El escándalo de la semana ocurrió en el puerto jarocho y fue de antología. Resulta que el pasado lunes un diario local dio a conocer que en el hogar de la Directora de Servicios Públicos Municipales del Ayuntamiento de Veracruz, Fabiola Balmori Durazzo, se guardaban decenas de despensas para los damnificados por los sismos. Y para hacer más efectiva la denuncia, el diario dio santo y seña del domicilio.

Basada en esa premisa y 24 horas después la Fiscalía General del Estado a cargo de Jorge Winckler, dio inicio a la Carpeta de Investigación 125/2017/EE, por la probable comisión de delito en materia electoral en contra Fabiola.

Ese mismo día agentes ministeriales cayeron como moscas sobre la casa de la mujer y encontraron en plena faena a siete personas cargando una camioneta con las despensas. Y sin decir agua va los detuvieron.

Entre los detenidos estaba el esposo de Fabiola, Antonio Pinilla Rodríguez, que es presidente del Colegio de Ingenieros Mecánicos Electricistas de Veracruz.

De nada valió que dijera que tanto él como sus amigos (todos ellos ingenieros respetables), habían hecho una colecta y que llevaban las despensas a la Cruz Roja. Nada nada, van pa’ arriba. Y se los llevaron sin que mediara una orden de aprehensión.

Este evidente abuso de autoridad enojó a la raza y fue entonces cuando el Fiscal Winckler, salió a dar una cátedra de derecho penal al asegurar que se puede detener a un sujeto sin orden de aprehensión cuando se le sorprende en flagrancia. Y es cierto.

Pero el periodista Filiberto Vargas, que no será abogado pero que conoce de Derecho más que cualquier fiscal bisoño, le corrigió la plana y le contestó; cito textual: Todo lo relativo a los casos de flagrancia está plasmado en los Artículos 146, 147, 148 y 149 (del Código Nacional de Procedimientos Penales). En ninguno de ellos -¡en ninguno!- se plantea que la policía puede detener a alguien porque “supone” que está cometiendo un delito. Esto es, no se le puede detener “para ver si está cometiendo un delito”.

Los presuntos inculpados se tuvieron que amparar, la señora Balmori se tuvo que esconder porque contra quien iban los polis era contra ella.

Varias reputaciones rodaron por el suelo y todo porque al parecer, la consigna era exhibir a la señora como ladrona, corrupta y ave de rapiña. (Su marido y los ingenieros fueron las víctimas colaterales).

Al final los inculpados salieron en libertad, quizá sin deseos de volver a realizar labores filantrópicas, pero con unas ganas bárbaras de desquitarse de Winckler y de quien lo mandó a cometer esa salvajada judicial.

Pobre Fiscal, su futuro me preocupa porque ha ganado más enemigos que goles le han metido a Las Chivas.

Me preocupa su soberbia y altanería, su sobrades; que se sienta intocable e inmune ante los fregadazos que invariablemente le llegarán cuando deje la fiscalía. Y me preocupa que se crea eterno en ese puesto.

Me preocupa además que no dimensione que ha cometido errores que le pueden costar carísimo.

En su cuenta Twitter dice que es un buscador constante de la justicia. Y qué bueno que así sea. Malo, muy malo el día que la justicia lo busque a él.

P.D.

Y a todo esto ¿dónde quedaron las despensas?

bernardogup@nullhotmail.com