A los seres humanos nos causan simpatía aquellas personas que se muestran amables y colaboradoras. Nos gustan el viandante que ayuda a alguien impedido a cruzar la calle o el caballero que se levanta del asiento en el metro para cedérselo a una mujer con un niño en brazos. Desde luego, preferimos su compañía a la de los groseros que empujan, cierran las puertas en las narices o tratan con desconsideración a camareros o empleados. Incluso los bebés de apenas tres meses de edad tienen la capacidad de distinguir a los gentiles, según muestran estudios previos. Podríamos pensar entonces que las especies que más se nos parecen actuarán de forma similar, pero una nueva investigación ha revelado que, por mucho que compartamos genes, hay quien prefiere a los cretinos.
Científicos de la Universidad de Duke aseguran en la revista Current Biology que los bonobos se sienten más atraídos por los matones, los individuos que maltratan a los demás. Y esto es sorprendente, ya que estos simios africanos son, junto a los chimpancés, nuestros parientes más cercanos en el reino animal. En cuestión de genética nos diferenciamos muy poco, apenas un 1,3%, según descubrió en su día un equipo liderado por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania). Pero es que además, los bonobos son famosos por ser pacíficos y juguetones, capaces de resolver muchos conflictos con sexo y caricias.
Para saber si los bonobos comparten el mismo prejuicio social que nosotros, los investigadores realizaron unos curiosos experimentos en el santuario Lola ya Bonobo, en la República Democrática del Congo. Para empezar, mostraron a los primates 24 vídeos animados similares al Pac-Man (Comecocos) en el que un personaje lucha por escalar una colina. Luego, otra figura entra en escena. A veces es un personaje útil que le da al Pac-Man un empujón hacia la cima, y otras veces un malintencionado que lo empuja hacia abajo.
Después, los investigadores ofrecieron a los bonobos dos trozos de manzana, uno colocado debajo de un recorte de papel del personaje útil y otro debajo del inútil, y calibraron la preferencia de los bonobos al observar cuál alcanzaban primero.
Cuestión de poder
En otro experimento, los bonobos contemplaron una parodia en la que un actor humano deja caer un animal de peluche fuera de su alcance. Otra persona trata de devolver el juguete a su dueño legítimo, pero antes de que pueda, una tercera se lo arrebata. Después, los bonobos eligen si aceptan un trozo de manzana del bienhechor o del ladrón.
En cada experimento, los bonobos fueron capaces de distinguir entre personas útiles e inútiles al igual que los humanos. Pero a diferencia de nosotros, la mayoría de los bonobos tendía a elegir a los perversos.
Y esto no es por casualidad. Resulta que los investigadores también midieron las preferencias de los simios por los personajes que participaban en el sketch de peluche al comienzo del experimento, antes de que se desarrollara la trama. Y a estos primates les gustaban aún más las personas malas después de que comenzaran a comportarse mal.
¿Desconcertante? Los autores del estudio creen que puede haber una buena razón. Podría ser que los bonobos interpretan la rudeza como un signo de estatus social y simplemente intentan mantener a los individuos dominantes de su lado. En otras palabras, vale la pena tener aliados poderosos.
Para probar esa idea, el equipo mostró a 24 bonobos otro conjunto de vídeos animados en el que un personaje de dibujos evita repetidamente que otro reclame un lugar codiciado. Los simios generalmente preferían al personaje que acaparaba el lugar sobre el que cedía. Para los bonobos, entablar relación con individuos dominantes puede significar un mejor acceso a alimentos, compañeros u otras ventajas, o menos posibilidades de ser acosados por ellos mismos.
Ventaja humana
Pero esto tienen una lectura interesante. El hecho de que los bonobos prefieran a los matones y los humanos no, sugiere que la aversión a los malvados es un aspecto fundamental del comportamiento humano que puede ser exclusivo de nuestra rama del árbol genealógico de los primates. Los resultados respaldan la idea de que la tendencia a evitar a las personas que maltratan a los demás es una de las cosas que nos diferencian de otras especies.
En los humanos, el rechazo a los malhechores no solo ayuda a las personas a evitar malas compañías, sino que también desanima a esos mismos malhechores a comportarse mal. La amenaza del rechazo social los mantiene bajo control. Los científicos dicen que este sesgo puede ser lo que permite a los humanos trabajar juntos en equipo, incluso con completos desconocidos, de formas que otras especies son incapaces. Quizás esa preferencia por las buenas personas es lo que haga que seamos capaces de construir edificios, levantar puentes, realizar grandes investigaciones… En definitiva, de colaborar, y eso es una gran ventaja a nuestro favor.
Con información de ABC.es