Este fin de semana la sección Bajo Reserva de El Universal hizo público un comentario que debería preocupar al priismo nacional más que su próxima Asamblea, o incluso, más que la selección de su candidato a la presidencia de la República.
Dice que organizaciones de base del PRI que han comenzado su trabajo de acercamiento con la ciudadanía y sus simpatizantes, se han encontrado con una pérdida de confianza derivada del escándalo de corrupción protagonizado por el ex gobernador de Veracruz Javier Duarte.
Y este rechazo no sólo es en Veracruz, sino en estados como Nuevo León, Oaxaca o el propio Estado de México donde a pesar de que ganaron la pasada elección, está en tela de duda la credibilidad del tricolor.
El Universal finaliza con esta sentencia: Mientras el PRI se prepara para su Asamblea hay un tema que al parecer no se le ha dado mayor importancia, pero que puede tener consecuencias devastadoras: el efecto Duarte
Y hace unas horas, Vicente Luna Hernández, delegado de la corriente crítica Expresión Democrática, fue más directo al declarar: “No nos hagamos tarugos, para el PRI de Veracruz el reto no es la Asamblea Nacional, sino superar la sombra de Duarte para el proceso electoral del 2018”.
Agregó que el riesgo de perder existe ante la pasividad del Comité Directivo Estatal: “Y dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es una realidad que la sombra de Duarte existe y se presentará como bandera política de los otros partidos en el proceso electoral que se avecina”.
Más claro, ni el agua purificada.
Para nadie es un secreto que el PRI va en primer lugar en descrédito, desconfianza, corrupción, deshonestidad, marrullería y latrocinio.
Si en su próxima Asamblea Nacional a celebrarse el 12 de este mes, los priistas cometen el error de ignorar las raterías de Javier Duarte como los hacían los miembros del politburó soviético con los líderes caídos en desgracia, se pueden meter en una bronca de proporciones mayúsculas.
Pretender ignorar que Duarte no existe o nunca existió será un error garrafal. Pero rasgarse las vestiduras y jurar por todos los santos que no volverán a escoger ese tipo de candidatos será peor.
El efecto Duarte los seguirá como un fantasma y tendrán que aprender a vivir con él. Tratar de sacudirse el estigma, pero sobre todo, convencer al electorado de que no todos los tricolores son como el cordobés, será una tarea titánica y hasta temeraria.
En este sentido, alguna idea buena debe salir de la próxima Asamblea, o mejor dicho, TIENE que salir, a fin de contrarrestar el pesado lastre del efecto Duarte.
De lo contrario, el PRI y los priistas habrán pintado su calavera política en 2018.
Elizabeth ¿candidata?
Una de las invitadas a la Asamblea Nacional del PRI es la delegada estatal del ISSSTE en Veracruz, Elizabeth Morales García, que el sábado anterior cumplió cuatro meses de haber llegado a esa oficina.
Elizabeth fue diputada federal y entregó buenas cuentas. Fue alcaldesa de Xalapa y también entregó buenas cuentas, lo mismo que como presidenta del PRI estatal.
Tras perder la elección para ocupar por segunda ocasión la diputación federal, fue nombrada delegada estatal de la Profeco para deleite de sus enemigos (que los tiene), quienes auguraron el fin de su carrera como servidora pública.
Pero hizo tan bien su chamba que fue llamada a dirigir el ISSSTE en Veracruz donde ya se nota su trabajo.
En el altiplano se comenta que la invitación a Elizabeth no tiene como propósito que la xalapeña vaya a hacer bola, sino para algo de mayor relevancia.
En el PRI saben que a la mujer se le da dialogar con las bases, escuchar sus propuestas, debatir sus ideas y sobre todo, se le da conciliar. Y si algo necesitan los priistas veracruzanos en estos momentos es que alguien les ayude a restañar las heridas y les devuelva la confianza en ellos mismos, confianza que está hecha añicos.
Puedes apostar lector a que Elizabeth regresará con una buena propuesta por parte del tricolor. ¿Será una candidatura al senado? Pudiera ser.