172 días y adiós. Siguen gasolinazos, retrocesos y escándalos de corrupción de malos y peores gobiernos, pasados y presentes.
¿Por qué no sancionar aquí y ahora, a evidentes ineficientes y delincuentes en el gobierno?
Imprescindible evaluar a los que están y se van, No solo a los que se fueron y no regresarán. A los que gobiernan sin excepción. No para entretenimiento, ni distracción.
Coinciden las fuentes. MORENA encabeza la preferencia ciudadana. Sobresalen en el país Andrés Manuel y en Veracruz Cuitláhuac.
Preocupa elección de Estado; y la conocida y padecida operación del hampa electoral, con cargo al presupuesto.
Cambiar lo que se deba cambiar
Hoy por hoy. Persisten, crecen y se complican los problemas y sacrificios sociales: devaluación, inflación, empobrecimiento e inseguridad.
Pero también, ante condiciones difíciles y adversas, avanza la revolución de la esperanza, por un cambio real y efectivo. La información trasciende, se generaliza e impone la idea de que urge cambiar y erradicar autoritarismo y nepotismo, ineficiencia y delincuencia gubernamental.
Ante limitaciones y sacrificios reales, la acostumbrada propaganda del miedo y el terror, de lo imaginario que puede venir, no funciona, porque crece el tamaño del daño ya hecho.
Evidente y cierto. Inocultables, inconformidad y hartazgo social se hacen presentes y aumentan, ante crecientes daños, privaciones y agravios ocasionados por muchos dirigentes y gobernantes del PRIANRD, hasta hoy intocables presuntos responsables de ineficiencia, corrupción e impunidad, que también aumentan, para limitar y sacrificar más y más, a la vapuleada y agraviada población.
Inconfundible los excesos. Se ha pasado del predominio y prioridad del interés social, al descarado autoritarismo y rapacidad de la banda que manda. Del empobrecimiento general, al enriquecimiento personal, familiar y de grupo, de quienes mal gobiernan. De la exigencia de Justicia expedita e imparcial, al ajusticiamiento convenenciero. Justicia a modo, para escandalizar.
Probado y comprobado. Elegir sin distinguir ni evaluar, trae como consecuencia encubrir y apoyar a ineptos y corruptos.
De ahí que no hay que confundir, ni confundirse. Lo primero es lo primero. Hay que evaluar a todos los que gobiernan, para denunciar y procesar a los pasados; y también, sin excusa ni pretexto, a los que están y se van. Distinguir buenos de malos. Reconocer esfuerzo y buen trabajo; y al mismo tiempo, identificar y señalar a responsables y culpables. Sobre todo cuando, ante los abrumadores hechos, los gobiernos van de mal en peor.
Preocuparse y ocuparse antes y después de elecciones. Ni complicidad, ni complacencia. No más simulación y engaño, manipulación y enajenación ante lo que evidentemente causa, protege y fomenta más ineficiencia y delincuencia gubernamental. No más continuidad de la escandalosa impunidad.
Esto no es asunto exclusivo de políticos, tecnócratas, ni especialistas. Para impedir que lleguen, sigan y desgobiernen ineptos y corruptos, hay que gobernar al gobierno; de inmediato empezar por someterlo a la ley, en verdad y en serio.
Impunidad anula oportunidad
Recordar y tener siempre presente. Insistir, que debe ser prioridad gubernamental y asunto de interés general, propiciar e intensificar participación y evaluación ciudadana y social; presentación y análisis permanente de acciones y programas, propuestas de continuidad o de cambio en estructuras y funciones de las instituciones.
Propiciar y consolidar transformaciones positivas. Mediocridad y conformismo son aliados de perversidad y rapacidad.
Imprescindible determinar y acatar la voluntad, de la verdadera mayoría; incluir el poder de revocación o de consolidación del mandato, basado en participación y evaluación social efectiva. Fundamental para legitimar existencia y acciones del poder público; y garantizar vigencia y eficacia de las instituciones.
Hacer lo que se debe hacer, o prepararse a pagar las consecuencias, ya que tanto consolidación y transformación, como modernización y fortalecimiento resultan incompletas o distorsionadas, si no se exige primero lo que todo servidor público, sin excepción, debe hacer: cumplir y hacer cumplir la ley.
Es más, a pesar de limitaciones y problemas, hay que persistir en el cambio pacífico y democrático, en el fortalecimiento de las instituciones públicas y en el uso de la Ley como instrumento de promoción y consolidación de dicho cambio.
No rechazar por rechazar ni aceptar ciegamente. La democracia no es el todo o la nada.
Participar constructivamente y no descalificar o rechazar, sin antes dialogar o debatir con razones, argumentos y contrapropuestas. Se trata de unir voluntades libres, de concatenar esfuerzos, formar consensos. No delimitar, excluir y perseguir oponentes. Tolerancia, pluralismo y concertación, no dogmatismo ni cerrazón. Hay que avanzar, incluir y mejorar cada paso.
En toda democracia verdadera, se compite y desarrolla, una permanente contienda entre puntos de vista, ideologías y principios diferentes. Estos y otros elementos, en constante movimiento, caracterizan la realidad política. Por eso nunca termina el esfuerzo por persuadir, por convencer, para cambiar y ser mejores.
La nueva cultura, parte del deber de participar dentro de la revolución de nuestro tiempo. Esta es nuestra responsabilidad; realizar ahora y aquí la revolución del cambio pacífico y democrático.
Para avanzar, necesaria una nueva cultura política plural, de más y mejor participación y evaluación social; que fomente legalidad e institucionalidad; y que evite autoritarismo, voluntarismo y componenda; de respeto y tolerancia, en constante mejoramiento en su capacidad de análisis, diálogo, discusión y suscripción de acuerdos.
Mucho por hacer, corregir o consolidar, que exige un mayor esfuerzo individual y colectivo, basado en información actualizada, confiable y accesible.
Por eso, ante opacidad e indiferencia persistentes. Se debe insistir y preguntar. ¿De qué tamaño es el daño recibido y cuál es ya, el acumulado por el gobierno actual? ¿A cuánto asciende el total-total de deuda pública estatal y municipal? ¿Dónde están los miles de millones de pesos presupuestados y desaparecidos? ¿Y los resultados de la entrega recepción? ¿Cuántos despedidos y nuevos contratados van? ¿Renovar o autorizar más concesiones y privatizaciones, para beneficiar a quienes? ¿Cuál es el costo de la reestructuración de la deuda? ¿Es obligatorio sostener a funcionarios ineptos o mediocres con ofensivos supe sueldos y beneficios especiales?
Por dejar hacer y dejar pasar. Muchos ineptos y corruptos, con sus cómplices subsisten y hasta son electos.
-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH