Como comenté ayer, el pasado 22 de noviembre falleció Jon Hendricks a la edad de 96 años, Dave Brubeck no quiso cometer tal exceso, murió exactamente un día antes de cumplir los 92, el 5 de diciembre de 2012 (nació el 6 de diciembre de 1920 en Concord, California).

Brubeck fue un músico muy aclamado en el mundo entero pero muy denostado en los círculos jazzísticos más puristas y cerrados, se le acusó de abaratar el jazz, en su texto La música de masas de Dave Brubeck, Pablo Espinosa sostiene que «los críticos rabiosos» acuñaron epítetos para calificar su música de «esquemática, bombástica, estólida». «Y es que era lo esnob -continúa el crítico cordobés (no español sino paisano nuestro)-, la pose, la corriente en boga denominar corriente a quien no se portara como desvalido, incomprendido y genial, y destinara su música a las minorías y enarbolara la bandera de lo contracultural. Los que no siguieran estas reglas de etiqueta, eran unos vendidos.

«Algunos de los seguidores de Charlie Parker, ese personaje genial y trágico que retrató Julio Cortázar en El Perseguidor, figuraban entre esa corriente esnobista que denostaba a quienes tenían éxito en vida».

Cuando le pregunté a Pablo Prieto -el baterista mexicano que sabe absolutamente todo lo que hay que saber sobre Brubeck- la causa de tal desprestigio en el gremio, me respondió:

«Lo que pasa Brubeck no era un jazzista como tal, entonces, cuando lo juzgaban los críticos de jazz, le iba muy mal. Ni en los mismos Estados Unidos se entendía la música de Brubeck como debiera de ser y aquí en México tampoco porque aquí, Brubeck era igual a Take Five, pero Take Five ni siquiera es una composición de Dave Brubeck, es de Paul Desmond y no tiene nada que ver con la gran obra composicional y todo el bagaje cultural que mezcló en sus obras. Dave Brubeck es un compositor muy profundo, con una formación clásica muy seria, tiene composiciones de música sacra, oratorios, cantatas, música de cámara, corales, en fin, Dave Brubeck fue un músico universal, inclusive no se asumía como jazzista, decía ‹yo soy un compositor que toca el piano›, o sea, la primera labor y vocación de Brubeck fue ser compositor, no era pianista ni mucho menos jazzista».

Con todo, Time Out aparece invariablemente en las listas de las mejores grabaciones de la historia del jazz, Blue Rondo à la Turk se ha convertido en una pieza de culto e In Your Own Sweet Way es un standard imprescindible (si es que acaso esta afirmación no es pleonásmica) en el repertorio de todo jazzista.

«La importancia de Brubeck -me dijo más adelante Prieto- es que llevó el jazz a otras esferas, algo que no hizo ninguno de los otros jazzistas, eso tiene un gran mérito. Tiene más de 300 composiciones muy interesantes, unas combinaciones de compases, unas armonías complejas, influencias de la música de Irán, de Turquía, de Grecia, de la india, de Japón, de muchas cosas. Tiene muchos discos, uno que se llama Jazz Impressions of Japan, que es una joya; Jazz Impressions Of Eurasia, que es una maravilla. Son cosas muy complejas y muy interesantes que no tienen nada que ver con lo que hizo Coltrane ni Miles ni Parker ni nada pero son obras de un músico tremendo.

«Brubeck decía ‹el jazz es una esponja, absorbe las otras músicas y muchas culturas entonces, vayan por el mundo y abran los oídos›. Lo que admiro de Brubeck es que no se cerró a una sola cosa sino que se diversificó de tal manera que logró fusiones muy interesantes que han permeado, inclusive, en otras áreas, no nada más en el jazz».

Muerto Brubeck se acabó la fobia, hace exactamente cinco años, tras su deceso aparecieron, en los medios de todo el mundo, columnas, notas periodísticas y obituarios que elevaban su imagen a los más altos niveles del género y lamentaban su partida. En esta columna lo despedimos con una décima hecha, justamente, a partir de Time Out, Blue Rondo à la Turk e In Your Own Sweet Way. Para conmemorar los 97 años de su nacimiento y los cinco de su deceso, vale repetirla.

Tu tiempo no ha terminado
ni tu vida se bifurca
entre aquel rondó a la turca
y un bolero sincopado.
Muy alto te has elevado
para seguir tu destino;
porque jazzear es tu sino,
en el orco o el edén,
seguirás jazzeando en
tu propio y dulce camino


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