Las piedras del río Misantla fueron ocupadas como proyectiles por los ciudadanos manifestantes que bloqueaban el puente que comunica a Martínez de la Torre y por los mismos granaderos de la secretaría de Seguridad Pública que llegaron a desalojarlos.
Mujeres y hombres que habían bloqueado el puente desde las dos de la tarde para exigir que se frene la supuesta construcción de una hidroeléctrica y la privatización del agua por el presidente Enrique Peña Nieto, resultaron heridos a causa de las piedras que se lanzaban los dos bandos.
De esta manera los Granaderos de la secretaría de Seguridad Pública (SSP) desalojaron a los ciudadanos que bloquearon el puente Misantla en protesta de la supuesta construcción de una hidroeléctrica y la privatización del agua que pretende hacer el gobierno federal.
A las 18:00 horas llegaron por lo menos 200 granaderos de la SSP y una mujer ajena a la manifestación cuando los vio pasar comenzó a hablar en voz alta “Somos pueblo, somos misantecos, somos gente de paz, los que se están manifestando son gente de Misantla, no a la violencia, no a la violencia, no los golpeen por favor, es su derecho manifestarse, no les hagan daño”.
En seguida el Comandante que iba a cargo de los granaderos, un hombre gordo, de corta estatura y con una edad aproximada de 50 años, se acercó a los manifestantes y les exigió que desalojaran el puente o de lo contrario los retirarían con el uso de la Fuerza Pública.
Los manifestantes exigieron a los policías que trajeran al presidente municipal de Misantla, Othon Hernández Candanedo para que les asegurara que no va a permitir la llegada de empresas hidroeléctricas a Misantla, a lo que el comandante de la Policía respondió que tenían que retirarse para que pasaran los vehículos.
De repente el comandante dio la vuelta y se retiró. Caminó hacia el primer pelotón de alrededor de 70 granaderos y los hombres vestidos con pantalones azul marino, sudaderas color gris, gorras azul marino, y les gritó “Órale pendejos muévanse”.
Entonces los elementos de la SSP respondieron al unísono “uno, dos, tres” y se lanzaron contra los manifestantes. La respuesta de los ciudadanos fue defenderse con lo que pudieron y otros salieron corriendo a los lados del puente.
Los ruidos de las piedras que chocaban con los escudos protectores de los policías sonaban y una otra vez, que sumados a los gritos de mujeres y hombres manifestantes eran la escena de una violenta batalla.
A los policías ya nada los detenía, ninguna súplica de las mujeres manifestantes pidiendo piedad porque había niños y niñas, los uniformados siguieron y siguieron, repelieron y pelearon hasta que lograron dispersar la manifestación.
Los reporteros, reporteras, fotógrafos, fotógrafas y camarógrafos trataron de escudarse de las piedras detrás de un tubo, y de la barra de contención del puente.
De repente las mentadas de madre que se escuchan por doquier, se convirtieron en llantos y en gritos de paz, que pararan, que ya no los atacaran más.
Los varones manifestantes corrieron hacia la orilla del Río Misantla para huir de los policías que querían detenerlos y esposarlos, mientras que las mujeres gritaban y sollozaban golpeadas en la cabeza y el cuerpo.
Una mujer de piel blanca, con edad aproximada a los 60 años, sangraba de la cabeza, por lo que fue auxiliada por sus compañeros manifestantes.
Otra mujer joven, gritaba y no paraba de llorar, espantada de que a su familia y amigos los habían golpeado.
En medio de los sollozos, y los gritos de los espectadores que decían a los policías que ya pararan la batalla, se oyó una voz más fuerte que le ordenaba a los granaderos seguir y seguir hasta que se fueran todos loa manifestantes.
Las sirenas de las patrullas de la SSP comenzaron a sonar y a cruzar el puente en señal de que habían logrado la victoria, al desalojar a los manifestantes y detrás de ellos les siguieron unos treinta autobuses y camionetas que esperaban salir y entrar a Misantla.
Verónica Huerta/Avc