El sexenio del delincuente Javier Duarte de Ochoa ha resultado letal para Veracruz. De 2010, cuando inició, a 2016 en que terminó, la pobreza y pobreza extrema afectó a una población que pasó del 57.6 por ciento (4 millones 448 mil personas) al 62.2 por ciento (5 millones 49 mil 500), constituyendo estas cifras las más altas a nivel nacional, según los datos aportados por el informe Evaluación de la Pobreza 2010-2016, preparado cada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
A la gravedad de estos números, que representan la confirmación de los efectos del robo masivo de recursos destinados a salud, educación y programas sociales durante dos gobiernos seguidos, habría que añadir uno más grave: ocupamos, luego de Chiapas, el segundo lugar en número de personas en pobreza extrema, con 1 millón 333 mil veracruzanos, apenas superado por el estado fronterizo en el que se censan 1 millón 499 mil chiapanecos en esa condición.
Mientras el reo Duarte busca reflectores desde el Reclusorio Norte sobre la supuesta persecución política contra él y colaboradores encerrados en el penal de Pacho Viejo, anunciando una huelga de hambre que le ha permitido disminuir ligeramente su mastodóntico corpacho, las cifras señalan acusadoramente que en solo seis años en que gobernó Veracruz no solo no logró disminuir la población en pobreza y pobreza extrema, sino que hizo posible que se incrementara en más de 600 mil habitantes, a pesar de miles de millones de pesos destinados a programas sociales.
El escándalo de las empresas fantasma, revelado en 2016, mostró claramente el camino que tomaron recursos federales y estatales destinados a paliar los efectos de la situación de hambre en que vivía más de la mitad de la población veracruzana (desviados a cuentas personales, campañas electorales y al PRI), logrando con ello que los pobres constituyan ahora cerca de dos tercios de la población estatal, al crecer en 18.7 por ciento.
Por tanto, el 62.2 por ciento de los ciudadanos viven en condiciones de rezago educativo, sin acceso a servicios de salud o seguridad social, y en los casos más extremos, no tienen un adecuado acceso a la alimentación, servicios básicos como agua potable y luz eléctrica, e incluso vivienda.
¿Solo el desvío de recursos federales destinados a programas sociales es culpable de este crecimiento inusitado de la pobreza y la pobreza extrema? No. La ausencia de inversión pública generadora de empleos y oportunidades para la población en general ha contribuido a que Veracruz viva una situación tan grave que se manifiesta en un desarrollo negativo del PIB estatal.
También, la falta de infraestructura en materia de comunicaciones y la grave inseguridad pública han hecho un binomio terrorífico para las empresas nacionales y extranjeras que podrían invertir en suelo veracruzano, ahuyentándolas y profundizando el déficit de empleo. Veracruz es, ahora, una entidad sin esperanzas, deprimida, sin oportunidades para las familias, muchas de las cuales se han visto obligadas a migrar a otras entidades ante la ausencia, en los últimos 13 de años, de gobiernos capaces.
Que esto, que el otro… campaña electoral
Ante esa realidad terrible, el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares responde con anuncios espectaculares, críticas dichas por miles que nuevamente él señala como exclusivas de su ronco pecho, acciones que han demostrado su inefectividad para reducir la pobreza y el banderazo del inicio a tambor batiente de la campaña electoral de 2018 por parte de su partido… y su familia.
En una trompicada conferencia de prensa en la que se confrontó torpemente con los representantes de los medios de comunicación que, pese a todo, siguen asistiendo a sus homilías, parte de esa tonta batalla que se basa en su convencimiento de que la prensa la tiene contra él porque no fragua convenios publicitarios, Yunes Linares anunció el incremento en el número de beneficiarios de la estrategia estatal de combate a la pobreza a través del programa “Veracruz Comienza Contigo”, un programa que aprovechó muy bien el PAN en los recientes comicios municipales.
El anuncio sí que es espectacular, aunque sus resultados serán traducidos a votos en 2018: de 300 mil familias de escasos recursos que son beneficiarias de este programa, en 3 mil localidades de los 212 municipios, dijo que se buscará incorporar a 300 mil familias más, es decir, un incremento del 100 por ciento, para tener a enero próximo a más de medio millón de familias afiliadas. Si consideramos que, en promedio, cada familia tiene entre 2 y 4 integrantes mayores de edad, ya podemos imaginar un universo de entre uno y dos millones de ciudadanos que pueden ser cooptados para las aspiraciones panistas el próximo año.
Entre los beneficios está la dotación de servicios de salud a través del Seguro Popular, limitado a una escasa lista de tratamientos médicos que, en la mayoría de los casos, no se pueden ofrecer en las comunidades por la carencia de centros médicos y hospitalarios equipados y con personal suficiente para atender a una población creciente que desborda la posibilidad de atención incluso en hospitales urbanos de alta especialización.
Esto, junto con las brigadas Mujer Veracru-Sana (lanzado en marzo pasado), ferias de salud y médico general en cada punto de entrega, como lo anunció el gobernador Yunes, constituyen una especie de boleto de lotería, de esos que crean una esperanza que se desmorona a la hora de ir a cobrar un premio que difícilmente pueden disfrutar todos los poseedores de esos boletos.
Este programa, dijo el gobernador, “lo anunciamos como parte de una estrategia de combate a la pobreza, una estrategia de equidad social y de compromiso con lo que yo denominé, desde la etapa de campaña, como deuda social del gobierno. Es un programa que se justifica plenamente, pero se justifica hoy más que nunca a partir de las cifras terribles que ha dado a conocer el día de hoy CONEVAL”.
Sin embargo, no todo lo que anuncia Miguel Ángel Yunes se lleva a cabo. Es posible que esto se realice ahí donde hay carne de cañón para usar en los próximos comicios, pero hemos visto anuncio tras anuncio que no necesariamente se llevan a la práctica. Un caso concreto es el de la reconstrucción de la autopista Xalapa-Coatepec, anunciado mañosamente por Yunes Linares días antes de los comicios municipales en un acto que reunió a diputados, alcaldes y líderes partidistas (del PAN y el PRD, por supuesto), que hasta la fecha no ha movido siquiera una carretilla de asfalto.
Por supuesto, Yunes sueña con que los medios le otorguen las ocho columnas, la nota principal en noticieros y el mayor número de impactos en portales de noticias, porque de lo que se trata (cada vez se hace más claro) es de que la gente adquiera su cachito de la lotería y se ponga a soñar de que tiene un gobernador que sacará a Veracruz del marasmo.
¡Mierda! Y todavía hay miles que siguen cayendo en el garlito.
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