Coscomatepec, Ver. – Familiares del custodio Alberto Rodríguez Ramos, originario de Coscomatepec, quien murió durante el motín registrado en el penal de mediana seguridad «La Toma», denunciaron que han sido abandonados por parte del gobierno del estado y de la Secretaría de Seguridad Pública.
Aseguran que todo el apoyo brindado hasta ahora se ha limitado sólo en darles un ataúd, cajas de galletas y café para el sepelio.
El sábado trágico, el custodio se encontraba descansando cuando recibió la llamada de sus jefes quienes lo requerían para controlar el amotinamiento.
«Todavía nosotros le dijimos que para qué iba, si estaba de descanso, pero como siempre, él comprometido en su trabajo se arregló y se fue, pensando en que si no acudía lo podrían castigar», señala su esposa Belén Hernández Marañón.
Alberto, el próximo sábado estaría cumpliendo 45 años de vida. Sin embargo, en vez de pastel ahora habrá veladoras, arreglos florales y cánticos para conmemorar los siete días de su muerte.
La esposa asegura que el Estado sólo quiere darle un finiquito como si su esposo hubiese renunciado a pesar de que murió cumpliendo su deber como custodio del penal de mediana seguridad «La Toma».
«Él murió haciendo su trabajo y quiero que se lo reconozcan”, dice enfadada y con lágrimas de la tristeza la joven mujer.
El oficial dejó tres hijos en la orfandad, a Mística Guadalupe, su hijo Jesús Alberto, que estudia la universidad y a José Tadeo, de 11 meses y quien está enfermo y también su madre dependía de él.
Recuerda que como custodio ganaba poco más de dos mil pesos a la quincena, sin embargo, aun así, era una persona responsable y siempre orgulloso de servir en el centro penitenciario.
Este martes fue despedido por su familia, quien exige que su sacrificio no sea en vano.
Los familiares de Alberto Rodríguez reclaman al gobernador, Miguel Ángel Yunes Linares y al titular de la Secretaría de Seguridad Pública, que los atiendan como merecen, pues, aunque están en su derecho, todos los funcionarios de gobierno con los que han hablado los menosprecian, los tratan mal.
Miguel Ángel Contreras Mauss/Avc