#PositivosYNegativos | Ricardo Anaya Cortés, en suma, es visto por diversos analistas como un candidato que tiene “mucha mercadotecnia pero muy poca sustancia” en sus propuestas, pese a que es bien visto por su amplia capacidad para armar estrategias que lo llevaron a dominar los comités estatales, apoyar candidaturas, alianzas, entre otros.
Tendrá que superar, sobre todo, un par de piedras en el zapato de muchas que le esperan, que son la conciliación de proyectos dentro del Frente Ciudadano y la división existente al interior del Partido Acción Nacional (PAN). Estas dos circunstancias, apuntan politólogos, historiadores y encuestadores, podrían conllevar la fuga de apoyos y de votos para el panista.
No obstante, Anaya cuenta con el beneficio que cualquier candidato conservador en México: la inercia social, porque la sociedad mexicana es conservadora. Y en ese sentido, Anaya no tiene que atacar al sistema –como lo hace AMLO– y bien puede atenerse a “purificar lo que ya está”.
SinEmbargo realizó el ejercicio que hoy se presenta con historiadores, politólogos y directivos de casas encuestadoras que opinan, con base en un mismo cuestionario, sobre los positivos y negativos de los tres precandidatos a la Presidencia más avanzados en las encuestas: Andrés Manuel López Obrador (Juntos Haremos Historia), Ricardo Anaya Cortés (Por México al Frente) y José Antonio Meade Kuribreña (Primero México). Esos positivos y negativos serán los que, al final, impactarán en el ánimo de los ciudadanos para llevar a uno u otro a Los Pinos.
Ricardo Anaya Cortés, quien este año cumplirá 39 años, es un bólido de la política mexicana. Si ganara las elecciones de 2018, se convertiría en el Presidente más joven en la historia reciente de México -en 1859, a sus 27 años, Miguel Miramón gobernó el país–. El oriundo de Querétaro puede ganar: es inteligente y un estratega nato capaz de apoderarse de su partido [el PAN] y de darle resultados históricos. Pero también es ambicioso, apetente de un poder que podría consumirlo. Hoy vuela cerca del Sol, aunque existen rayos que pueden derretir sus alas y tumbarlo, refieren analistas consultados por SinEmbargo.
Historiadores como Lorenzo Meyer Cossío, del Colegio de México (Colmex) y Luis Alberto de la Garza Becerra, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), así como los politólogos Enrique Toussaint, de la Universidad de Guadalajara (UdeG); Gibrán Ramírez Reyes, de la UNAM; Gustavo López Montiel, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM); José Fernández Santillán, también del ITESM, y Víctor Manuel Reynoso Angulo, de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), además de los directores de las casas encuestadoras Demotecnia y Parametría, dieron su opinión sobre los factores positivos y negativos que podrían impulsar o hundir al candidato del Frente Ciudadano.
Anaya Cortés se perfila, en la actualidad, como uno de los tres candidatos presidenciales más fuertes. En promedio, las encuestas de Buendía & Laredo, Consulta Mitofsky, Grupo Reforma, el Gabinete de Comunicación Estratégica, además de una atribuida a la Presidencia de la República, lo colocan con poco más del 17 por ciento de las preferencias electorales.
Andrés Manuel López Obrador (AMLO), no obstante, lo supera. Su promedio es de casi 30 por ciento. Y en comparación con el priista José Antonio Meade Kuribreña, la distancia con Anaya es de apenas 1.5 puntos porcentuales. Es decir, están codo a codo. Pero este año, inclusive, los resultados de Mitofsky colocan al político queretano en segundo lugar, cada vez más cerca del “peje”, con una diferencia de 3.2 puntos porcentuales en contra.
En esta geometría política, como señaló a SinEmbargo Francisco Abundis, director general de Parametría, habrá dos polos o dos candidatos fuertes. En ese sentido, los historiadores, politólogos y encuestadores consultados por este medio digital señalan que hay de dos sopas: la primera gran batalla de Ricardo Anaya será ganarle el voto tradicional al candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), para luego, enfrentar a López Obrador, con quien se disputaría parte del voto antisistémico que no se identifica con el candidato de las izquierdas [AMLO].
Según Lorenzo Meyer, profesor emérito del Colegio de México, Anaya es un político con “capacidad para entender el entorno en el que se mueve y derrotar a sus enemigos en una guerra dura. Es joven, es inteligente y duro”.
