Desde hace varios años, entre los veracruzanos hay esa percepción de que hemos sido gobernados por delincuentes; lo mismo desde el gobierno estatal que en regiones y municipios donde se han robustecido cacicazgos de mala fama y peor comportamiento. Se asume que estos políticos que operan como delincuentes –o viceversa- cuentan con la protección de la autoridad porque forman parte de ella, generalmente a través de cargos de elección popular que les brindan poder e impunidad.

Han sido vox populi los vínculos de los gobernadores y funcionarios con la delincuencia organizada. Hasta la fecha se siguen contando historias sinfín de los acuerdos de Fidel Herrera y los Zetas –de ahí su mote de Z1-, de la venta de la plaza a dos grupos delincuenciales, de las reuniones secretas en Costa Esmeralda, de las fiestas en la región de Xico y otras tantas leyendas urbanas que reforzaron la percepción de inseguridad y de un gobierno coludido con el crimen. Por eso es que hasta la fecha, muy pocos se atreven a denunciar.

Y estas acusaciones las cruzan entre los propios grupos políticos. Durante mucho tiempo, este fue el eje de las denuncias de corrupción del actual gobernador en contra lo mismo de Fidel Herrera que de Javier Duarte. Sin embargo, hasta la fecha no se ha iniciado investigación alguna –al menos no ha salido a la luz- por estos delitos.

La publicación hace algunas semanas en el diario Reforma de una posible relación del actual secretario de Seguridad Pública con grupos de delincuencia organizada, también quedó en eso, en leyenda urbana. Tampoco se inició investigación alguna y el gobierno estatal desestimó la nota publicada. Sin embargo, en el imaginario de los veracruzanos, la idea de que estamos igual que antes persiste.

Ayer el candidato al gobierno de Veracruz por Morena, Cuitláhuac García, se refirió ante empresarios del Consejo Coordinador Empresarial a algo realmente grave. Que hay familias políticas –los Tronco en Coatzacoalcos, los García en Pánuco, los Condado en Acayucan y hasta los Martínez en Chicontepec-, que se han hecho de poder económico gracias a que controlan bandas de delincuencia organizada y secuestradores en las regiones donde tienen influencia.

Hay que recordar que Renato Tronco estuvo muchos meses prófugo acusado por asesinato. En el sur del estado, es mucha su fama respecto a otros hechos y actividades, sin embargo, su liderazgo también es innegable. Esa es una de las características del cacicazgo.

Lo mismo pasa con los García Guzmán en Pánuco, a quien hace unos días la candidata Octavia García sugirió su responsabilidad en el tétrico acto de lanzar la extremidad cercenada de una persona a su domicilio particular. Durante su campaña, el gobernador Yunes Linares también lanzó acusaciones muy serias en contra de la familia, la cual ha estado envuelta en el escándalo desde que sus vástagos eran adolescentes y a quienes se les señala de haber participado en el asesinado del joven Palomeque en Xalapa.

En Acayucan, los Condado también han logrado hacer herencia del cacicazgo que dejó Cirilo Vásquez, ya que si bien sus hijas lograron mantener el control político de la región –se turnaron de manera consecutiva lo mismo la presidencia municipales que las diputaciones local y federal-, el resto de las actividades que van más allá de la política ahora corren a cuenta de los Condado, según dan testimonio los pobladores de la zona.

En realidad, el candidato de Morena no dijo nada nuevo. Recicló las leyendas urbanas a las que nos hemos referido. Lo grave es que acuse que la alta incidencia delictiva en el estado –sobre todo en secuestro y extorsión- tiene que ver precisamente con estas familias y la protección que reciben del gobierno y de la Fiscalía del Estado

Por la sanidad política y social del estado, Cuitláhuac lo tiene de demostrar, presentar las denuncias correspondientes y no esperar a quien alguien le lance un reto para hacerlo. Las acusaciones fueron muy puntuales respecto de hechos concretos, así que el Fiscal Jorge Winckler tendría que intervenir, lo mismo para investigar sobre estos actos como para llamar a declarar al candidato y que cuente todo lo que sabe, toda vez que dice tener las pruebas que lo acreditan.

En los dichos del candidato de Morena, lucen varios delitos del orden federal, por lo que no tendría que someterse al “contubernio” del que acusa a la Fiscalía, sino presentarse a la autoridad federal.

De lo contrario, sólo se quedaría un acto desesperado por levantar su campaña, abonando a la impunidad de quienes acusa.

Las del estribo…

  1. La última encuesta de Reforma sobre preferencia electoral en Veracruz confirma la carrera parejera que Miguel Ángel Yunes Márquez (43%) y Cuitláhuac García (42%). A Pepe Yunes lo tiene como un simple espectador (14%), lo que difícilmente se revertirá en el tiempo que queda de campaña. El otro dato interesante es que los candidatos presidenciales no pesan: AMLO saca 10 puntos a Cuitláhuac y Anaya está 11 puntos debajo de Yunes Márquez. En la aldea están viendo a los candidatos locales.
  2. El tema de Néstora Salgado –la candidata de Morena acusada de delincuencia y secuestro sigue encendido. Pepe Meade ha dicho que ni se desdice ni ofrece disculpas por el señalamiento que hizo contra ella durante el debate presidencial. El tema hace recordar el caso de Florence Cassez, quien prácticamente regresó como héroe a su país, luego de que aquí fue absuelva por la violación al debido proceso y no por su presunta inocencia. Cosas de la política y la (in) justicia.