Como cada año, el Día Internacional de la Mujer se vestirá de frases célebres y lugares comunes, en lo público y en lo privado, para llenar el vacío que representa una sociedad que agrede, violenta y discrimina a la mujer por el solo hecho de serlo. Mañana, como en el resto del año, continuaremos viviendo en un estado ineficiente, indolente ante las alertas de género que marcan a Veracruz como un lugar donde ser mujer representa un riesgo permanente, y lo peor, donde los homicidios son una muestra de poder que se permite y se justifica.
Hacer un recuento de los daños no es abonar al fatalismo. Es tratar de entender lo que pasa en Veracruz, donde la violencia de género se ha vuelto algo desproporcionado e inimaginable. Empecemos, por ejemplo, recordando que somos la única entidad del país con dos alertas de violencia de género emitidas por el gobierno federal: en ellas se conjugan la ineficacia y la hipocresía.
Para aquéllas autoridades que lo ignoran: la alerta de violencia de género contra las mujeres (AVGM) es un mecanismo de protección que consiste en acciones gubernamentales de emergencia para enfrentar y erradicar la violencia feminicida y/o la existencia de un agravio comparado que impida el ejercicio pleno de los derechos humanos de las mujeres, en un territorio determinado -municipio o entidad federativa-; la violencia contra las mujeres la pueden ejercer los individuos o la propia comunidad, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia
Cuando se ha cumplido un año cuatro meses de haberse emitido la primera alerta de género. Si bien se estableció sólo para 11 municipios, hasta ahora no se han realizado todas las acciones para frenar el estado de emergencia que viven las mujeres en Veracruz. Muchas de las acciones que se estipularon en la alerta -decretada por la alta cantidad de feminicidios en el estado-, no han sido acatadas y el Gobierno del Estado parece haber olvidado deliberadamente el tema. Ineficacia.
La segunda alerta llegó en diciembre pasado, cuando la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim), a través de la Secretaría de Gobernación, la declaró por agravio comparado (AVGAC); es decir, por existir en la entidad un marco normativo o una política pública que violenta los derechos de las mujeres, en específico los sexuales, reproductivos y de salud.
Gobierno y legisladores entendieron la alerta como una acción a favor del aborto y decidieron no entrar en conflicto con la Iglesia, tratando de evitar las consecuencias electorales que ello le podría implicar. Al fin y al cabo, no hay una acción punitiva ante su incumplimiento, más que el señalamiento público de activistas y organismos. Hipocresía.
A pesar de sus implicaciones, tal vez las alertas de violencia de género no son lo más grave que sucede en Veracruz. Aunque se trata de la omisión de políticas públicas que tienden a garantizar derechos fundamentales de la mujer, el agravio, la violencia y los homicidios son la principal amenaza.
De acuerdo a los datos presentados hace algunas semanas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), en el reporte de Información delictiva y de emergencia con perspectiva de género, con corte al 31 de Diciembre del 2017, Veracruz registró 137 mujeres víctimas de homicidio doloso, ocupando el séptimo lugar a nivel nacional.
Por el delito de feminicidio, Veracruz ocupa el segundo lugar en el país con 79. De los diez municipios con mayor número de delitos de feminicidio, dos se localizan en este estado (Veracruz y Xalapa). Pero el drama no se encuentre sólo en los números, sino también en la forma en que han sido asesinadas; la violencia les arrebata la vida y la dignidad.
En enero pasado, el activista integrante del colectivo feminista Cihuatlahtolli, AC, Jairo Guarneros Sosa denunció que la Fiscalía del Estado maquilla las cifras de feminicidios para dar una apariencia de que en Veracruz las mujeres no corren ningún riesgo.
Y cuestionó las cifras del Sistema Nacional. Dijo que de acuerdo con datos de la Universidad Veracruzana (UV), el año pasado fueron asesinadas en el estado 234 mujeres, de los cuales, en 117 casos se consideró como feminicidio. “Nosotros nos guiamos de los números que arrojan los medios de comunicación, es lamentable que digan sólo 79 fueron feminicidios”, aseguró.
Y en efecto. Las investigaciones de las autoridades siguen tratando de encontrar respuesta a los brutales homicidios en los antecedentes, la personalidad o la vida personal de las víctimas, jamás de sus victimarios. Y esta violencia se reproduce en un incesante bombardeo informativo que busca inducir que el fatal desenlace en la vida de una mujer siempre tiene su origen a que ella misma motivó la conducta de su agresor. Las autoridades y los medios las hallan muertas, nunca asesinadas. Así de absurdo.
Para la mujer, morir en Veracruz es algo común; el acceso a la justicia un acto excepcional. Sin duda, hoy habrá más luto que celebración.
Las del estribo…
- El Gobernador del estado no construye carreteras. De hecho, ni siquiera tiene la responsabilidad directa de vigilar su construcción y el mantenimiento, salvo que por un asunto de imagen pública lo haga. De eso se encargan la Secretaría del ramo y la constructora. Entonces, ¿porqué abrir el debate sobre las evidentes deficiencias de la nueva carretera Xalapa-Coatepec? ¿No sería más fácil exigir a la constructora que lo arregle y punto?
- Este jueves el CEN del PRI instalará la Comisión Nacional de Ética Partidaria. Se supone que ahora sí habrá una verdadera purga de militantes a quienes persigue su oscuro pasado. Una prueba de fuego es saber lo que harán con los diputados federales veracruzanos, cómplices del duartismo, y que hoy tienen pie y medio en la campaña de Pepe Yunes.