Por: Edgar Carmona Blanco
Por lo regular todas las historias neoyorkinas, tanto ficticias como reales, son de lo más interesantes y conmovedoras (si no pregúntenle a Woody Allen).
El paisaje citadino y urbano de una ciudad tan cosmopolita como Nueva York, sirve como telón de fondo para contarnos esta aguda anécdota propia de un ámbito muy excéntrico y a veces nihilista como lo es el universo de los escritores y editores; ambos tan intelectuales y tan artistas como su contexto se los permita.
Así, tenemos a un Pierce Brosnan interpretando a un exitoso editor en jefe que se verá inmiscuido en serios problemas con su hijo (Callum Turner) cuando se descubre que tiene una formidable amante (Kate Beckinsale).
A partir de aquí, el relato se torna muy atractivo y sugerente a pesar de tener una trama y giros de tuerca predecibles; justo cuando aparece en la vida del confundido hijo, un futuro amigo y mentor (Jeff Bridges), quien lo aconsejará y guiará en todo momento.
Es precisamente este binomio de amistad lo que le da fuerza a la película. Bridges realiza una actuación entrañable como el personaje solitario y hedonista que también es escritor y busca la compañía del joven por motivos desconocidos.
Hasta que descubrimos como espectadores el porqué de su insistente acercamiento, es cuándo resulta casi imposible no soltar una lágrima discreta. Bien vale la pena contemplar este filme acerca de lo que se cree que es el amor y de como un chico emprende un viaje pasional intenso que por lo mismo está lleno de pasajes dramáticos y diálogos grandilocuentes.