¿Le parece fuerte el título? Imagine entonces el día que le hicieron pasar a una persona que cometió los tres peores pecados en una sociedad hipócrita y misógina como la nuestra: ser mujer, ser joven y bonita, y tener un buen empleo.
Este martes, medios y redes sociales hicieron viral las imágenes de un supuesto festejo realizado en las oficinas de la Subsecretaría de Ingresos de la Sefiplan a cargo de Alejandro Salas Martínez con motivo del cumpleaños 23 de Elvia Andrea Muñoz, secretaria particular del funcionario. Siendo sinceros, sigo sin entender el escándalo, y menos aún, el linchamiento público de la festejada.
Durante muchos años, en prácticamente todos los lugares en los que he tenido la oportunidad de trabajar, tanto en el sector privado como en el gobierno, se realizan este tipo de festejos. Las redes sociales dan cuenta de ello, no es algo que desconozca cualquiera que haya estado en una oficina. Es un evento que incluso se promueve para incentivar la integración y el trabajo en equipo.
Pero si esto es algo tan común, ¿por qué entonces el escándalo que agitó las redes y fue la comidilla de miles de usuarios de facebook? ¿En dónde está el pecado? ¿En el uso de las oficinas públicas, en el costo económico del festejo –habría que determinar si hay un tope de gasto para festejos de cumpleaños-, o el perfil de los protagonistas?
Honestamente, ¿hubiera sido el mismo escándalo si el festejado hubiera sido un hombre? ¿La hipócrita indignación sería similar si la secretaria particular fuera una persona mayor o poco atractiva físicamente? No lo creo.
Lo que pasó ayer nos deja muy mal parados. Muy pocos se enfocaron en el problema de fondo –si es que lo hay-, que consiste en determinar el uso de bienes públicos y en todo caso, el origen del dinero para la compra de los alimentos. Generalmente, en estos festejos, la regla es la coperacha; si en el caso citado se pagó con dinero de la oficina del funcionario, entonces eso tendría que ser investigado, y de resultar cierto, sancionado.
Pero no. Muchas voces encendieron las antorchas y se sumaron a la turba lapidaria en contra de una mujer, sólo por eso, por su condición de mujer. Y lo que sucede en estos casos, corrieron miles de comentarios misóginos induciendo como verdad absoluta una eventual relación sentimental entre ella y su jefe. Juicios emitidos a partir sólo de una serie de fotografías que fueron públicas y que nada ocultan.
Pero aun suponiendo sin conceder que esto llegara a ser cierto, se trata de personas mayores de edad que son responsables de sus actos y de elegir a las personas con las que sostienen una relación sentimental o de trabajo. Acaso, otra vez en el plano de la suposición, la falta grave estaría en que la funcionaria recibiera un trato preferencial, un sueldo que no corresponde a su función o responsabilidad, o que asumiera decisiones que no le corresponden, violentando la norma interna.
Hasta ahora, nada de esto se ha planteado o investigado. Sólo se da por hecho a partir de las imágenes. Entonces, que los sancionen por ello y no por el festejo.
Ayer, muchos usuarios de redes nos convertimos irracionalmente en lo que tanto criticamos al gobierno. Así como alzamos la voz por la irresponsable actitud de criminalizar a las víctimas sin mediar investigación –como en el caso de las hermanas de Río Blanco, a quienes se les señaló de criminales no por los delitos cometidos sino por la relación sentimental que supuso la autoridad-, debemos reconocer el linchamiento se dio a partir de la misma falsa hipótesis.
Por supuesto, también se encuentra como argumento válido la falta de criterio y sentido común de un funcionario del gobierno estatal, que se solito se puso en la línea de fuego en medio de un proceso electoral en que cualquier pecado se magnifica. Eso es política y eso sí es válido.
Lo lamentable, nuevamente, es el escarnio público de la joven funcionaria. Seguramente sus padres, hermanos, pareja o amigos se sentirán orgullosos del cargo que ostenta, sin embargo, desde ayer conocieron de la manera más amarga posible los riesgos que implica la labor en la administración pública.
Es cierto, después del duartismo, todos quedamos escamados con el trato que se le daba a las colaboradoras con esas características. La indignación era más que justificada porque los veracruzanos fuimos quienes tuvimos que pagar esos excesos.
Pero no es el linchamiento, ese que saca nuestras peores frustraciones, lo que hará que las cosas sean mejor; eso sólo sirve para hacer catarsis y demostrar que seguimos siendo una sociedad hipócrita y revanchista.
Listo. Suelten a los leones de las buenas conciencias.
Las del estribo…
- Hablando de redes. También corrió profusamente el video de la entrevista Andrés Manuel López Obrador donde asegura que no usará el avión presidencial, y que si llega tarde a un encuentro con líderes mundiales, “pues no llegó”. Al parecer el eterno candidato no ha entendido lo que implica ser Presidente. Debe acabar con la frivolidad, jamás con la investidura.
- Veracruz tiene las peores carreteras del país, dice la AMOTAC. No sólo por su estado físico sino por la cantidad de delitos que en ellas se comete. Basta salir a cualquier parte del país para darnos cuenta que tienen la razón. En Veracruz, seguimos circulando por las carreteras que nos dejó don Agustín hace más de 30 años.