El año ha iniciado con una gran efervescencia política; no sólo nos fuimos de vacaciones con el anuncio de que será Pepe Yunes el candidato del PRI a la Gubernatura del estado, sino también, que desde ayer tenemos nuevas autoridades municipales. Así, mientras la mayoría tomaba unos días de asueto, otros estaban planeando el futuro de Veracruz desde los sótanos de la política. Bien decía la abuela que para uno que madruga, otro que no duerme.

El escenario es harto complicado, no sólo para los ciudadanos comunes, sino también para quienes aspiran a aparecer en las boletas electorales. Y quienes desde ayer son autoridad municipal, en estos momentos deben estar dándose topes en la pared con lo que están encontrando en los Ayuntamientos: tesorerías sin fondos, deudas millonarias, negocios ilícitos ya autorizados, cientos de aviadores, entre otras linduras.

Y en medio de todo este circo está el gobernador Miguel Ángel Yunes, a quien el nuevo año lo recibió con un hijo como candidato a sucederlo y uno más, iniciando funciones como Presidente Municipal del puerto de Veracruz. Cualquier otro estaría feliz –y sin duda que él lo está respecto a sus vástagos-, sin embargo, los planes no están saliendo exactamente como él esperaba.

Ni el PRI ni Morena serán presas fáciles en este proceso electoral. El partido de Manuel López Obrador ha iniciado el gobierno en varias de las principales ciudades del estado, con un gran bono de confianza ciudadana. Por eso, la apuesta oficial es a que les vaya mal –a eso obedece las rencillas del mandatario estatal y los presidentes morenos-, que les gane la falta de experiencia y que los grupos al interior de ese partido se devoren en medio de la ambición. Habrá que esperar.

Morena, a diferencia de otros procesos electorales, contará con recursos públicos. Y aunque han dicho que no habrá más políticas clientelares –como lo ha ofrecido Hipólito Rodríguez en Xalapa-, habrá que ver como plantean su relación con Andrés Manuel López Obrador en su última batalla por la Presidencia de la República. Los alcaldes morenos no se alzaron con la victoria para ser unos demócratas e independientes, sino para contribuir al proyecto del tabasqueño, aunque el discurso obligue a decir otra cosa.

Para el mandatario veracruzano la cosa no está sencilla. El escenario nacional se ha complicado con la fractura al interior del PAN y una frágil candidatura presidencial de Ricardo Anaya; por ello, como antaño, en su ruta estaría sacrificar sus lealtades y pactar con el priismo para mantener el gobierno de Veracruz, a cambio de garantizar el triunfo del candidato Meade en el estado, algo que ni los propios gobernadores priistas lograron en las últimas elecciones presidenciales. Para Yunes, cualquiera antes que López Obrador.

En la ruta original, la candidatura debía ser para su hijo, el ex alcalde de Boca de Río, y lo logró. En el PRI, el candidato tendría que ser José Yunes Zorrilla, un político repelente al conflicto, que no haría señalamientos a su gobierno, y que a pesar de su buena imagen, no tendría el punch ni el carisma necesarios para ganar la elección. También lo logró. Sólo que en su plan, el senador Héctor Yunes habría de rechazar la candidatura del Pepe y jugar por cuenta propia por un partido pequeño. Ahí se equivocó.

Como también se equivocó en que el candidato a la Presidencia sería Miguel Ángel Osorio Chong, con quien la oportunidad de pactar sería aún mayor que con el propio Meade; con el hoy pre candidato presidencial mantiene viejas rencillas desde el paso de ambos por el gabinete calderonista.

Eso ha cambiado las condiciones del juego. A pesar de los dimes y diretes entre sus grupos cercanos, Pepe y Héctor entendieron que una nueva derrota electoral sería determinante en el futuro político de ambos, por ello es que han decidido enfrentar juntos esta elección. Los aliancistas tendrán espacios en la campaña y el gobierno –espacios de los que hoy carecen ambos grupos-, y a cambio, Héctor trabajará como si la campaña fuera la suya.

Quienes apostaron al rompimiento se equivocaron. Muchas veces Héctor Yunes dijo que la candidatura no era una obsesión personal y pocos le creyeron. Esta misma semana estará acompañando a Pepe a su registro, en lo que será una muestra de recomposición del priismo en Veracruz. La victoria electoral no sólo encumbrará a Pepe a la Gubernatura, sino que el vínculo con el Presidente permitirá recuperarse a un priismo empobrecido y desarticulado.

Es la hora de la verdad. La elección presidencial le dará un sabor especial a esta contienda local. La franca cercanía de Pepe y Meade –la que se verá reflejada desde el primer día de pre campaña-, habla de que no hay intención de pactar para entregar Veracruz: para qué hacerlo si se puede ganar.

Las del estribo…

  1. El reloj Richard Miller del gobernador Miguel Ángel Yunes se ha vuelto en el símbolo de lo que hoy es Veracruz: la opulencia que se trata de ocultar en el bolsillo de un gobierno que se dice del cambio; la irritabilidad de un gobernante ante la exposición pública de su riqueza; la descalificación abierta a un medio de comunicación antes que decir la verdad. Si no era motivo de vergüenza, entonces, ¿por qué se lo quitó de la muñeca e intentó ocultarlo? Mentir ante lo evidente sigue siendo la norma.
  2. Este martes, el senador con licencia Pepe Yunes inicia sus actividades  del año previo a su registro como pre candidato del PRI al gobierno de Veracruz el viernes próximo. Se reúne a desayunar con periodistas, muchos de ellos agraviados por la distinción y el protagonismo de uno de sus cercanos. Es muy buena señal que su primer evento sea con periodistas; es mala señal que alimente la hoguera de vanidades entre los muchos que se frotan las manos para realizar esa tarea en campaña.