Su meteórico ascenso y su historia hablan de alguien astuto y ambicioso. En 2009, por ejemplo, al cabo de su primer trabajo como secretario particular del ex Gobernador de Querétaro, Francisco Garrido Patrón [2003-2009], Anaya fue señalado por negociar con el priista José Calzada Rovirosa para llegar a la Cámara de Diputados -algo no bien visto por Garrido-. Poco tiempo después, el joven estrella juró como Diputado plurinominal.
Asimismo, su historial de victorias significa la caída de personajes notables de la vida política nacional. En 2014, el ex presidente del PAN, Gustavo Madero Muñoz, lo acusó de apropiarse el partido. Y el año pasado, quienes se le atravesaron en la lucha por la candidatura presidencial del blanquiazul, y después del Frente Ciudadano, sintieron el peso de su maquinaria: Felipe Calderón y su esposa, Margarita Zavala, se vieron obligados a dejar su militancia panista el año pasado. Y Miguel Ángel Mancera tuvo que abandonar su sueño presidencial al no tener palanca suficiente para vencerlo.
Hoy, Ricardo Anaya es apoyado por más de dos terceras partes de los consejeros nacionales de su partido [200 de 270 integrantes], hecho evidenciado durante la elección de los mismos, ocurrida en enero del año pasado. Y como apunta el politólogo de la Universidad de Guadalajara (UdeG) Enrique Toussaint, “después de la salida de buena parte de los integrantes de su partido, sobre todo los calderonistas, logró quedarse con un dominio muy importante al interior del PAN y la estructura panista le responde directamente”.
Sin embargo, reconoce el politólogo de la UdeG, esta fuerza y determinación es la otra cara de la moneda, porque Anaya es también “un político dispuesto a todo con tal de saciar sus ambiciones”, al que “no le importan las consecuencias que devengan de sus comportamientos”. Y no hay mejor ejemplo que el actual, puesto que Anaya “no dudó en romper al PAN para ser él el candidato a la Presidencia”, concluyó.
ANAYA: JOVEN, FUERTE Y AMBICIOSO
De acuerdo con los analistas consultados, aunque el PAN está dividido, Ricardo Anaya Cortés cuenta con el beneficio que cualquier candidato conservador en México: la inercia social –porque la sociedad mexicana es conservadora–. Y en ese sentido, Anaya no tiene que atacar al sistema –como lo hace AMLO–. Más bien tiende a “purificar lo que ya está”, refirió Lorenzo Meyer.
Esta situación facilita que el empresariado tenga “simpatías” con un candidato que puede ofrecerles “continuidad en las políticas que los han favorecido”, dijo Luis Alberto de la Garza Becerra, quien recuerda esta dinámica, misma que tuvo lugar en las campañas de los ex presidentes Vicente Fox Quezada [2000-2006] y Felipe Calderón Hinojosa [2006-2012].
Y en un país en donde cuatro personas [Alberto Bailleres, Carlos Slim, Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego] suman una fortuna equiparable al nueve por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, de acuerdo con un reporte de Oxfam, contar con el apoyo del sector empresarial es de suma importancia.
Si a este apoyo innato sumamos que es un candidato “transversal que puede llegar a varios sectores de la población” -ricos, pobres y clase media- y el hecho de que en caso de que José Antonio Meade Kuribreña no lograra levantar en las preferencias electorales, Anaya, además, tendría la “posibilidad de atraer a una parte del votante más conservador y más enojado con los casos de corrupción, que tampoco votaría por López Obrador”, explicó Enrique Toussaint.
Sin embargo, el político queretano carga a su vez con la mala fama de Acción Nacional “porque ya estuvo en la Presidencia, ya tuvo la responsabilidad dos veces y dos veces fracasó completamente. En la segunda metió a México en una espiral de violencia de la que no hemos salido. Y es el PAN el que lo hizo con Calderón al frente. Y este señor [Ricardo Anaya] es el heredero de ellos”, concordaron Meyer y de la Garza.
Cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) refieren que, 2017, cerró como el año con más homicidios dolosos en los últimos 20 años, periodo en que la sangría aumentó en 50.2 por ciento. Tan sólo en comparación con 2006, cuando Felipe Calderón dio inicio a la guerra contra el narco, la tasa de homicidios intencionales por cada 100 mil habitantes se duplicó [pasó de 10.89 a 20.51]. Los datos refieren que, al cierre del último año, 70 personas murieron por día en México. En 2006, eran 32 diarios.
