¿Qué se necesita para tener éxito? A juzgar por la popularidad de revistas como Forbes o Emprendedores, no hay escasez de interés hacia estas preguntas. Sin embargo, hay una suposición profunda subyacente sobre lo que creemos poder aprender de ellos -de las personas con éxito-: sus características personales, como el talento, la habilidad, el trabajo duro, la tenacidad, el optimismo, la mentalidad de crecimiento y la inteligencia emocional, que son las que las han llevado a donde están.
Esta suposición no solo se extrapola también en cómo distribuimos los recursos en la sociedad, desde las oportunidades de trabajo hasta la fama, las subvenciones del gobierno y las decisiones de política pública. Tendemos dar recursos a quienes tienen antecedentes de éxito, asumiendo que los más exitosos también son los más competentes.
Pero, ¿es correcto este planteamiento?
¿Las personas más exitosas son principalmente las más afortunadas de nuestra sociedad?
Una nueva investigación simuló más de 1.000 carreras universitarias durante 40 años usando un modelo informático y descubrió que la buena fortuna (que no el talento, ni el trabajo duro o la pasión) era el mayor factor de éxito. La suerte. El estudio está actualmente disponible para leer en la web de pre-publicación arXiv, donde está esperando ser revisado por pares.
Los científicos llegaron a esta conclusión tras construir una simulación informática que monitorizó el éxito de 1.000 personas virtuales durante una carrera de 40 años desde los 20 a los 60 años. Como en el mundo real, estas personas tenían diferentes niveles de talento, lo que podría incluir rasgos como inteligencia, creatividad, determinación, ambición y riqueza.
Estas personas virtuales también fueron distribuidas con varios eventos «afortunados» y «desafortunados» en el transcurso de su carrera, al azar. Cuando se les presentaba una oportunidad fortuita, podrían explotar su talento, inteligencia y conjunto de habilidades para ascender en la escala profesional. En el mundo real, este «momento de suerte» podría ser una reunión casual con una persona influyente en su línea de trabajo. Pero si surgiera una mala situación, equivalente, digamos, a un episodio de enfermedad, a la persona virtual se le restaría una porción de su riqueza.
Una vez transcurridos los 40 años virtuales, los científicos clasificaron a cada uno de los personajes para ver si encontraban alguna similitud entre ellos.
En primer lugar, pudieron confirmar el «Principio de Pareto» (o regla del 80/20), que implica que la riqueza se concentra en las manos de un pequeño porcentaje de personas. En el mundo real, los ocho hombres más ricos del mundo poseen la misma cantidad de riqueza que los 3.600 millones más pobres restantes. En la simulación, los 20 personajes que se alzaron con la mejor posición poseían el 44% del ‘éxito’ total.
También descubrieron que las personas con talento tendían a ser más exitosas que las personas medianamente dotadas pero, curiosamente, rara vez eran las más exitosas en general. En más de 100 ejecuciones de simulación, el personaje que «ganó» fue considerado un «agente mediocre». Este individuo de alto rendimiento tendía a ser 128 veces más exitoso que la mayoría de los personajes con talento.
Así las cosas, el estudio parece apoyar una investigación previa que sugiere «que todo en la vida es suerte». Por ejemplo, que las personas con nombres fáciles de pronunciar sean juzgadas de manera más positiva que aquellas con apellidos más complejos.
Con información de Muy Interesante