Traen la voz maya y la voz hñahñü de sus abuelos, hablan de senderos sembrados por el niño que fueron o de métodos infalibles para evitar que las penas se apoderen del corazón, hablan de los niños más exagerados del mundo, capaces de inundar pueblos enteros con el llanto que les produce una pena de amor, hacen relatos de cucarachas imprudentes (si es que acaso no es pleonasmo), narran partidos de futbol rescatados de entre las ruinas por el mejor jugador del mundo, el Huevo, traen semillas de mostaza para ahuyentar a las brujas que asolan las faldas del Cofre de Perote, son tan sorprendentes que pueden extraer las historias que cada uno de nosotros tiene ocultas tras los párpados.

Son errantes pepenadores de historias, repartidores de sueños a domicilio. Son los cuenteros, narradores orales, cuentacuentos, habladores, Scherezados o como quiera designárseles. Son humanos, o al menos eso parecen, que creen, fervientemente, que la palabra, labra, amasa y da forma a nuestras vidas; que toda historia es una noria que nos provee de líquidos vitales; que las leyendas son viviendas donde habita el ser comunitario que somos cuando nos repartimos; que los sueños son leños que alimentan el horno de la vida.

Arely León Sánchez soñó que podía reunir un puñado de estos especímenes en el El Conejo, pequeña comunidad asentada las faldas del Cofre de Perote, y como sabe que los sueños, con empeños se convierten en hechos ciertos y risueños, inventó un encuentro y lo bautizó con un nombre interminable: Primer Festival Internacional de Narración Oral Itinerante «Una montaña de cuentos abraza a las comunidades», luego cerró los ojos, lo invocó y entre la neblina de la montaña fue apareciendo poco a poco hasta presentarse de cuerpo entero.

Y cuando abrió los ojos, ya estaban haciendo de las suyas el argentino Alejandro Ayala, el colombiano Facundo Mercadante, la chilena Estéfani Díaz, la española Cristina Ruiz, el otomí Mario Ángeles Herrera, la neolonesa Teresa Farfán, el maya avecindado en Colima Víctor Chi, la ciudaddemexiqueña (o cualquiera que sea el gentilicio del ex Distrito Federal) Hena Carolina Velázquez y la yucateca expropiada por Veracruz Silvia Santos.

Y cuando el sueño dijo hágase el Festival, se hizo. Ya se presentaron en El Conejo, Los Pescados, Totalco, Almolonga, Coyolillo, Chiltoyac y Xalapa, donde dieron una función de gala en el Parque Juárez y un par de conversatorios en el IMAC. Y el sueño ha dicho siga haciéndose el Festival, y será obedecido: los dos primeros días de junio estarán en Tlacotalpan. A las 11:00 de la mañana del viernes 1 darán una función de cuentos en el Teatro Nezahualcóyotl. El sábado 2, a las 12:00 horas presentarán el documental «Relatos de montaña. Cuentos y leyendas de El Conejo» en los bajos del Palacio Municipal, a las 18:00 harán una función de gala en la Casa de Cultura Agustín Lara y terminarán su participación ahí de la única manera que puede hacerse en la Perla del Papaloapan, con un fandango que iniciará a las 21:00 horas y se prolongará, como todo fandango que se respete, hasta que el cuerpo aguante o hasta que Dios quiera, lo que suceda primero.

Los encantos, como todos lo placeres, para serlo deben tener un fin. Este encanto se romperá el domingo 3 de junio, cuando regresen a Xalapa para instalarse en el Parque de los Berros donde se desarrollarán las tres últimas actividades: a las 13:00 horas, una función de gala de narración oral; a las 15:00, la presentación del grupo Son de la Martinica y a las 16:00, la clausura formal.

Y después se irán, cada quien por su camino, a colectar nuevas maravillas para repartirlas entre nosotros el año por venir. Por lo pronto, tlacoltalpeños y xalapeños, no vayan a perderse lo que falta, quiéranse, comprueben que cuando la palabra labra, contagia magia.

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El Festival de Narración Oral, la génesis | Arely León

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