Anaya deberá superar, además, al enemigo en casa. Porque agitó el gallinero y la fuerza del PAN, en parte, está desplumada. Esta crisis interna, afirman los politólogos consultados, es una piedra en el zapato que hace que mantener el control de la estructura panista no sea suficiente para ganar una elección, “debido a que muchos panistas siguen siendo leales a otros actores políticos”, quienes podrían restarle apoyo –Ernesto Cordero, Javier Lozano, Jorge Luis Lavalle, Roberto Gil Zuarth, por mencionar algunos nombres–.
Luego está el estigma del divorcio. Los expertos señalan que a pesar de que Ricardo Anaya ha venido distanciándose de lo que significó el calderonismo para el PAN, empero, durante mucho tiempo lo defendió. En su tesis doctoral, por ejemplo, el joven maravilla dice que Felipe Calderón, a quien alguna vez llamó “buen Presidente”, es uno de los ideólogos del partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939.
“Existe la contradicción de haber defendido a ultranza los gobiernos de Fox y de Calderón –los 12 años del panismo a nivel federal–. Pero cuando rompe con Calderón y Margarita, se convierte en un férreo opositor de lo que significaron esos sexenios para el país. Y hay que recordar que tanto Calderón como Fox van a apoyar al candidato del PRI. Ningún ex Presidente del PAN va a jugar con Anaya esta elección”, explicó Enrique Toussaint.
LAS DOS CARAS DE LA MONEDA
Sin duda, Ricardo Anaya es un joven candidato, fresco en el discurso, capaz de unir a los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC) con el suyo, concuerdan Lorenzo Meyer, Luis Alberto de la Garza Becerra, José Fernández Santillán, entre otros.
Pero así como reconocen sus buenos atributos, indican que detrás del meteórico panista hay una serie de contradicciones y debilidades que pueden frenar el apoyo y el voto del electorado -como el hecho de que carece de experiencia suficiente para gobernar el país, o que nunca ha ganado una elección popular-.
Para empezar, señalan que la unión de tres partidos políticos no tiene una agenda ciudadana atrás, porque las coaliciones como el Frente Ciudadano, al menos en este país, son meramente electorales y de intereses, no de gobierno. La situación se complica ya que la unión con el PRD es “antinatural”, lo que genera resistencias dentro de los partidos involucrados.
Habrán “perredistas que cambien su voto a otro partido antes que otorgárselo a Anaya”; y habrán “sectores panistas tradicionales que podrían inclinarse por Meade, quien ya fue parte de un gobierno panista, con tal de no favorecer al PRD o incluso a Anaya”, comentó de la Garza.
Esta contradicción de ideologías políticas entre un partido de derecha [PAN] y uno de izquierda [PRD], por ejemplo, lleva a los analistas a pensar que Anaya tampoco tiene un programa “ideológicamente claro”.
Paradigma de esta circunstancia es la propuesta panista de ejercer mano dura en contra de la inseguridad, misma que ha sido objeto de roces con partidos como el PRD. Recordemos que en 2010, la bancada del Sol Azteca en San Lázaro criticó a Calderón por querer aumentar el presupuesto para un combate efectivo a la inseguridad pública -lo que incluía un aumento en los impuestos-.
En contraste, está la propuesta del Frente Ciudadano sobre la renta básica universal; o bien, un ingreso fijo mensual que recibiría la ciudadanía por derecho de ser mexicano. Lo cierto es que el PAN ha sido detractor de “programas sociales asistencialistas”, porque “la mejor política social y estrategia contra el hambre es la promoción de un mayor crecimiento económico y la generación de empleos”. Al menos así lo dieron a conocer los senadores panistas en 2014.
Sin embargo, la falta de un discurso diferente y novedoso que identifique al PAN de Anaya con propuestas contundentes, contrasta con la habilidad del queretano para moverse y evitar cometer errores, al momento de colocar debates en la mesa pública, observan algunos de los politólogos consultados.
Y si bien Anaya puede ser objeto de ataques de guerra sucia, no sólo por la vía de la inseguridad causada a raíz de los gobiernos panistas, sino por los escándalos personales relacionados con su peculio “en una sociedad tan desigual como la mexicana”, como apunta Víctor Manuel Reynoso Angulo de la Universidad de las Américas de Puebla (UDLAP), no obstante se ahorrará los embates de los grupos de Calderón y de madero que “ya se desacreditaron por sí mismos”, explicó Lorenzo Meyer.
En suma, los analistas ven a un candidato que tiene “mucha mercadotecnia pero muy poca sustancia” en sus propuestas, pese a que es bien visto por su amplia capacidad para armar estrategias que lo llevaron a dominar los comités estatales, apoyar candidaturas, alianzas, entre otros.