Durante la presentación de dos proyectos que engloban el diseño y prototipo de una prótesis transfemoral flexible y de mano, estudiantes de la Facultad de Ingeniería Mecánica Eléctrica (FIME) y de la Licenciatura en Ingeniería Ambiental de la Universidad Veracruzana (UV), destacaron que su interés por el desarrollo de ambas innovaciones radica en poner la tecnología al alcance de todos y mejorar la calidad de vida de las personas.
Esta exhibición tuvo lugar en el marco de las actividades de la 4ª Escuela de Invierno de Robótica, desarrollada del 8 al 12 de enero en el Casino Xalapeño, a iniciativa de la Federación Mexicana de Robótica (FMR) y organizada por la UV a través del Centro de Investigación en Inteligencia Artificial (CIIA).
“La tecnología debe aplicarse en beneficio de la sociedad y de la humanidad, pienso que siempre debemos mostrar un carácter humano ante las cosas”, expresó Luis Enrique Escobar Jiménez, quien está por titularse de la Licenciatura en Ingeniería Mecánica de la Facultad de Ciencias Químicas, al hablar sobre el proceso de elaboración de ambos prototipos realizados en el Laboratorio de Investigación en Mecatrónica Aplicada de la FIME-UV.
“Muchas veces nos enfocamos en generar dinero y producir reactores o tecnología pesada, pero al final de cuentas debe aplicarse para ayudar a la humanidad, ésa es la verdadera función. ¿En qué momento se nos olvidó eso?”
Ante participantes de la 4ª Escuela de Invierno de Robótica, procedentes de otras entidades y que cursan las carreras de Física y Matemáticas y público en general, consideró que estos avances representan una contribución hacia la sociedad con ayuda de la tecnología.
“Se sorprenderían lo mucho que puede cambiar la vida de una persona, sobre todo el aspecto emocional de quienes han sufrido la pérdida de una extremidad o bien nacen sin ella”, agregó Gustavo Barrios Sierra, otro de los estudiantes de la FIME y colaborador del proyecto.
Por ello, resaltaron el empleo de tecnología 3D para estos diseños, que es una herramienta para llegar a elaborar los prototipos a través de los siguientes materiales: ácido poliláctico (PLA) o polímero biodegradable, obtenido a base de almidón de maíz; acrilonitrilo butadieno estireno (ABS), que es un plástico muy resistente al impacto, y poliuretano termoplástico (TPU), el cual se caracteriza por su alta resistencia a la abrasión, al oxígeno, al ozono y a las bajas temperaturas.
En tanto, Armando Aburto Meneses expuso que es un proceso altamente complicado, sobre todo al momento de imprimir las piezas en 3D, pues han invertido varias horas o hasta un día y medio, toda vez que deben tomarse en cuenta diversos factores de temperatura, luz y ambiente.
Adquiridas de otra forma o en el mercado, las prótesis tardan en entregarse entre una semana y un mes.
Previamente, los jóvenes asesorados por el académico Ervin Jesús Álvarez Sánchez realizaron medidas de los posibles beneficiarios, así como proporciones de peso de las extremidades para que al momento de su adaptación no resulten demasiado pesadas.
Sin embargo, aunque las prótesis a base de estos materiales tienen un 20 y hasta un 30 por ciento de vida menos que las convencionales, una ventaja es la rapidez del reemplazo de las piezas y su mantenimiento.
En cuanto a costos, en el mercado existen prótesis activas y pasivas; estas últimas oscilan entre los 110 mil pesos, pero puede reducirse hasta un 50 por ciento o menos.
Durante su intervención, Andrea Ordóñez Garza, alumna de Ingeniería Ambiental, precisó que desde el punto de vista de cuidado al medio ambiente, estos materiales causan menor impacto siempre y cuando se sometan a un proceso de reciclaje adecuado.
En un futuro, los jóvenes desean innovar en la elaboración de una mano que funcione mediante un sensor mioeléctrico. Es una especie de brazalete que registra cinco movimientos distintos de la mano, así como el impulso eléctrico para llevar a cabo tareas específicas.