Los dos primeros días de abril de 2014, se realizó el Encuentro de Jazz que organizó Alberto Aguilar como parte de los festejos por el vigésimo aniversario del Museo de Arte de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Participaron 30 especialistas en el tema, entre ellos, Óscar Javier Martínez.
Para cerrar esta serie dedicada no solo a la labor del divulgador oaxaqueño sino al quehacer del periodismo especializado en el jazz, reproduzco la ponencia que presentó Oxama en aquella ocasión.

El jazz en méxico, una visión desde la periferia

Óscar Javier Martínez

«La pregunta que se me hace es: ¿Dónde se encuentra el jazz en estos días? y lo primero que se me viene a la mente es: en muy pocos sitios. La respuesta, aunque burda, atiende antes que nada a un asunto de situación, antes que de estado general. El jazz en este país es difícil de encontrar. Lo que pasa es que nosotros, cofrades de una caballería musical, nos sabemos los códigos, los signos, los atajos. Pero el lego, el hombre común, ¿dónde encuentra al jazz?

«Se me ocurren dos respuestas posibles; la primera tiene que ver con abordar de frente el estado general de esta música y sus protagonistas: El jazz goza de cabal salud. La segunda respuesta atiende a su entorno social, a su contexto: el jazz navega a contracorriente.

«Basta con echar una mirada escrutadora al panorama para darse cuenta de que hoy se produce tanta música vinculada al género que nos es imposible abarcarla toda. Más allá de los tótems del jazz actual, los Metheny, Corea, Hancock y Marsalis, que van por el mundo fichados por grandes discográficas y con cachés de rock stars, existen miles de músicos que cada día están en constante actividad, tocando, escribiendo, enseñando y difundiendo su arte.

«Sólo por poner un ejemplo de primera mano. Acabo de estar en Galicia, donde existen cuatro centros alrededor de los cuales se mueve el jazz: A Coruña, Santiago, Ourense y Pontevedra. Es justamente en Pontevedra donde desde hace 13 años existe un seminario de jazz, que se ha encargado de ofrecer un plan académico muy completo, en el que participan músicos ya consagrados quienes además de impartir clases colaboran en proyectos con los alumnos y tocan regularmente con ellos. El seminario tiene su propio festival y edita media docena de discos al año a través de la discográfica gallega Free Code, cuyo catálogo abarca más de medio centenar de grabaciones. La escena gallega (o galega, como prefieren ellos denominarse) comparte estrechos lazos con Portugal, en ciudades como Matosinhos, Porto, Coimbra y Lisboa, donde discográficas como Clean Feed documentan todo este trabajo de ida y vuelta. En Lisboa, por cierto, existe el club de jazz más antiguo de Europa, el Hot Club de Portugal.

«Menciono todo lo anterior porque así, vista en perspectiva, la escena del jazz en México se nos presenta no como un caso aislado, sino como parte de un movimiento que fluye en muchos países, y cuyo motor siempre, o casi siempre, son los propios músicos y uno que otro entusiasta. A veces con la colaboración de algunas instituciones; con alguna participación de ciertos medios de comunicación, casi nunca la iniciativa privada .

«Ahora bien, ¿qué papel jugamos los medios en todo esto? Volviendo al ejemplo de Galicia-Portugal, les diré que para todo este fenómeno del jazz sólo existe un programa de radio especializado. Se llama Puerta Abierta y lo lleva el colega Sebastián Iñigo.

«En nuestro país, hace casi diez años y por iniciativa de los colegas del programa Solo Jazz, de Radio BUAP, nos reunimos en la ciudad de Xalapa alrededor de 50 representantes de distintos medios, en su mayoría productores y locutores de programas de radio, para reflexionar, comentar y compartir nuestras experiencias. Varias cosas aprendimos entonces que nos han servido para ver nuestro trabajo en perspectiva.

«Así como el trabajo de los músicos de jazz se mueve casi siempre a contracorriente, así también quienes estamos en los medios tenemos que enfrentarnos a factores adversos. En este país el jazz se difunde a través de la radio pública o permisionada; es decir, a través de las emisoras estatales o universitarias (ahora también en una que otra radio comunitaria) con lo cual los espacios están siempre sujetos a los vaivenes de la política. Si un nuevo director considera que el programa no es relevante, lo cambia de horario, lo mueve a la madrugada o simplemente lo saca del aire, como acaba de pasarle al colega Luis Barria, despedido sin explicación alguna de Radio Televisión de Veracruz después de siete años de producir su programa ‹El jazz bajo la manga›.

