Por algún tiempo, el mexicano tenía la idea de trabajar como negro para vivir como blanco –más allá de las connotaciones racistas que pudiera lastimar las almas pudorosas, esta expresión se refiere más bien a que el esfuerzo del empleo y el ahorro traerían una recompensa-, sin embargo, desde la llegada de las Afores, la idea general es que se debe trabajar como burro para terminar en la misma situación.
En las últimas semanas hemos escuchado la difícil situación financiera por la que atraviesa el Instituto de Pensiones del Estado (IPE) y el riesgo que esto representa para los trabajadores del estado. Y así, mientras hay pensiones millonarias, hay otras que por la razón que sea, no alcanza ni para el camión.
En las Afores pasa algo similar. Las instituciones bancarias y financieras han hecho un gran negocio con las aportaciones de millones de trabajadores en México. Así, mientras los rendimientos y comisiones de estos ahorros han rescatado a muchos bancos de la crisis, el valor futuro del dinero muestra que tendremos menos de lo que realmente mandamos a nuestro fondo de retiro.
En la mayoría de los países –Chile, por ejemplo- los sistemas de ahorro para el retiro fueron creados para liberar a los gobiernos de la carga financiera que representa el crecimiento exponencial de los trabajadores en retiro y fortalecer su sistema financiero.
En el caso de México aún se acusa que el sistema de las Afore no fue creado para ayudar a los pensionados sino para evitar la quiebra del IMSS e ISSSTE. Era insostenible que los trabajadores activos mantuvieran a quienes se fueran jubilando y se requería la individualización de las cuentas para dar certeza financiera. Hoy el modelo amenaza con colapsar.
Lo curioso es que casi nadie hable de eso. Tal vez porque el propio gobierno incentiva que los trabajadores lleven su dinero a las Afores, y como sabe que esto no será suficiente para garantizar una pensión digna –acaso una tercera parte de su último sueldo-, insiste en que se hagan aportaciones personales.
Las cifras que se ofrecen a través de la Consar son muy enfáticas en señalar que los rendimientos de las Afores son mejores que tener el dinero en el banco, sobre todo en cuentas de ahorro convencionales que nada generan. Sin embargo, lo que no explican es que estos rendimientos –luego de dos décadas- están muy por debajo de lo que ha sido la inflación en estos años ni el comportamiento de las comisiones que se cobran por emitir estados de cuenta cada mes. Eso de administrar los fondos resulta una tomadura de pelo.
Van los números. Recordemos que en casi 20 años los rendimientos acumulados alcanzaron 71.23% del saldo, pero la inflación, en el mismo periodo fue de 162.82%. Esto quiere decir que aunque es más dinero, este vale menos.
En el caso de México, citando al despacho de investigación y análisis Rand Corporation, se asegura que no sólo son las más altas comisiones en América Latina, sino de todos los países integrantes de la OCDE, además de que “los administradores ganaron en sólo los primeros diez años 105 mil 086 millones de pesos por comisiones, mientras los trabajadores obtuvieron la ridícula cantidad de sólo 0.74% del valor de sus aportaciones”.
Pero los números no terminan aquí. El costo de las pensiones en México representan el 120 por ciento del PIB, equivalente a unos 17 billones de pesos, Por lo que urge modificar el modelo, no sólo por el excesivo cobro de las administradoras. Las Afores hoy representan una bomba de tiempo el sistema de pensiones que podría estallar en 2021, cuando la primera generación de trabajadores sean pensionados.
A 20 años de que se impulsó este sistema, se ha demostrado que no funciona; los trabajadores tendrán una pensión mínima, con una tasa de reemplazo por debajo de lo esperado y de los estándares internacionales, es decir, tan solo del 35 por ciento de su último salario.
Por ejemplo, un trabajador con un salario de seis mil pesos mensuales netos, recibiría una pensión de alrededor de dos mil pesos. Ante esa situación, los expertos plantean que la aportación obligatoria a las Afores debe elevarse de 6.5 por ciento a 25 por ciento del sueldo para aumentar el monto de la pensión a una tasa de reemplazo de al menos 54 por ciento de su último salario de cotización. En las condiciones actuales, resulta imposible.
Los nuevos trabajadores, muchos de ellos millenials, han empezado a buscar otras opciones. No quieren pasar toda su vida trabajando –aunque lo hagan para distintos patrones o con diferentes sueldos- para terminar con una pensión miserable que los devuelva a la pobreza.
Las Afores resultaron una gran estafa. Nos están cobrando muy caro por guardar nuestro dinero, así que trabajar como burros durante 30 años en nada nos asegura el futuro.
Las del estribo…
- Utilizar el nombre de la Universidad Veracruzana para justificar una política de comunicación social fallida y la contratación de medios fantasmas es un acto temerario y cínico; permitirlo por las autoridades del Congreso y de la propia Universidad es de indolencia y complicidad.
- Si la filtración de audios y videos incriminando al ex gobernador Duarte y colaboradores tiene el propósito de que los veracruzanos no se olviden del robo del siglo, que el gobierno estatal esté tranquilo, no se nos va a olvidar. Sólo que ahora, de lo que más se acuerdan es que la mayoría de los personajes siguen libres por complicidad, omisión o incapacidad. Eso tampoco se nos olvida.