Carlos Velázquez es narrador e integrante de la llamada golden age coahuilense, por lo que gran parte de su obra está dedicada a la realidad vivida en el norte del país. Hace uso del humor negro y la autobiografía para configurar sus relatos.
En la XXV Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) de la Universidad Veracruzana (UV), Velázquez presentó sus libros El pericazo sarniento (Selfie con cocaína) y La efeba salvaje, editados por Cal y Arena y Sexto Piso, respectivamente.
En entrevista para Universo, opinó que escribir sobre la realidad es una manera en que los escritores expresan no estar de acuerdo con el orden de las cosas.
“Padezco la violencia como cualquier ciudadano de a pie, no estoy exento de ella; sin embargo, creo que mi trabajo literario muestra un compromiso social muy fuerte porque lleva implícita una crítica”, expresó.
Carlos Velázquez ha obtenido el Premio Nacional de Cuento “Magdalena Mondragón” 2005 por La Biblia Vaquera y el Premio Testimonio “Carlos Montemayor” 2012 por El karma de vivir al norte. Ha publicado con las editoriales Conaculta, Cal y Arena y Sexto Piso.
¿Quién es Carlos Velázquez?
A veces es difícil definirse a uno mismo. Sin pensarlo mucho, me defino como un ser enteramente posmoderno que busca tender puentes con otras tradiciones.
¿Los puentes a los que te refieres son la literatura?
Evidentemente. No provengo directamente de nuestra tradición literaria mexicana, porque al ser del norte no tenemos una tradición como tal, ya que la literatura comenzó a partir de 1980, es decir, los escritores empezaron a despuntar y publicar a partir de esa década.
Hay una tradición que obedece a la literatura del centro del país con la que no tenemos contacto y no nos sentimos identificados, por eso en mi literatura hay muchas influencias, referencias e injerencias de otras tradiciones, más que de la mexicana.
Esto no significa que no tenga lazos estrechos con la literatura mexicana, sobre todo con el escritor José Agustín, estoy en deuda con su trabajo, sin él seguramente no estaría aquí.
¿En qué momento y cómo te descubriste como escritor?
No sé en otros casos, esto tiene que ver con un aspecto más generacional, fui escritor de una manera accidental.
Hay generaciones de personas que estudian literatura por el anhelo de ser escritores, lo buscan constantemente; esto se da mucho con la gente que nace a partir de la década de los ochenta con la proliferación de talleres –no quiere decir que antes no los hubiera–, me refiero a que la mayoría de los escritores de mi generación terminamos siendo escritores de manera accidental, más por necesidad que por otra cosa.
A veces la vocación se disfraza de otras cosas; más que sentir la vocación, lo que uno tenía eran deseos de expresar muchas cosas y termina en la carrera de la escritura.
Sí fue complicado el asumirme, no porque me diera pudor o por el hecho de que no supiera quién era yo realmente, sino que había tantas direcciones hacia las cuales ir, que al final se definió la escritura de manera un tanto accidental; sabía que podía dedicarme a otras cosas, pero fue hasta mi tercer libro que me di cuenta que éste sería el camino a seguir.
¿Tu influencia viene de la literatura norteamericana o cuál es la tradición literaria que tiene injerencia en tu trabajo?
Evidentemente nos sentimos más cercanos a cierta literatura norteamericana –no a toda– y a algunos escritores latinoamericanos, sudamericanos, con quienes me he sentido muy próximo.
La literatura que se hace en el norte tiene como principal característica la exploración lingüística, esta incisión lingüística.
El hecho de que se escriban novelas policíacas en el norte es un fenómeno que obedece a todo México, hay chilangos que escriben novela policíaca; es algo que se ha propagado por todo el país, tiene muchos practicantes del género, independientemente de la región en donde se viva.
La violencia que se vivió en el norte del país, ¿hizo que te expresaras a través de la literatura?
Tengo un libro que se llama El karma de vivir al norte, son crónicas sobre lo que significa vivir en un territorio que está siendo disputado por dos organizaciones criminales.
Yo, como mucha gente, se ha resistido a escribir sobre esta situación que nos es muy dolorosa, dependiendo de cada caso; pero muchos nos hemos visto orillados u obligados a escribir no sobre la violencia en sí misma, sino del día a día, lo que significa vivir en una región violentada.
¿El escritor se hace por las experiencias vividas o se estudia para ser escritor?
Hay gente que está a favor o en contra de los talleres literarios, creo que definitivamente hay cosas que no se pueden enseñar.
En muchas ocasiones me han invitado a impartir talleres y nunca he aceptado porque considero que los encargados para ello deben tener mucha experiencia y muchas tablas en esto, para que los asistentes aprendan.
La otra razón por la que no acepto dar talleres literarios es porque pienso que no se puede enseñar a las personas a escribir, es algo que no se puede transmitir. Lo que hemos aprendido ha sido a través de los libros, entonces la gente cree que estudiando literatura, tomando un taller o con un máster de escritura se convertirá en escritor, cuando está demostrado que la academia es nociva para el autor.
Entonces, creo que si tienes talento y lo vas a explotar en algún momento, será a través de los libros, no a través de la docencia.
Tu trayectoria muestra que has pasado de la crónica al cuento, ¿qué genero literario te gusta más?
Los cronistas en México son un fenómeno más reciente, aunque esta tradición culminó con Carlos Monsiváis y después vino una especie de receso; mucha gente que no escribía crónica y no se dedicaba al periodismo empezó a publicar crónica, se dio un renacimiento de este género, pero con tintes más literarios.
Es un género en el que me siento a gusto y he descubierto que hay mucha materia literaria por explotar, pero en general me siento muy a gusto como cuentista, es lo que mejor domino.
¿Por qué te sientes a gusto escribiendo cuento?
Porque es un género que permite tener el control todo el tiempo y me gusta tener el control de mis personajes y mis tramas, logro que ocurra todo lo que quiero. Mientras que en la crónica uno narra los hechos tal y como se presentan.
Como escritor joven, ¿cuál es tu postura ante la violencia que se vive en el país?, ¿cuál debe ser la postura de un escritor?
Hace poco leí el especial que hizo Proceso sobre (Juan) Rulfo y también le preguntaron su postura política ante la desigualdad social y otros temas, él respondió que el escritor sólo se debe a la escritura.
Yo pienso un poco como él, padezco la violencia como cualquier ciudadano de a pie, no estoy exento de ella; sin embargo, creo que mi trabajo literario muestra un compromiso social muy fuerte porque lleva implícita una crítica.
No creo que la literatura tenga que estar denunciando todo el tiempo para hacer crítica, puede hacerla sin llevar la denuncia por delante. El hecho de escribir sobre la realidad ya es una manera de decir que no estás de acuerdo con el orden de las cosas.
¿Qué les dirías a los jóvenes que empiezan a escribir?
Les diría que de esto no se vive, entonces mejor dedíquense a otra cosa.
Paola Cortés Pérez/Prensa UV