Cuando el Instituto Nacional Electoral cometió la idiotez (porque no se le puede llamar de otra manera), de prohibir a los candidatos debatir en medios de comunicación, dije que el más beneficiado sería Andrés Manuel López Obrador al que no se le dan los debates. Con excepción de uno que le ganó al Jefe Diego Fernández de Cevallos el 7 de marzo del 2000, lo han apaleado en los demás.

Felizmente, los magistrados de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, revocaron la medieval prohibición y avalaron que en el periodo de intercampaña se realicen entrevistas, debates y mesas de análisis entre los aspirantes presidenciales en medios de comunicación.

Hasta donde se sabe, casi todas las televisoras de importancia, así como las estaciones de radio los invitaron o están por invitarlos a debatir. Por lo pronto Margarita Zavala, Ricardo Anaya y José Antonio Meade están más que puestos y todos quieren debatir con Andrés Manuel.

Pero el tabasqueño dijo que no le entra.

En entrevista manifestó que asistirá a los tres debates organizados por el INE y nada más. A los de intercampaña no, a ninguno. “Nos van a querer dañar, van a querer echarnos montón, porque piensan que así van ellos a remontar su desventaja. Ellos están muy atrás. No quiero presumir, pero ya vamos cerca de 20 puntos de ventaja arriba del segundo lugar, el cual lo están peleando Meade y Anaya”, comentó.

Estos debates no son obligatorios, pero están metiendo en un berenjenal al tabasqueño. Si acepta ir en efecto sus rivales se le irán con todo por la simple y sencilla razón de que es el puntero.

Pero si no asiste, la ventaja será para sus adversarios que tendrán oportunidad de lucirse y de sumar puntos. Mientras que AMLO se quedará con los que tiene o lo que es peor; podría comenzar a bajar.

Es casi seguro que en los próximos días los candidatos brinquen de una estación de radio a un canal de televisión y viceversa en sus deseos porque su mensaje llegue a la mayor audiencia posible.

Si se llegan a dar, los agarrones entre Anaya y Meade serán de antología y vitales para las aspiraciones de ambos, pero además, servirán para que millones de indecisos afiancen la intención de su voto.

Debatir o no debatir, vaya dilema.

José Antonio Meade ya le corrió la invitación; a AMLO, por supuesto: “El Tribunal Electoral nos dio ya luz verde para debatir en este periodo de intercampañas. Ya no hay pretextos, López Obrador. ¡Éntrale!”.

Margarita Zavala lo puyó: “Yo estoy lista para debatir con quien sea, sobre todo con Andrés Manuel López Obrador, aunque ya sabemos que lo suyo no es el debate”.

Y Ricardo Anaya lo retó: “Vamos a ver si el señor (López Obrtador) tiene las ideas, el valor y los pantalones para enfrentarnos en un debate”.

Los asesores del tabasqueño le aconsejan que ni se le ocurra debatir y hacen bien. AMLO ha subido en las encuestas no porque sea el mejor candidato, sino porque lleva años en campaña y le ha dicho sus verdades a los gobiernos federales y estatales. Pero es un tipo intelectualmente limitado que sería molido en los debates.

Aunque sus adversarios tratarán por todos los medios de engancharlo.

¿Qué tanto perderá si no asiste a los debates? Lo ignoro, pero puedo asegurar que perderá más, mucho más, si se le ocurre asomar la cabeza por uno de ellos.

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