
Y en el equipo de asesores del junior el panorama no es mejor: “Hay demasiados gritos; órdenes y contra órdenes. El ambiente es espeso; nada que ver con las primeras semanas de campaña. El nerviosismo e intolerancia existentes son síntomas inequívocos de que las cosas se descompusieron”, me dijo un cercano al candidato panista.
En contraparte, la campaña de Pepe Yunes sigue superando expectativas. “Las manifestaciones de apoyo rebasan lo esperado. Me tocó cubrir la de Zongolica donde estuvo (José Antonio) Meade y las de Atzalan y Alvarado. Qué bárbaro, multitudes en los tres lugares y apoyo total para Yunes Zorrilla”, me comentó un compañero periodista.
Paradojas de la política: mientras hace apenas un mes nadie en el equipo de Yunes Márquez se preocupaba por el peroteño, ahora no los deja dormir al registrar un crecimiento que creyeron imposible.
Cuando faltan ocho días para que los veracruzanos salgan a votar, la lucha por la gubernatura se perfila entre dos: Pepe y Cuitláhuac, con Miguel Ángel Yunes Márquez viendo cómo se le escapa a su papá, el sueño largamente acariciado de ser el patriarca de una monarquía estatal de 14 años.