«Lo de ‹despedir› es un eufemismo, porque en una gran mayoría de casos los productores de programas no cobran por su trabajo. Lo hacen por amor al arte. En aquella reunión xalapeña nos propusimos compartir material, organizar algún taller, intentar estar en contacto y crear un vínculo. Sin embargo esto no prosperó. En muchos de los casos los colegas tenían que dedicar su semana entera a sus trabajos antes que pensar en otra cosa. El día a día no les daba para más. Quedó claro entonces que a quienes difundimos el jazz a nivel nacional nos faltaba algo muy importante: profesionalización. En muchos de los casos los programas de radio eran simplemente el espacio que un aficionado con muy buenas intenciones utilizaba para poner sus discos favoritos, sin mayor producción y sin hacer uso del lenguaje y las herramientas radiofónicas apropiadas. Tener un programa así está muy bien, pero no refleja el pulso de lo que acontece en este amplio movimiento que como ya vimos, fluye constantemente y es muy fértil.

«De aquel lejano 2005 a la fecha algunas cosas han cambiado. Hay una mayor profesionalización del productor radiofónico; hay programadores y locutores especializados. Sin embargo, sigue faltando otro pequeño gran elemento en la ecuación: el periodismo especializado. En los medios impresos contamos con plumas como las de Javier Quitarte y Antonio Malacara, quienes cumplen cabalmente con la labor del periodista especializado. Buscan sus fuentes, se documentan, van a los eventos, entrevistan, reflexionan y escriben. En la radio esto sucede muy poco. No es fácil para alguien que no recibe ninguna paga por su trabajo viajar, asistir a festivales. Quedan por supuesto las nuevas herramientas tecnológicas: las redes sociales, las radios online. A través de Internet uno puede enterarse perfectamente de lo que pasa en cualquier lugar del mundo, obtener música, contactar a los artistas e incluso entrevistarles… ¿Por qué no sucede esto más a menudo?

«En un mundo globalizado como el de hoy, las fronteras entre la provincia y las capitales se están diluyendo. Es interesante ver cómo en nuestro país se multiplican los festivales, los encuentros, las propuestas académicas. El ir y venir de músicos de otros países ha nutrido la escena, y todo hace pensar que el jazz, más una referencia que un estilo, seguirá gozando de cabal salud. Este encuentro, con su nutrida participación así lo ha demostrado.

«Al principio de mi intervención dije que el jazz en este país se encuentra en muy pocos sitios. ¿no es esto contradictorio? No, para un país de 120 millones de habitantes el protagonismo social del jazz es ínfimo.

«Cuando falleció José Emilio Pacheco la prensa nacional se hizo eco del acontecimiento. ¿Cuantas notas de prensa o menciones en los noticiosos radiofónicos o televisivos se hicieron sobre la muerte de Enrique Nery?

«Quiero decir, para terminar, que el gran pendiente de los medios en este país con respecto al jazz es darle visibilidad, ponerlo en el juego. Sí, el jazz de los Marsalis, los Metheny, los Corea y los Hancock es muy importante, pero creo que ya va siendo hora de que la crítica y el periodismo especializado tomen el lugar que les corresponde. Muchos de los que estamos en los medios prácticamente nos inventamos el trabajo de ser difusores del jazz. Eso suena muy romántico pero en poco ayuda si no nos profesionalizamos, si no le damos a nuestro trabajo la seriedad y la dignidad que requiere.

«Está muy claro que el jazz nada a contracorriente y que nadie, nadie va a regalarle nada. Entonces no seamos nosotros mismos quienes ralenticemos ese navegar. Hoy se está dando un paso importante en la reflexión de nuestros distintos quehaceres… que las conclusiones de estos trabajos nos ayuden a hacer visible al jazz en este país tan ensordecido por las balas y el reggaetón».

 

 

PRIMERA PARTE: La mil y una noches sincopadas
SEGUNDA PARTE. En la boca llevas, jazz, sabor a mí

 

 

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