Por Victoria Argüello
Buenos Aires, 4 mar (Xinhua) — La sequía en campos de Argentina ha reducido en menos de 15 días las estimaciones de producción de soya, que hoy domingo amanecieron en 44 millones de toneladas para el ciclo 2017-2018.
De acuerdo con las últimas cifras de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el recorte de producción registró 3 millones de toneladas menos, luego de que hace 10 días la proyección correspondió a 47 millones de toneladas.
Aun cuando la merma en el volumen de producción no arrojaría consecuencias significativas para el consumo interno, sí puede haber repercusiones en sus ventas, al ser Argentina uno de los principales exportadores de harina de soya del mundo.
El vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana (Fila), el economista Jorge Marchini, ofreció a Xinhua su opinión sobre el tema.
Observó con preocupación la tendencia que tiene en la actualidad Argentina hacia la «reprimarización» o la venta de productos primarios o con bajo valor agregado, como es el caso de la soya.
En 2017, Argentina exportó 58.300 millones de dólares en valor, de los que 14.800 millones correspondieron a productos primarios y 22.400 millones a manufacturas de origen agropecuario, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
«En cuanto al ingreso de divisas por ventas externas, debe tenerse en cuenta el aumento de precios en los mercados internacionales desde principios de año, lo cual llevaría a compensar al menos parcialmente el menor volumen», dijo Marchini.
El economista expuso que más allá de un análisis cuantitativo de pérdidas o ganancias, en el país debe darse un debate cualitativo sobre el modelo de desarrollo.
Expresó que esa tendencia «determina una alta exposición a cambios en condiciones y precios internacionales en pocos productos, entre ellos la soya, por deterioro de los términos de intercambio».
«La producción en el país se genera competitivamente gracias a las condiciones naturales muy destacadas extensivas, sobre todo la gran pampa húmeda», aseveró Marchini.
Agregó que «ello puede ser una ventaja de productividad en años de buen clima, pero también una desventaja cuando las lluvias y el calor son desventajosos».
Acotó que debe tomarse en cuenta, no obstante, que «las exportaciones de granos son sólo una parte de la ecuación de la balanza de pagos del país».
El economista dijo que en términos de la producción en general, excluyendo la soya, deben evaluarse las repercusiones en el aumento de los precios de los alimentos dentro del consumo interno.
Abogó por el estudio de acciones de apoyo a productores, «reconociendo diferencias entre ellos», ya que es «costumbre de las entidades del campo reclamar al Estado» ante lo que han denominado «emergencias agropecuarias».
Ello ha motivado que se apliquen medidas como exención de impuestos y créditos subsidiados.
«Las concesiones generalizadas desbalancean más las cuentas fiscales y llevan a justificar más ajustes socialmente regresivos», comentó el entrevistado.
Mientras la sequía avanza en campos concentrados en su mayoría en la zona centro de Argentina, el gobierno ha manifestado «preocupación» por lo que puede ser la peor temporada de los últimos tiempos.
Aunque aún no se tiene una estimación definitiva de las pérdidas económicas en cultivos, las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) han proyectado en este sentido 4.350 millones de dólares en merma.