Como su paisano y tocayo, Facundo Mercadante no es de aquí ni es de allá, la narración hablada y alada es el color de su identidad.

Narrar es mi color de identidad

Yo soy Facundo Mercadante, desde hace cinco años vivo en Colombia, quisiera pensar que de alguna manera represento a ese hermoso país que me acogió y que elegí para vivir, pero originalmente soy de Mendoza, Argentina, la zona más alta de la Cordillera de los Andes, de un pueblito pequeño que se llama Luján de Cuyo. Me gusta mucho leer y escribir, eso es lo que he hecho en la infancia y de grande estudié una carrera universitaria, Ciencia Política y Administración Pública, y Gestión Cultural, todo para tratar entender un poco más al mundo y te diría que 30 años después de haber entrado en la escolaridad, lo entiendo cada vez menos.

En algún momento comprendí que todo lo que traía venía de libros, pero en realidad, una parte de la lectura y la escritura a veces era pesada, me gusta mucho pero gracias a un festival que llegó a mi tierra pude descubrir algunos narradores, algunos cuenteros y desde ese momento dije a mí me gusta eso, me gusta cómo la gente se para a narrar o se sienta a narrar o narra con todos, en el sentido de que la narración es algo que está en construcción, nunca es el mismo cuento, es algo que está vivo, es algo que se produce, justamente, en vivo y en directo. Sin abandonar la escritura y la lectura, me puse a entrenar y me di cuenta de que ya tenía un interés porque de chiquito contaba o actuada, eso está ya en uno, entonces detonó.

Después, en 2012, tuve responsabilidades institucionales en mi provincia, fui director de una biblioteca pública grande durante cuatro años y fui responsable de la editorial del gobierno de Mendoza durante un año. Siempre me reuní con escritores y con lectores, pero el 12 de diciembre de 2012 me decidí a viajar por Latinoamérica, quería conocer el continente, salir al mundo y eso fue lo que hice. Me detuve en Colombia no sé por qué, por sus conflictos, por sus sabores, por su gente, por sus canciones, por su misterio.

Ahí me encontré con narradores y seguí entrenando, eso llevó a que me invitaran a festivales, a hacer talleres. Ahora también trabajo en bibliotecas como promotor de lectura y escritor de oralidad. Definitivamente, uno de los mejores viajes que puede hacer el ser humano, es el de la escucha como la actividad primera y última, quizá, que hagamos como humanos.

En el 2017 me llegó la invitación a una escuela de cuentacuentos en Chile, ahí conocí a varios e los cuenteros que están aquí, incluida Arely León Sánchez, hicimos una linda amistad y después me invitó a participar en el Festival Itinerante, hay que imaginarse la alegría que sentí cuando me dijo te invito a un festival a contar y a escuchar, aparte, a un festival de este tipo.

Quiero destacar que hemos estado muy en contacto con la comunidad, con las personas, con los chicos que tienen una avidez de cuentos, una avidez de alimentar su imaginación con nuestra imaginación y entre todos alimentar la palabra. La verdad es que me han sorprendido los padres, los profes, los lugares que nos han recibido, la comida con la que nos han recibido. El cariño ha sido abrumador, queremos estar a la altura de ese cariño y contar lo mejor posible y escuchar lo mejor posible y abrazarlos, abrazar a este país al que le hace tanta falta, a mi país, Argentina, también le hace falta, a Colombia también le hace falta. Ojalá hayamos podido tocar algún corazón, alguna garganta, algún oído.

Como humanos, sentimos que la esencia está en la palabra, veces la palabra puede enmascarar su esencia pero nosotros buscamos que la haga emerger en nuestro ser y creemos que así lo logramos: reuniéndonos, comiendo como lo estamos haciendo en este momento, charlando, contando.

Ha sido muy bonita experiencia, estoy muy agradecido con Arely, con las personas que se hacen eco y con todos los que vienen a escuchar y a contar con nosotros. El narrador nunca cuenta solo, el cuento está en los ojos y los oídos y el corazón de quien escucha, y nosotros lo activamos. También ha sido muy interesante que además de las funciones, hemos tenido dos conversatorios en los que hemos tenido espacio para la reflexión, yo he vuelto a pensar por qué cuento los cuentos que cuento, si realmente conozco mis orígenes familiares, sociales.

Ha sido una bofetada de realidad, de fantasía, de búsqueda y en eso estoy, tengo apenas 35 años, me siento todavía en los primeros escalones de la narración, pero seguro de poder seguir caminando en este camino. Un fuerte abrazo a todos, un gran saludo y muchas gracias por acompañarnos.

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