Lourdes Celina Vázquez Parada, profesora-investigadora del Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara, exhortó a los universitarios a estudiar la historia de las mentalidades y de la cultura para entender la evolución de la sociedad actual.
La académica visitó el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana (UV) para presentar su libro Que besa su mano… Cartas de mujeres a religiosos franciscanos en el siglo XIX.
“Quiero llamar a los estudiantes a que volteen la vista hacia este estudio, ya que son procesos muy largos en los que la conciencia colectiva va evolucionando; entonces, si queremos entender por qué pensamos así, comemos, vestimos o luchamos contra muchas cosas, tenemos que entender cómo se conformó la visión del mundo, ideales y situaciones, hasta llegar al momento actual.”
Con referencia al libro, mencionó que forma parte de un proyecto más amplio que iniciaron profesores de distintas disciplinas en 2010. Todo empezó con la invitación que recibió de Fray Leonardo Sánchez Zamarripa, quien era director del Archivo Histórico del Convento Franciscano de Zapopan, en Guadalajara.
“Fui invitada para conocer y trabajar en una serie de papeles y/o materiales que (Fray Leonardo Sánchez) había recogido de todos los conventos del occidente de México, que estuvieron guardados en cajas y bodegas durante mucho tiempo, algunos durante casi 200 años, sin moverse ni tocarse.”
A lo largo de cinco años, la investigadora visitó el convento para revisar, leer y releer a detenimiento el material que Fray Leonardo Sánchez había rescatado, limpiado y procurado.
“Primero fotocopiamos el material y después lo digitalizamos para revisar la escritura; hacer las transcripciones llevó muchos años porque no se trataba de inventar la historia sino ser fieles al documento y hacerlas legibles y agradables al lector actual.”
Dijo que en el libro contiene una parte importante de este material histórico, se trata de 105 cartas de 27 mujeres laicas que se comunicaron con religiosos franciscanos que eran sus confesores, familiares o sacerdotes allegados y apreciados por sus familias.
Los temas que tratan son muy variados, desde confesiones, narraciones sobre sus pueblos, la llegada de ejércitos, el miedo y terror que vivían las personas, herencias, enfermedades, recetas o curaciones, hasta inquietudes morales. “La carta era un recurso para mantener la relación espiritual de la confesión a través de los escritos.
”Para el libro hicimos una transcripción literaria, dejar todo el sentido, el lenguaje y expresiones, cuidando la redacción, ortografía y sintaxis, se quitaron abreviaturas, para esto fue fundamental el trabajo de paleografía.”
Vázquez Parada dijo que la relevancia de este material histórico radica en que muestra las historias de las mujeres, además de que no existen otros escritos de esta naturaleza, de mujeres comunes y corrientes, por lo cual son únicos en lengua española.
“La lectura de estas cartas fue muy difícil porque la letra era menos clara pues estas mujeres no estaban dedicadas completamente a la escritura, a diferencia de las mujeres de clase alta y de los religiosos.”
Además, es importante conocer, revalorar y reconocer el esfuerzo hecho por las generaciones pasadas, sin ellas las mujeres de la actualidad no tendríamos mejores oportunidades de vida y trabajo.
“Lo que vivimos ahora viene del siglo XIX, es resultado del esfuerzo y lucha de las mujeres que nos precedieron, por ello tenemos que valorarlo y darle su lugar a todas estas generaciones que fueron empujando y abriendo camino para que hoy podamos hablar de igualdad y derechos de las mujeres. Es importante voltear atrás y ver cómo ha evolucionado la mentalidad de la mujer.”
Al analizar estas cartas, comentó, se pudo ver que las mujeres eran sometidas a un discurso religioso para enseñarles a ser obedientes y sumisas –desde que nacen hasta que mueren– ante el hombre, el marido, el hermano, a cualquier varón que vivía junto a ellas.
Comentó que quedaron fuera varios tópicos: correspondencia de mujeres religiosas, correspondencia de misiones a las Californias, la inclaustración en los tiempos de la Reforma, copias de cartas que se mandaron a los superiores de la congregación y/o políticos influyentes conocidos de los franciscanos.
Algunas otras son inventarios y relaciones sobre lo que habían dejado en los conventos, como cuadros, muebles, libros, entre otros objetos. Por ejemplo, en el Convento de Guadalupe Zacatecas, importante centro de misiones, había muchas cosas, desde bibliotecas, dispensarios médicos, arte sacro, entre otras cosas.
Escritura en el siglo XIX
Lourdes Celina Vázquez dijo que escribir en el siglo XIX fue muy interesante y nada fácil; requería de muchos aprendizajes, entre ellos dominar la psicomotricidad fina y, sobre todo, se necesitaba tener mucho dinero para comprar papel y tinta.
El material usado en la época era un papel muy delgado, similar al papel china actual; se escribía con canutero, un tubo de madera al que se le colocaba una punta de metal para tomar la tinta.
Lo complicado de la escritura era que si no se tomaba tinta se rasgaba el papel y si era demasiada el papel se manchaba y rompía, así que se debía ser preciso en la cantidad de tinta, además había diferentes tipos de tinta y papel.
Cuando se terminaba de escribir, inmediatamente se rociaba un polvo que absorbiera los restos de humedad. Se dejaba reposar sobre la mesa y después se sacudía. Ya seca la tinta, se podía proceder a doblar el papel.
“Podemos decir que las mujeres que se muestran en el libro Que besa su mano… Cartas de mujeres a religiosos franciscanos en el siglo XIX, eran de clase media, ya que tenían acceso al papel y tinta, material que era costoso en aquella época.”
Paola Cortés Pérez/Prensa UV