Prefacio.
Lo dicho: Cuando el gobernador de Veracruz habla con el corazón en la mano, convence al más terco. *** Este martes en la antigua capital del estado (Xalapa), el mandatario estatal dijo que avanza “lentamente” en materia de seguridad y admitió que “tiene que hacerlo mejor”. *** Quizá con algo de maquillaje para no quedar tan mal, pero al fin admitió el gobernador que no está haciendo bien su tarea en materia de seguridad, tema en el que hizo compromisos puntuales con los veracruzanos, compromisos que no se han cumplido. *** Donde vuelve a resbalar el mandatario estatal es en las justificaciones. Por fuerza quiere descargar un buen porcentaje de la culpa en las autoridades federales, de las que destaca el “gran esfuerzo de coordinación”, esfuerzo que, por cierto, no es privativo de Veracruz (en cada entidad con problemas de seguridad el gobierno federal ha implementado la misma estrategia) y tampoco se inició con el actual gobierno, pues ya desde la administración de Javier Duarte se venía dando. *** Otra cantaleta ya gastada es el reclamo de dinero, al grado de sugerir que la única forma en que logrará abatir los índices delictivos en la entidad, es que la Federación le destine más recursos. *** Ya se lo dijo en alguna ocasión el titular de Hacienda: Los estados recibirán más ayuda en la medida en que ellos mismos hagan un esfuerzo por hacer más eficiente su gasto. *** ¿Cómo va Veracruz en esa materia?
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Si alguna “habilidad” o “pericia” se le había reconocido al actual gobernador, era esa facilidad para crear “cajas chinas” o “cortinas de humo” que disimularan las graves pifias que han cometido tanto él como sus colaboradores.
Frente a la crisis desatada por el burdo manejo electorero de las acciones de auxilio, en el sur de la entidad, en las zonas afectadas por el sismo, (y luego de que se exhibiera una grabación en la que el operador de esa estrategia afirma obedecer órdenes del gobernador) todos esperaban una “noticia bomba” de parte del gobierno estatal, que moviera la atención de la sociedad veracruzana hacia temas menos escabrosos.
Hay quien sugiere que revivir el decreto que abrogó aquel otro decreto duartista que permitía pagar con el impuesto a la nómina a proveedores y contratistas, tuvo ese fin distractor. Otros sugirieron a los exfuncionarios de la etapa de Javier Duarte que corrieran a esconderse, pues las noticias que mejor le han funcionado a la actual administración como cortina de humo han sido, precisamente, la captura de figuras con ese perfil.
En esta ocasión, sin embargo, no han sido tan eficientes como se esperaba. Es de suponer que a partir de un cálculo erróneo de los efectos de ese desliz, es que no se dispuso de una buena estrategia para minimizar los daños.
Primero fue el Presidente Enrique Peña Nieto quien salió a advertir que nadie debe lucrar políticamente con la desgracia de los mexicanos. Ahora sale Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación (¿amigo del gobernador de Veracruz?) para calificar de “criminales y grotescas” las acciones emprendidas por “algunos políticos en las entidades donde se sufrieron afectaciones y que buscan lucrar con la desgracia de la gente”.
Y de pronto, en ese contexto, resultó absurdo, hasta infantil, que el dirigente estatal del PAN, José de Jesús Mancha, saliera -precisamente ahora- a anunciar que presentó una denuncia en la Fiscalía General del Estado (con el “fiscal carnal”, por supuesto) en contra de ex funcionarios estatales, por un presunto desvío de recursos públicos durante la administración de Javier Duarte, hacia la campaña de Héctor Yunes Landa.
El mensaje pareciera ser: ¿Con qué cara nos vienen a acusar de cometer delitos electorales, si ellos hicieron lo mismo en la campaña electoral del 2016?
La denuncia la basan en declaraciones del ex titular de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, hoy en la cárcel y señalado como “un delincuente” por el actual gobernador. Bermúdez habría confesado en una grabación subrepticia que “escuchó” (nunca que vio, nunca que participó) que su jefe, Javier Duarte, habría entregado al Comité Nacional del PRI y al propio Héctor Yunes, hasta mil 300 millones de pesos.
La estrategia es obvia. Es un “cállate chachalaca” para el legislador que actualmente preside la Comisión Anticorrupción en el Senado y que, en una estrategia conjunta con su colega Pepe Yunes, está presionando para que el actual gobernador transparente el manejo de las finanzas estatales y avance en el cumplimiento de sus compromisos de campaña.
Con seguridad el “fiscal carnal” del gobernador habrá de dar celeridad a la denuncia presentada por el PAN y más temprano que tarde actuará contra alguno de los señalados, en especial contra alguien que no esté protegido por el fuero. Que a nadie sorprenda que esas acciones penales se materialicen justo cuando esté en su momento más intenso el proceso electoral del 2018.
Lo dicho: Perdieron el “toque”. Cada vez son más burdos, más torpes en la promoción de sus “cajas chinas”.
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Epílogo.
En eso de la reacción frente a los desastres naturales, el actual gobernador de Veracruz se pinta solo. Apenas en el mes de agosto, con el paso del huracán “Franklin”, el mandatario estatal anunció que no solicitaría declaratoria de desastre para Veracruz, pues su administración “no subiría el volumen” para que el Gobierno Federal extienda su apoyo. “Nosotros no le vamos a subir de ninguna manera el volumen a un tema de esta naturaleza, que es delicado, debe ser tratado con responsabilidad y con profesionalismo”, dijo en aquella ocasión. Hoy anuncia que pedirá declaratoria de desastre en ¡210 municipios! (los dos restantes se preguntarán ¿y nosotros por qué no?). *** Y frente a su desplante de que a él no lo verán descalzo y repartiendo despensas (como alguna vez lo hiciera Fidel Herrera) no faltó quien recordara la fotografía del entonces gobernador electo, empujando una lancha cargada de ayuda para damnificados en plena inundación, y con el agua hasta las rodillas, tras las torrenciales lluvias que provocó, en agosto del 2016, el huracán Earl. Bien dicen que más pronto cae un hablador que un cojo. *** Y esa inseguridad que tanto preocupa a nuestro gobernador, sigue sin freno. La mañana del martes, un menor de edad fue secuestrado por un grupo armado en el ejido Arroyo Grande, municipio de Las Choapas, a la altura del kilómetro 72 de la carretera Las Choapas-Raudales. El niño de 11 años de edad se dirigía a la escuela con dos compañeros cuando fue subido por la fuerza a una camioneta tipo Explorer. *** ¿Hasta cuándo?