Este martes 7 de Noviembre, los 212 presidentes municipales electos de Veracruz, los síndicos y regidores que entrarán en funciones en enero próximo, fueron convocados por el Órgano de Fiscalización Superior del Estado, Orfis, para que acudieran al curso denominado “Capacitación a las Autoridades Electas para la Recepción de la Administración Pública”.
Dicho evento se llevó a efecto en la capital del estado; el tema central tiene que ver con el control de las administraciones y la garantía que deben tener los ciudadanos de la continuidad de las instituciones y de la prestación de servicios.
Es un trabajo que realiza el Orfis para promover el correcto cambio en las administraciones municipales; que los que se van entreguen los ayuntamientos en orden y los que lleguen sepan lo que reciben, las cuentas, los haberes y deberes.
El problema es que de todos los convocados sólo acudió una pequeña parte: a la cita llegaron 73 alcaldes electos, lo cual nos habla del desinterés por dos temas que deberían ser fundamentales para las próximas autoridades: la capacitación y la entrega-recepción.
Ese asunto, relacionado con las autoridades municipales electas, nos remite al funcionamiento y operación de los ayuntamientos veracruzanos.
El primer contacto de la gente con una forma de gobierno es precisamente el Ayuntamiento, donde se resuelven, en teoría, los problemas de barrios, colonias y comunidades.
El problema es que generalmente los Ayuntamientos no reciben los recursos necesarios y suficientes para atender los problemas de los municipios; y muchas veces, dichos órganos de gobierno están integrados por ediles y funcionarios con poca preparación o, lo que es peor, en algunos casos semianalfabetas.
Por supuesto, hay excepciones, alcaldes y ediles electos con trayectoria en la academia y en el servicio público que muestran interés por la capacitación y el rumbo de las administraciones que encabezarán a partir del próximo año; pero en el caso de muchos alcaldes, la falta de preparación y capacidad para gobernar, para cumplir las leyes y para plantear programas de gobierno los vuelve presas fáciles de quienes buscan convertir los presupuestos municipales en botín para engrosar la billetera personal.
Recordamos el caso de un presidente municipal en el norte de Veracruz, cuya ingenuidad –aunque en su pueblo le llamen de otra manera- lo llevó a endosar las cuentas bancarias y prácticamente el poder local a un rapaz tesorero que terminó por saquear las arcas y emprender la graciosa retirada.
En otros casos, la sindicatura y las regidurías de los ayuntamientos son producto de imposiciones desde la capital de estado; y así, los dirigentes partidistas integran los cuerpos edilicios únicamente con criterios políticos, sin tomar en cuenta capacidad o escolaridad; por eso vemos a tanto regidor y síndico cuyo nivel de instrucción no alcanzaría para confiarles las riendas de una administración.
En nuestro país, para bien o para mal, cualquiera puede ser votado y ello implica riesgos porque, a fin de cuentas, el promedio de escolaridad no llega a nueve años en el ámbito nacional, mientras que Veracruz es cuarto lugar nacional en analfabetismo.
Por otro lado, la lucha de grupos que se presenta en el entorno estatal para lograr posiciones, secretarías y subsecretarías, direcciones y coordinaciones, se traslada también a los ayuntamientos, donde los alcaldes, muchas veces mareados de poder, seleccionan a compadres y amigos de la infancia para integrar los ayuntamientos, sin considerar capacidades y perfiles.
Si a esa situación, ayuntamientos con autoridades improvisadas, se suma la falta de interés por capacitarse, como quedó en evidencia en el curso a que convocó el Orfis este martes, muy poco se puede esperar de las próximas autoridades municipales. @luisromero85