Desde que Andrés Manuel López Obrador se sentó en la silla del Jefe de Gobierno de la ciudad de México en diciembre del aquel mítico año 2000, su único propósito en la vida ha sido ser Presidente de la República. Cuando su aspiración está por cumplir la mayoría de edad, la generación de mexicanos que está por iniciar la Universidad lo ha tenido siempre presente. No hay un político más conocido que él.
Es difícil pensar que Andrés Manuel tenga algo nuevo que ofrecer, algo innovador en su personalidad, su discurso o su modo de hacer política que lo convierta en un producto electoralmente distinto al que ya conocen simpatizantes y detractores. Por eso, también es difícil creer que la ventaja que hoy tiene en las encuestas obedezca a su proyecto, sino más bien al resurgimiento del voto anti PTI, el mismo que llevó a la presidencia a otro personaje: Vicente Fox.
Si en realidad, Andrés Manuel es el perfil idóneo para gobernar este país, ¿cómo fue que perdió dos elecciones presidenciales consecutivas? Es cierto que la victoria de Felipe Calderón sigue siendo tan cuestionada como la de Salinas de Gortari, pero hace seis años también decidió tirar por la borda la cómoda ventaja con la que inició la campaña electoral… como hoy.
López Obrador no es mejor que antes. No es distinto que antes. Sin embargo, tiene la ventaja de que ese voto anti PRI ya no encuentra en el PAN una alternativa viable –Anaya representa a una monarquía política de lujos y privilegios; y Margarita Zavala el continuismo del calderonismo-, ni hay un personaje con el carisma que en su época despertó Enrique Peña Nieto. Hoy, como en la elección del 2006, el principal opositor de Andrés Manuel es él mismo.
Eso no le garantiza que él será el próximo presidente de México. Quien lo asuma así, paradójicamente, se puede dar por descartado de la contienda. Son muchos los factores que pesan más allá de las simpatías. México, como cualquier país del mundo, cuenta con oligarquías, grupos de presión y de interés, que deben proteger sus intereses. Así es en los vetustos Estados Unidos y Rusia o en los muy contemporáneos Francia y Canadá.
Hoy sólo tenemos los números. Según publicó Reforma ayer domingo, sin definir aún los candidatos –sólo Andrés Manuel está seguro- Morena se encuentra con el 28% de las preferencias, con una ventaja de 4 puntos sobre el PAN y de 11 sobre el PRI. El PRD está muy lejano con apenas el 6%, pero que serían definitivos en el recuento final.
Y se señala con nitidez el voto anti PRI: el 80 por ciento de los encuestados piensa que el país debe cambiar de partido en el gobierno.
Morena por sí solo es capaz de vencer a cualquier alianza o frente opositor. En el ejercicio de Reforma, por ejemplo, el Peje sacaría tres puntos de ventaja a Margarita Zavala, la candidata del PAN/PRD. Sin embargo, si el candidato fuera Ricardo Anaya, la ventaja se extendería hasta en 15 puntos. En ambos escenarios, el PRI y su aliado el Verde se mantendría en un lejano tercer lugar, siempre considerando como único candidato a Miguel Ángel Osorio Chong.
Y veamos los otros frentes. Luego de su apretada victoria en el estado de México, el PRI entendió muy bien que no se puede equivocar en la elección de su candidato. No importa quién sea el amigo más cercano del Presidente, una mala decisión lo llevaría a perder irremediablemente Los Pinos, con las consecuencias políticas y penales que eso conlleva para el propio Peña Nieto.
Para el PRI, la elección del 2018 representa un largo y sinuoso camino muy difícil de recorrer para cualquiera. La ruta inicia con una muy polarizada Asamblea Nacional en la que se establecerán las bases para elegir al candidato; además, deberán sofocar la insurgencia que se empieza a gestar entre tecnócratas y políticos de viejo cuño. Lo que les pasó con Peña Nieto –encumbrar a un político ocupado sólo de su círculo íntimo- no puede volver a repetirse.
El voto anti PRI, el descrédito de gobernadores corruptos y establecer una distancia del gobierno de Peña Nieto serán los retos subsecuentes. Un candidato que represente a la vieja clase política podría poner en riesgo al partido y acaso alcanzar el último lugar en el podio. En cambio, un candidato que huela poco a PRI y que tenga la posibilidad de distanciarse del Presidente podría dar una sorpresa.
En el PAN, las cosas son aún más complicadas. A pesar de que el papel de oposición les resulta más cómodo y rentable, los últimos resultados electorales no son halagüeños; con una ex candidata presidencial, se fueron al cuarto lugar en el estado de México. En la suma total de votos, la jornada electoral del pasado mes de junio fue un golpe certero al proyecto personal de Anaya. La división interna es cada vez más fuerte.
La única conclusión a la que podemos llegar es que Andrés Manuel López Obrador podría llegar a ser un Presidente beneficiado por las circunstancias, como lo fue Vicente Fox. Morena ha dado muestras de que no importa quienes sean sus candidatos, lo importante es que no sean los mismos políticos de siempre. Pero en algún sentido, Andrés Manuel lo es.
Mientras el voto no esté a favor de nadie, sino en contra de alguno, nada se puede dar por descontado. La incontinencia verbal de Andrés Manuel y la elección de buenos candidatos presidenciales por parte del PRI y el PAN –una tarea titánica ante el descrédito de ambos-, podrían modificar el estado de las cosas. Y una vez más, el Peje se tendría que quedar con las ganas.
Y entonces sí, al rancho…
La del estribo…
- Los compromisos no cumplidos por el gobernador del estado –principalmente el cambio en la inseguridad en sólo seis meses- ha dejado de ser un tema exclusivo de la aldea. Medios nacionales han empezado a dar cuenta de lo que aquí ha sucedido desde diciembre pasado. Por eso el interés de ir a declarar a la PGR.
- Siempre he pensado que los medios no hacen a los periodistas. Los periodistas lo son, sin importar la trinchera que decidan ocupar. Por eso mi reconocimiento a Billie Parker, nueva presidenta de la Asociación Civil Veracruzanas Líderes de Opinión y Acción A.C.