Mientras el PRI parece haber tomado una decisión definitiva sobre su candidato presidencial, en Veracruz las cosas para el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares y su pretendido sucesor, Miguel Ángel Yunes Márquez, empiezan a complicarse, no solo por la espiral de violencia que parece insostenible y ya ha hecho que algunos propongan al choleño que solicite licencia y vaya a casa sino porque los posibles apoyos políticos derivados de Miguel Ángel Osorio Chong como candidato presidencial del PRI se han caído estrepitosamente y, encima, el muchacho ha empezado a imitar el discurso duartista del “no pasa nada”, mientras corren ríos de sangre en territorio veracruzano.
Desde este domingo, los principales abrevaderos políticos de la capital del país –y, como consecuencia, los de todo el país– se han centrado en la anunciada renuncia para este lunes de José Antonio Meade Kuribreña a la Secretaría de Hacienda, que quedaría en manos del veracruzano José Antonio González Anaya (director de Pemex), para registrarse como precandidato presidencial del PRI, y como el único, para más señas, porque su principal contendiente interno, el Secretario de Gobernación, ya comunicó que no iría.
Ya sabe que en la política local se le reza a más de un santo. Fidel Herrera Beltrán le rezó a Josefina Vázquez Mota, a quien hizo ganar en Veracruz, a través de Javier Duarte, en detrimento de su candidato obligado Enrique Peña Nieto, para mantener ese limbo de absoluta libertad que el panismo en el poder le permitía a los gobernadores priistas, amos y señores para decidir los asuntos políticos sin consultar al gran jefe e, incluso, sin pasar por el tamiz del dirigente nacional del PRI. Algo así se ha interpretado en el caso del gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, cuya amistad con su tocayo Osorio Chong se manejaba desde su campaña y abonaba a historias de complicidad interpartidista que bien hubieran servido de sustancia para varias historias de ficción política.
Lo más grave para el Miguel Ángel veracruzano es que la emergencia de un candidato priista sin militancia en ese partido, quien ha sido secretario de Hacienda y de Energía con Felipe Calderón Hinojosa y de Relaciones Exteriores, Desarrollo Social y Hacienda con Enrique Peña Nieto, deja en una situación complicada a su candidato en el PAN, Ricardo Anaya Cortés, con más experiencia en las grillas que en fortaleza académica y experiencia para conducir a un país en tan graves complicaciones financieras como México. Estas consideraciones harían más atractivo al candidato del PRI para colocarse en la pista como segundo corredor, a la espera de remontar en el tramo al duro corredor Andrés Manuel López Obrador, quien antes de las elecciones ya reparte secretarías e, incluso, piensa en qué ciudad poner las sedes.
Para colmo, ante el debilitamiento que ha sufrido en el interior del PAN por su denodado interés en ser candidato presidencial, Ricardo Anaya ha empezado a depender más de lo debido del apoyo de los dirigentes de los otros partidos del Frente Ciudadano por México, en particular de Dante Delgado Rannauro, líder de Movimiento Ciudadano, quien en algún momento podrá cobrar venganza por el encarcelamiento a que fue condenado por Miguel Ángel Yunes Linares en el gobierno de Patricio Chirinos, cuestionando duramente la viabilidad del todavía alcalde de Boca del Río como el candidato a suceder a su padre en el Gobierno de Veracruz.
Y es que, para colmo, el muchacho no colabora para lograr un liderazgo real (más allá del apoyo del padre) ni para cincelar una personalidad política propia, peculiar, más allá de sus arrebatos juveniles que lo han llevado a despotricar sin pensar en sus palabras, que sea atractiva en momentos en que la violencia se ha convertido en un problema tan grave que la población ya pide a gritos que salga alguien con conocimientos y arrestos para disminuirla, y no quien parezca que solo la ve en los enemigos políticos.
Y no me digan en la esquina… que eso a mí me mortifica
“Son rumores, son rumores”, cantaba Miguel Ángel Yunes Márquez ante un auditorio a modo en Córdoba, donde dictó una más de sus conferencias “Un gobierno exitoso”, que el OPLE no ha considerado como abierta campaña electoral. Se refería a las cifras que colocan a Veracruz en los primeros lugares en delitos de alto impacto y que en secuestro nos tienen en el primer lugar, por abajo de entidades tradicionalmente colocadas en el máximo sitio del podio como el Estado de México y Tamaulipas.
“No son estadísticas oficiales y las pueden revisar, son cuestiones de rumores que han venido haciendo, pero si se van a las estadísticas oficiales reales podrán ver que Veracruz no está ni por mucho en los niveles más altos de delincuencia en el país, hay muchos municipios arriba de nosotros”, dijo la semana pasada. ¿Se refería al estado o al municipio? Si es esto último, ¿por qué se refiere al municipio vecino al que gobierna? Ahora que si se refiere al estado pues está peor de mal.
Para empezar, las cifras que ofrece el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) sobre incidencia delictiva del fuero común, y que muestran que Veracruz, en tema de seguridad, está mucho peor con su padre que con su deleznable antecesor, no son rumores; vaya, ni siquiera es la dependencia federal la que saca esas estadísticas, como para pensar que un gobierno priista le trata de gastar una broma macabra al gobierno estatal panista. No.
Que le expliquen a quien quiere gobernar Veracruz (pese a que se niega a aceptar la realidad que vivimos los comunes, esos que no tenemos escoltas como él y su familia) que las cifras que ponen a Veracruz en el peor sitio en materia delictiva son proporcionadas directamente por la Fiscalía General del Estado, donde manda su cuate Jorge Winckler, y son autorizadas por su propio padre que, hay que reconocerlo, no ha caído en la tentación de maquillar las cifras. Y hay que decirle también que cada número es una carpeta de investigación que, en la mayoría de los casos, no llega a nada, o simplemente se deja en el sueño de los justos.
En este mismo espacio hemos analizado esas cifras, pero el periódico Reforma, donde se publicó la nota sobre el joven Yunes y su duartista ‘no pasa nada’, señala que “solo de enero a octubre [Veracruz] suma mil 382 averiguaciones previas por homicidio doloso, 39 por ciento más que en el mismo periodo de 2016, cuando se registraron 993 carpetas de investigación por el mismo delito”.
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