Por: Edgar Carmona Blanco
Si hay algo que nunca pasará de moda es la corrupción. Esto se ve a raudales en la nueva cinta de la aún megaestrella Tom Cruise, quien encarna muy divertidamente a un audaz piloto de la aerolínea TWA que es reclutado por la CIA para realizar varios trabajos que lo llevarán a convertirse en un traficante de armas y drogas.
Obvio que en el proceso se hace inmensamente millonario pero también se enreda con gente peligrosa como Pablo Escobar y todo el cartel de Medellín; además de que se ve obligado a trabajar al mismo tiempo con Noriega, la DEA, algunos grupos comunistas y hasta con el mismísimo Ronald Reagan (aunque de manera indirecta).
Ante esta interesante lista de personajes históricos, sobra decir que el filme está basado en hechos reales, mismos que se desarrollaron a finales de los setentas y gran parte de los ochentas; aunque esto no quiera significar que el filme sea serio sino todo lo contrario.
La película es una entretenida comedia de acción que si bien es cierto que aborda temas reales y complejos, su mérito estriba en el tono y la ligereza con la que se desarrolla la trama y sus consecuencias (incluyendo las muertes que ocurren).
Y no es para menos considerando que estamos ante un personaje de naturaleza intrépida y aventurera que consigue esquilmar de manera muy exitosa a todo el sistema, pero que también entra en la categoría trágica del ascenso y la caída (en este sentido, el filme evoca otras buenas obras como “El lobo de Wall Street”, “Caracortada”, “Ganster americano”, “Escándalo americano”, etcétera). Quien le sirve a más de un amo, tarde o temprano le quedará mal a uno; y eso ocurre precisamente aquí.
En definitiva, ‘American made’ es un agradable experimento acerca del otrora sueño americano y su ferviente capitalismo, es un filme cargado de cómica nostalgia en donde el gobierno, la política, el narcotráfico y la milicia se conjugan para abrir paso a una espléndida sátira que le queda muy bien al ahora renacido Tom Cruise.