Con lo agresivo que es Ciro Gómez Leyva con sus entrevistados, yo esperaba preguntas incómodas para el presidente Enrique Peña Nieto en la entrevista que le hizo la semana anterior, y no una charla para la sección de sociales.

La plática entre ambos fue tersa, tranquila y sin mácula. Acaso la única interrogante rasposa fue cuando Ciro preguntó a Peña porqué no había corrido al Secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, después del socavón del paso exprés. Pero tras eso nada.

La entrevista dividida en dos partes y transmitida por Imagen Televisión el jueves y viernes, estuvo tan guanga que en la segunda parte retrasmitieron extractos de la primera.

Enrique Peña habló de los tiempos del PRI para elegir candidato, de lo bien que va la economía; del socavón en Cuernavaca y lo mucho que lamentó la muerte de dos personas; de López Obrador, de Donald Trump, de su retiro de la política a partir del 1 de diciembre del 2018 y de otras bagatelas.

Pero algo verdaderamente sustantivo como para alborotar la gallera y elevar su menguada popularidad, no lo dijo el presidente.

Ciro perdió la oportunidad de oro de preguntarle porqué aguantó a Javier Duarte tanto tiempo en la gubernatura. Por qué no hizo caso a dos miembros de su gabinete que le aconsejaron desde el 2013 que lo mandara al carajo. Por qué no escuchó las voces de los veracruzanos que le pedían lo mismo. Por qué le dio tantas libertades. ¿Qué le debía a Javier? ¿Por qué los veracruzanos tuvieron que ser los paganos?

Nada de eso preguntó el periodista y el presidente por su parte, perdió quizá para siempre, la oportunidad de desmarcarse del gordo; un sujeto con el que lo relacionarán mientras viva.

Cuando apagué el televisor me fui a la cama con más interrogantes que respuestas. ¿Le habrán censurado a Ciro el tema en Los Pinos? ¿Le sugirieron que no hiciera preguntas sobre el ex gobernador?

Si hay alguien que le ha dado seguimiento al caso Duarte, ese es Ciro Gómez Leyva, por lo que era más que obvio que lo tratara con el presidente.

Y no lo hizo.

Javier Duarte de Ochoa no es un ladrón de poca monta; es el truhan del siglo (aunque le falten a éste 82 años y cuatro meses para que llegue a su fin) y el mayor corrupto que ha tenido el país desde las épocas de Santa Anna.

Es todo un personaje no sólo en Veracruz y México, sino en América Latina donde ya es símbolo de todo lo malo. Por lo tanto, Duarte es tema de interés nacional.

Un tipo de ese calibre, que ya pasó a la historia como uno de los bandidos más grandes de todos los tiempos, no se podía obviar en una entrevista con el presidente de la República. Entre otras cosas porque será Duarte el argumento del que se agarrará la oposición para darle con todo al PRI y al mismo Enrique Peña. Y sin embargo, Ciro Gómez lo pasó por alto.

¿Qué pasaría con el periodista? Sepa Dios, pero lo que haya sido dio como resultado una entrevista gris, insulsa y decepcionante.

Por eso me fui a la cama con más preguntas que respuestas y una sensación agridulce. Lo agrio por la entrevista de Ciro, y lo dulce, por el triunfo del Tri 1-0 sobre la selección de Panamá.

Esta victoria dio el pase al Mundial de Rusia a los chicos de Osorio, que irán hasta allá a hacer otra vez el ridículo, como lo han hecho casi siempre. Y es que al ver el futbol tan mediocre que practican, no se necesita ser adivino para saber que no será en Rusia donde jueguen su anhelado quinto partido.

Pero la ilusión de ir a otro Mundial siempre caerá a todo dar.

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