Por Luis Manuel González García
Tenían que llegar tiempos de locura, no solo electorales, para leer a compañeros maestros ahora exaltar al nivel de heroína a una mujer como Elba Esther Gordillo Morales.
No le niego algún mérito como generadora de una identidad de gremio nacional con enorme influencia política y social, pero el uso de ese poder deja a la “Maestra” un saldo muy negativo.
Usó el poder del sindicato, el sentido de pertenencia de más de 1.5 millones de maestros como un botín personal, los mayores logros gremiales de Gordillo (ay la mala memoria) iniciaron y terminaron en el sexenio de Carlos Salinas, el salario magisterial jamás se recuperó a esos niveles. Después de eso todos los beneficios fueron para ella y un grupito que subido en el carrusel de los puestos, actuaron como caciques y lo siguen haciendo en muchos estados del país.
Platiqué con ella por más de una hora, por casualidad hace 20 años, mientras esperaba que Carlos Fuentes firmara la lista de dedicatorias de libro más larga que he visto, miles de maestros. Era una mujer muy conservadora en sus ideas de educación, lo suyo era la política y la movilización de masas.
Ella generó la CNTE después el animal se le salió de las manos. Convirtió al SNTE en una dictadura al cambiar los estatutos y proclamarse Presidenta Vitalicia. Era genial, los maestros enseñaban de democracia en la escuela y pertenecían a la organización gremial más antidemocrática de México, apenas lejos del sindicato que Napoleón Gomez heredó de sus padres.
Claro que protestó contra la Reforma Educativa, le quitaba de las manos un negocio de proporciones desconocidas pero se asume que era gigante, me refiero a la venta de plazas magisteriales.
Para algunos esa era la dignidad de los maestros poder heredar o comprar una plaza, eso era “digno”. A la fecha ni un solo maestro que ingreso antes de la Reforma ha sido siquiera cambiado de actividad por sus resultados en la evaluación de desempeño, de hecho la inmensa mayoría no se ha evaluado ¿dónde está la agresión a sus derechos de permanencia? Mentirosos corrientes quienes así lo declaran.
Ahora, la única razón para beatificar a la Maestra es López Obrador. Su necesidad de apoyo y la controversial decisión de rodearse de “elbistas” incluyendo familiares de la maestra, está siguiendo el único camino que conoce: descalificar a todos los que critican sus ideas y santificar al mismo demonio si eso le ayuda a hacerse del poder.
Para eso cuenta con una elaborada red de difusores de contenido y compromiso personal de miles de seguidores que están dispuestos a hacer lo que sea: declarar santa a Nestora, beata a Elba Esther, honesto a Napoleón Gomez Urrutia y salvador de México a un político común con una oferta política arcaica a la que mueve el combustible de la insaciable necesidad de reivindicación de millones y la penosa necesidad de otros tantos. En tiempos de locura cualquier criminal es un héroe.