Se trata del estudio más amplio y detallado hasta la fecha sobre el uso de anticolinérgicos a largo plazo y su relación con el riesgo de demencia.
Los anticolinérgicos funcionan bloqueando un mensajero químico, o neurotransmisor, llamado acetilcolina que transmite señales cerebrales para controlar los músculos. Se usan para tratar una gran variedad de afecciones, desde la enfermedad de Parkinson y la pérdida del control de la vejiga hasta el asma, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica o la depresión.
El nuevo estudio, dirigido por la Universidad de East Anglia (Reino Unido) ha descubierto que el uso a largo plazo de ciertos tipos de anticolinérgicos está relacionado con un mayor riesgo de demencia, confirmando así el vínculo con el uso a largo plazo de anticolinérgicos para la depresión y también para la enfermedad de Parkinson (como la prociclidina) y la pérdida del control de la vejiga (por ejemplo, oxibutinina, solifenacina y tolterodina).
Sin embargo, el estudio no encontró una relación entre el aumento del riesgo de demencia y otros fármacos anticolinérgicos, como los antihistamínicos y los medicamentos para los calambres abdominales.
Para su investigación, los expertos utilizaron datos de la base de datos de investigación de práctica clínica, que contiene registros anónimos de más de 11 millones de personas en todo el Reino Unido.
El conjunto de datos utilizado incluyó 40.770 pacientes con demencia con edades comprendidas entre los 65 y los 99 años, que fueron diagnosticados durante 2006-2015. Cada registro se combinó con hasta siete personas que no tenían demencia pero que tenían el mismo sexo y una edad similar y la información tuvo un seguimiento de 4-20 años antes del diagnóstico de demencia.
Los investigadores utilizaron un sistema llamado escala Anticholinergic Cognitive Burden (ACB) para evaluar el efecto anticolinérgico de los medicamentos que los pacientes habían sido recetados.
Una puntuación ACB de 1 significaba que un medicamento era «posiblemente anticolinérgico», mientras que un puntaje de 2 o 3 significaba que era «definitivamente anticolinérgico». En total, analizaron más de 27 millones de recetas.
Descubrieron que el 35% de los pacientes con demencia y el 30% de los sujetos de control habían recibido al menos un medicamento con un puntaje de 3 en la escala ACB durante ese período. Luego, los investigadores llevaron a cabo un análisis adicional para eliminar el efecto de los factores que podrían influir en los resultados.
El análisis posterior reveló que los medicamentos con una puntuación ACB de 3 que se habían prescrito para la depresión, el párkinson y la pérdida del control de la vejiga estaban relacionados con un mayor riesgo de demencia hasta 20 años «después de la exposición».
Sin embargo, no se encontró ese vínculo para los medicamentos que obtuvieron un puntaje de 1 en la escala ACB, ni para los medicamentos respiratorios y gastrointestinales que obtuvieron una puntuación de 3.
Los investigadores señalan que debido a las limitaciones del diseño de su estudio, no pueden decir si los anticolinérgicos causan directamente demencia o no. Pero, debido a que el vínculo estaba presente incluso cuando la exposición tuvo lugar entre 15 y 20 años antes de que se diagnosticara la demencia, los autores argumentan que «la causalidad inversa o la confusión con los síntomas de la demencia temprana son explicaciones menos probables».
Aconsejan a los médicos que «sigan atentos con respecto al uso de fármacos anticolinérgicos» y que tengan en cuenta los posibles efectos a largo plazo y a corto plazo cuando evalúan los riesgos frente a los beneficios. No olvidemos que la demencia afecta a alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo, y cada año, 10 millones más descubren que tienen la enfermedad, lo que finalmente les privará de su capacidad de recordar, pensar, mantener una conversación y vivir de forma independiente.
Con información de Muy Interesante