De la obra de Eduardo Galeano: Espejos

Terapia de risa

Galeno empezó curando las heridas de los gladiadores y terminó siendo médico del emperador Marco Aurelio.

Creyó en la experiencia, y desconfió de la especulación: Prefiero el penoso y largo camino, antes que el hábil y corto sendero.

En sus años de trabajo con los enfermos, comprobó que la costumbre es una segunda naturaleza y que la salud y la enfermedad son modos de vida: a los pacientes de naturaleza enferma, les aconsejaba cambiar de costumbres.

Descubrió o describió centenares de dolencias y curaciones, y probando remedios comprobó: No hay mejor medicina que la risa.

Epicuro

En su jardín de Atenas, Epicuro hablaba contra los miedos.

Contra el miedo a los dioses, a la muerte, al dolor y al fracaso.

Es pura vanidad, decía, creer que los dioses se ocupan de nosotros. Desde su inmortalidad, desde su perfección, ellos no nos otorgan premios ni castigos. Los dioses no son temibles, porque nosotros, efímeros, mal hechos, no merecemos nada más que su indiferencia.

Tampoco la muerte es temible, decía. Mientras nosotros somos, ella no es: y cuando ella es, nosotros dejamos de ser.

¿Miedo al dolor? Es el miedo al dolor el que más duele, pero nada hay más placentero que el placer cuando el dolor se va.

¿Y el miedo al fracaso? ¿Qué fracaso? Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco, pero ¿qué gloria podría compararse al goce de charlar con los amigos en una tarde de sol? ¿Qué poder puede tanto como la necesidad que nos empuja a amar, a comer, a comer, a beber?

Hagamos dichosa, proponía Epicuro, la inevitable mortalidad de la vida.

Aspasia

En tiempos de Pericles, Aspasia fue la mujer más famosa de Atenas.

Lo que también se podría decir de otra manera: en tiempos de Aspasia, Pericles fue el hombre más famoso de Atenas.

Sus enemigos no le perdonaban que fuera mujer y extranjera, y por agregarle defectos le atribuían un pasado inconfesable y decían que la escuela de retórica, que ella dirigía, era un criadero de jovencitas fáciles.

Ellos la acusaron de despreciar a los dioses, ofensa que podía ser pagada con la muerte.

Ante un tribunal de mil quinientos hombres, Pericles la defendió. Aspasia fue absuelta, aunque en su discurso de tres horas, Pericles olvidó decir que ella no despreciaba a los dioses, pero creía que los dioses nos desprecian y arruinan  nuestras efímeras felicidades humanas.

Por entonces, ya Pericles había echado a su esposa de su lecho y de su casa y vivía con Aspasia.

Y por defender los derechos del hijo que con ella tuvo, había violado una ley que él mismo había dictado.

Por escuchar a Aspasia, Sócrates interrumpía sus clases. Anaxágoras citaba sus opiniones.

¿Qué arte o poder tenía esta mujer, para dominar a los políticos más eminentes y para inspirar a los filósofos? …se preguntó Plutarco.

Eduardo Germán María Hughes  Galeano -Montevideo, Uruguay, 3 de septiembre de 1940 – ib., 13 de abril de 2015-. Periodista y escritor uruguayo, ganador del premio Stig Dagerman. Es considerado como uno de los más destacados autores de la literatura latinoamericana.​

De un misanteco ilustre:

El alcohólico es un especialista en justificaciones…para continuar bebiendo.